[OP-ED]: El trabajo gratificante no es necesariamente “divertido”
Mis estudiantes saben que ellos son muy importantes para mí. Saben que me encanta hacer bromas y que intento hacer interesantes los temas áridos. Pero también saben que libro una batalla unipersonal contra lo “divertido”.
No es que no me guste divertirme, es que los jóvenes que pasan de la secundaria a la universidad y, finalmente, a la adultez, deben entender que para triunfar--ya sea en los estudios o en la carrera--hay que trabajar arduamente. Y el trabajo arduo puede ser muchas cosas, pero pocas veces provoca risas de diversión.
Mis estudiantes saben que ellos son muy importantes para mí. Saben que me encanta hacer bromas y que intento hacer interesantes los temas áridos. Pero también saben que libro una batalla unipersonal contra lo “divertido”.
No es que no me guste divertirme, es que los jóvenes que pasan de la secundaria a la universidad y, finalmente, a la adultez, deben entender que para triunfar--ya sea en los estudios o en la carrera--hay que trabajar arduamente. Y el trabajo arduo puede ser muchas cosas, pero pocas veces provoca risas de diversión.
Todo el año estuve explicando cómo, a pesar de la promesa de la así llamada economía de la información, que acoge a computólogos y programadores, siguiendo el espíritu de Silicon Valley, en oficinas con juegos de mesa y cerveza libre para todos, la mayoría de los puestos de trabajo son puro trabajo.
Tengo que machacar esa idea porque, contrariamente a lo que leemos en la sección de negocios de la prensa, no todo es pilotaje teledirigido, empresas nacientes y creación de aplicaciones.
Obtener un puesto de remuneración decente como contador, abogado, ingeniero, médico o cualquier tipo de analista, requiere una enorme cantidad de tiempo y de esfuerzo intelectual, ninguno de los cuales puede describirse correctamente como “diversión”.
Sin embargo, como sociedad, seguimos vendiendo esta idea de la diversión como el máximo objetivo, tanto de la educación como del trabajo.
Ayelet Fishbach, profesora de ciencias del comportamiento y marketing en la Booth School of Business, de la Universidad de Chicago, escribió recientemente en el New York Times: “Para identificar un trabajo satisfactorio, la gente debe pensar en el ambiente de la oficina y en realizar un trabajo que sea interesante y divertido. … Agreguen beneficios presentes a sus horas de trabajo. Escuchar música, hacerse amigos y romper la rutina con actividades sociales. Hagan todo lo que los hace felices en el trabajo, pueden perseguir sus objetivos durante más tiempo si su trabajo es placentero en el momento.”
Debemos superar esa idea de que el trabajo debe entretenernos para que tenga significado.
Tal como escribe el autor y computólogo Cal Newport en su libro “Deep Work: Rules for Focused Success in a Distracted World,” los que triunfan en nuestra nueva economía del conocimiento serán los que puedan aprender sistemas complejos rápidamente, para después tomar decisiones inteligentes cuando esos sistemas cambien rápidamente.
Los que triunfen serán los que puedan realizar actividades profesionales en un estado de concentración sostenida, libre de distracciones, que lleve la capacidad intelectual a su límite, creando un valor nuevo difícil de reproducir.
Y sin embargo, Newport dice que en una época de “herramientas de redes” (que describe como una amplia categoría que incluye emails, textos, redes de medios sociales como Twitter y Facebook, y sitios Web de información-entretenimiento como BuzzFeed y Reddit), “los trabajadores del conocimiento reemplazan el trabajo profundo con alternativas superficiales-- enviando y recibiendo mensajes de email constantemente como routers humanos, con frecuentes recesos para momentos rápidos de distracción. … Es como si nuestra especie hubiera evolucionado de tal forma que florece con lo profundo pero se regodea en lo superficial.”
Newport señala que la sociedad nos vendió la idea errada de que lo que importa para estar satisfecho con la carrera son los aspectos específicos del trabajo que escogemos. “Según esa manera de pensar, hay algunos trabajos enrarecidos que pueden ser fuente de satisfacción--tal vez trabajar en una organización sin fines de lucro o iniciar una empresa de software--mientras todos los demás son fríos y aburridos.”
Pero, concluye, tratar los trabajos no enrarecidos como un ejercicio de destreza puede provocar una sensación de logro y de satisfacción personal y profesional. “Sea uno lo que sea, escritor, especialista de mercadeo, consultor o abogado: El trabajo de uno es un arte, y si uno pule su capacidad y la aplica con respeto e interés, puede generar, como un carretero diestro, significado en los esfuerzos cotidianos de la vida profesional.”
Para extraer ese significado de lo que de otra manera sería una carga, es necesaria la capacidad de llevar a cabo operaciones difíciles con constancia--lo que requiere sacrificio, concentración y determinación.
El desafío aquí, realmente, no es que ese esfuerzo continuo sea agradable con cómodas poltronas, refrigerios gratis y Wi-Fi de alta velocidad, sino encontrar placer en lograr algo.
“El compromiso con el trabajo profundo no es una posición moral ni una declaración filosófica--es admitir en forma pragmática que la capacidad de concentración nos permite realizar cosas valiosas,” concluye Newport. “El trabajo profundo es importante, en otras palabras, no porque las distracciones representen el mal, sino porque permitió que Bill Gates iniciara una industria de miles de millones de dólares en menos de un semestre.”
Pueden considerarlo satisfactorio o gratificante. Pero no lo llamen “divertido”.
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