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El muro podría empeorar el problema al “cercar” a muchos de los que se calcula que son 11 millones de inmigrantes ilegales de este lado de la frontera.
El muro podría empeorar el problema al “cercar” a muchos de los que se calcula que son 11 millones de inmigrantes ilegales de este lado de la frontera.

[OP-ED]: Hablamos de la frontera de manera equivocada

Parece que todos tienen una enérgica opinión sobre el muro fronterizo de Donald Trump. Pero al menos deberíamos hablar del tema en la forma correcta. Es decir,…

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No sólo en cuanto al dinero que el proyecto costará, con cálculos que van más allá de los 50.000 millones de dólares. O si México va a pagar la cuenta, como afirmó Donald Trump. O si nuestro vecino será obligado a pagarla indirectamente, por medio de un arancel sobre productos mexicanos importados. O si la propuesta del senador Ted Cruz de Texas, de utilizar los bienes confiscados del narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzmán para contrarrestar el costo del muro, podrá ser la solución.

Ni tampoco en una forma partidista, en que se espera que la población se trague la historia fantástica de que los demócratas tienen un motivo profundamente moral para objetar a la construcción de estructuras en la frontera mexicano-americana. No se engañen con las lágrimas falsas del senador Chuck Schumer, cuando dice que una muralla dividiría familias; este demócrata de Nueva York votó a favor de la Ley de la Cerca Segura en 2006, tal como lo hicieron sus entonces colegas en el Senado, Barack Obama y Hillary Clinton. La mayoría de los demócratas apoyan el cumplimiento de la ley migratoria en la frontera, especialmente los muros y las cercas. 

Tampoco a la manera de Washington, donde lo único que parece interesar a la mayoría de los medios de la ciudad es la pregunta: “¿Lo hará, o no lo hará?” Como de costumbre, lo que obsesiona a los reporteros de la capital es la politiquería, no la política a seguir. Nunca se cansan de especular sobre si Trump construirá o no un muro fronterizo “grande y hermoso” o si, finalmente, cederá ante la oposición de los demócratas. 

A juzgar por la reacción de los locutores de radio conservadores, a los seguidores de Trump les preocupa una concesión. Temen que el extraño que enviaron a Washington haya sido, sólo en 100 días, cambiado por Washington. También les preocupa que su obsesión de cerrar tratos, propia de un empresario, se convierta en una carga, si lo lleva a aceptar tratos negativos que ceden demasiado a los demócratas. 

El secretario de Prensa de la Casa Blanca, Sean Spicer, trató de calmar los temores diciendo a los reporteros esta semana que el muro en verdad se construirá. 

Puede ser. El gobierno no pudo obtener la cuota inicial que pidió en un reciente paquete de gastos de 1,07 billones de dólares. 

Pero en lugar de quedar atascados hablando de costos, política y promesas rotas, hay solo una pregunta que deberíamos formular: ¿Es el muro fronterizo una buena idea, o no?

La respuesta es “no”.

En primer lugar, la frontera tiene casi 2.000 millas que van desde Brownsville, Texas, a San Diego, California, y alrededor de un tercio de ella ya está cubierta por una cerca o muro. Otro tercio está compuesto de terreno “incubrible”-ríos, montes, tierras de los amerindios, haciendas privadas, una universidad. Todo el debate se centra sobre qué hacer con las aproximadamente 700 millas restantes a lo largo de la frontera. 

También, incluso si se yergue un muro, no servirá de mucho para detener el flujo de inmigrantes ilegales. En los últimos años, el flujo se convirtió en un hilo, a medida que la economía de México mejoró y los traficantes de personas elevaron sus precios. El muro de Trump es irrelevante incluso antes de ser construido, debido a la existencia de una sofisticada red de túneles subterráneos. 

Ésa podría ser la explicación de por qué-en mis conversaciones con supervisores y agentes de la Patrulla Fronteriza-ellos tienden a pedir equipos para detectar túneles y no muros. También desean mejorar las carreteras para facilitar la aprehensión de los que las cruzan y la última tecnología para ayudarlos a ganar la batalla de ingenio con los carteles de contrabandistas. Y para su propia seguridad, preferirían no tener que lidiar con muros de 20 pies, a través y en derredor de los cuales no pueden ver. 

¿Pero qué saben esos expertos? Sólo caminan por la frontera todos los días. 

Por último, el muro podría empeorar el problema al “cercar” a muchos de los que se calcula que son 11 millones de inmigrantes ilegales de este lado de la frontera. Muchos han estado separados de sus familias tanto tiempo que lo consideran normal. No irán a casa de visita-para Navidad o el Día de la Madre-porque temen no poder regresar a menos que paguen a los contrabandistas la nueva y exorbitante “tarifa Donald Trump”. Así es que se quedan aquí y no se van nunca. 

Sabe qué, Sr. Presidente. No sólo la asistencia médica, Siria y Corea del Norte son complicados. ¿Quién hubiera dicho que un muro fronterizo también lo sería?