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El candidato republicano a la presidencia estadounidense, Donald Trump, habló, durante una visita al Museo de los Combatientes de la Invasión de Bahía de Cochinos en Miami (Florida). EFE


 

[OP-ED]: El voto latino puede derrotar a Donald Trump

 

Describir esta campaña presidencial como “poco convencional” es como decir que Donald Trump es “un buen muchacho”. La realidad es que el jactancioso magnate no tiene nada ni de bueno ni de muchacho,  y la campaña no es “poco convencional” sino una chocante aberración marcada por la rareza y la ironía.

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Describir esta campaña presidencial como “poco convencional” es como decir que Donald Trump es “un buen muchacho”. La realidad es que el jactancioso magnate no tiene nada ni de bueno ni de muchacho,  y la campaña no es “poco convencional” sino una chocante aberración marcada por la rareza y la ironía.

Un ejemplo es el papel que les ha tocado jugar a los votantes latinos como resultado de la irresponsabilidad de Trump, una especie de elefante en una cristalería, que ha entorpecido el proceso, se ha burlado de él y ha logrado ponerlo patas arriba.

Se espera que más latinos voten el 8 de noviembre que nunca antes, lo que significa que su participación podría ser decisiva en la elección que se avecina. Según el NALEO Educational Fund, más de 13.1 millones de hispanos acudirán a las urnas en toda la nación, un aumento de 17 por ciento desde 2012.

Tan importante se ha hecho el voto latino que el candidato demócrata a la vicepresidencia, Tim Kaine, afirmó que Estados Unidos se encuentra en medio de “un momento hispano”.

Frente a esta realidad, y tras el papel fundamental que tuvieron los latinos en elevar a Obama a la presidencia en dos ocasiones, lo lógico sería que la aspirante demócrata Hillary Clinton, hiciera todo lo posible por buscar su apoyo. No ha sido así. Su campaña ha concentrado sus esfuerzos en estados como Florida y Nevada con grandes poblaciones de hispanos y ha desatendido las campañas publicitarias tradicionales en español en mercados claves. Tal estrategia, opinan algunos críticos, no es lo suficientemente amplia.

 “No somos una comunidad de tres estados, somos una comunidad de 50 estados”, le dijo al Washington Post Arturo Vargas, director ejecutivo del NALEO Educational Fund. “Ignoran a los latinos y no hay un esfuerzo real por llegar a ellos”.

La gente de Clinton no está de acuerdo.

“Mucho de esto ha evolucionado para incluir formas de llegar a los latinos que no son evidentes para gente de la vieja escuela”, le dijo al Washington Post la estratega demócrata María Cardona. “La campaña de Clinton y el DNC están enfocados muy estratégicamente en los millennials latinos”.

En cualquier caso, hay otra explicación para el esfuerzo limitado de los demócratas para persuadir a los latinos a que voten por Clinton el 8 de noviembre: su rival republicano está haciendo el trabajo por ellos.

Es decir ¿por qué molestarse cuando la odiosa retórica de Trump ha resultado ser tan efectiva en empujar a los latinos hacia el campo demócrata? Los votantes latinos no son ni tontos ni masoquistas, y no van a favorecer a alguien que ha basado su campaña en insultarlos, mentir acerca de su carácter y en prometer perseguirlos, encarcelarlos y deportarlos.

Tal y como sucediera hace cuatro años cuando el candidato republicano a la presidencia Mitt Romney abogara por la autodeportación, los votantes hispanos, que en aquel entonces se sumaron masivamente a la candidatura de Obama y lo impulsaron a la victoria, apoyarán a la nominada demócrata el Día de la Elecciones, no porque confíen demasiado en ella sino porque desconfían mucho más de su jactancioso oponente.

 “Trump es un fascista y nos odia, si no eres blanco no le importas para nada”, afirmó María Arias, una entrenadora personal en Manhattan oriunda de Guatemala y ciudadana estadounidense. “Hillary no ha sido buena para mi país, pero es mejor que Trump. Voy a votar por ella porque tendría que estar loca para votar por Trump”.

Arias podría haber estado hablando por millones de personas en todo el país.

Mientras que la campaña de supremacía blanca del “bad hombre” Trump se desploma bajo el peso de la revelaciones sobre su repugnante comportamiento hacia las mujeres, su insistencia en planes absurdos como construir un muro en la frontera sur y hacer a México pagar por él,  sus rabietas ridículas y su negativa empecinada a reconocer su fracaso, se hace cada vez más obvio que, irónicamente, Clinton, quien está a punto de convertirse en la primera mujer presidenta, tiene mucho que agradecerle a su oponente racista y  misógino. Éste ha conseguido, si no otra cosa, enajenar a latinos, mujeres, negros, musulmanes, gays y a toda la gente cuerda de EE.UU. que ven en Clinton su única opción.

“El voto latino podría ser la diferencia en estas elecciones. El poder del voto hispano en estados claves como Nevada, Colorado, Virginia, Florida, Arizona y Carolina del Norte ... podría decidir nuestro futuro presidente mucho más que en cualquier otra elección en nuestra historia”, manifestó Kaine. 

Kaine tiene razón, pero para que así sea es indispensable que todos –repito, todos—salgamos a votar contra Donald Trump y su despreciable ideología el 8 de noviembre. n

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