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En lugar de demonizar constantemente a Trump, el Partido Demócrata necesita enfrentar la amenaza real. He aquí una pista: viste un traje-pantalón. Archivo
En lugar de demonizar constantemente a Trump, el Partido Demócrata necesita enfrentar la amenaza real. He aquí una pista: viste un traje-pantalón. Archivo

[OP-ED]: ¿En qué bando está Hillary?

Hillary Clinton es muy considerada. Por más ocupada que esté con la publicidad de un libro en que echa la culpa de la pérdida de la elección a todo el mundo…

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Y, últimamente, se ha preocupado por su archienemigo, el Partido Republicano.

“Hay muchas cosas que me preocupan,” expresó recientemente a ABC News. “Y en mi lista de preocupaciones figura que el Partido Republicano está explotando”.

La ex muchacha de Goldwater no es la única que ha llegado a esa conclusión. 

“Lo vimos la semana pasada, vimos a Bob Corker, vimos a Jeff Flake ... hay muchos individuos en el Partido Republicano que piensan de la misma manera.” 

Ni el senador Flake ni el senador Corker se presentarán a su reelección, por lo que pueden hablar libremente. Ambos criticaron al presidente Trump y sus políticas, y han sido censurados por su rebeldía en Fox News y los programas de radio conservadores. 

Clinton piensa que la explosión proviene del hecho de que el Partido Republicano ha purgado a los moderados y ha caído bajo el control de los extremistas. 

“Se está convirtiendo en un partido de extrema derecha, preso de intereses ideológicos religiosos y comerciales,” dijo. 

Nada que discutir. Clinton está en lo correcto en lo concerniente al Partido Republicano en la era de Trump. 

Pero imaginen cuánto más eficaz sería su crítica, si parte de ella apuntara a su propio partido, y—aún mejor—a sí misma. Cuando ella dice que el Partido Republicano está “a merced de los que lo apoyan económicamente y de una cábala de líderes que ... mantienen el poder para sí mismos y los que piensan como ellos,” podría estar muy bien hablando del Partido Demócrata. Los dos partidos son mellizos. 

Por supuesto, Clinton no admite que ella y su marido, así como todas las turbias maquinaciones del mundo Clinton que se remontan a los años 1970, han perjudicado al Partido Demócrata. Pero es cierto. 

Por ese motivo, los comentarios de Clinton sobre la explosión del Partido Republicano podrían considerarse surrealistas. Aparentemente, ella es mucho más hábil para la auto-refracción que para la auto-reflexión. ¿No ve, honestamente, que su partido también se está deshaciendo? 

Echemos una mirada detrás de la cortina de los demócratas para ver el lío que impera allí: las élites dejaron atrás a la clase obrera. Los blancos que ayudaron a poner el Partido Demócrata en el mapa en el siglo XX no ven ninguna causa común con los inmigrantes latinos y asiáticos que ayudaron a definirlo en el siglo XXI. Los Demócratas ni siquiera comenzaron la tarea que les dieran hace un año, cuando Trump venció a Clinton; en lugar de presentar un mensaje económico para volver a ganarse a los desilusionados demócratas blancos del Cinturón Industrial que llevaron a Trump a la Oficina Oval, los líderes demócratas han apostado por el Consejero Especial, Robert Mueller III, y por Rusia, Rusia, Rusia. 

Hillary sólo empeoró el caos. Su campaña no solo conspiró con el Comité Demócrata Nacional para socavar a Bernie Sanders, sino que tuvo el descaro de escribir un libro en el que culpó a Sanders de crear la impresión de que era deshonesta y poco fiable. No sólo alienó—o al menos no inspiró—a los latinos, los jóvenes y los afroamericanos, sino que los culpó de no salir a votar por ella. 

Después están los escándalos. Así como los Demócratas desean que el país se enfoque en la acusación de 12 cargos presentada por Mueller contra el ex presidente de la campaña de Trump, Paul Manafort, también tienen que enfrentar preguntas sobre por qué la campaña de Clinton y el Comité Nacional Demócrata pagaron para obtener un dossier, aun no comprobado, sobre la conducta inmoral e impropia de Trump. Y hay nuevas acusaciones dentro de su propio partido indicando que las primarias demócratas fueron amañadas por la campaña de Clinton contra Bernie Sanders. 

Sobre todo eso, al Partido Demócrata le gustaría que Clinton dijera, bueno, nada. Pero no será ignorada ni se callará. Fue típico de Clinton decir a los asistentes de la ceremonia de Women’s Media Awards que no “tiene intenciones de que la callen”. 

Los republicanos deben estar encantados de oír eso, y los demócratas, llenos de angustia. 

Le hace pensar a uno: ¿En qué bando está realmente Hillary? Ya conocen la respuesta: en el de Hillary. 

En lugar de demonizar constantemente a Trump, el Partido Demócrata necesita enfrentar la amenaza real. He aquí una pista: viste un traje-pantalón.