[OP-ED]: El retorno del Centro
Ahora hay una sabiduría establecida de que estamos siendo testigos del auge de fuerzas radicales de la izquierda y de la derecha alrededor del mundo. Populistas de ambas variantes, quienes comparten el desprecio por la globalización, están vigorizados y seguros de que el futuro está siguiendo su camino. Pero el centro ha crecido nuevamente, incluso en el corazón del antiguo mundo.
Ahora hay una sabiduría establecida de que estamos siendo testigos del auge de fuerzas radicales de la izquierda y de la derecha alrededor del mundo. Populistas de ambas variantes, quienes comparten el desprecio por la globalización, están vigorizados y seguros de que el futuro está siguiendo su camino. Pero el centro ha crecido nuevamente, incluso en el corazón del antiguo mundo.
Tengamos en cuenta a Emmanuel Macron, ex banquero de Rothschild, de 39 años de edad, quien actualmente es el que posee más posibilidades de convertirse en el próximo presidente de Francia. Las encuestas indican que la candidata de extrema derecha, Marine Le Pen, está liderando el sector de los candidatos en la primera ronda con alrededor del 25 por ciento del voto. Sin embargo, en la segunda ronda, que solamente enfrenta a los dos candidatos principales entre sí, se estima que Macron la superará con facilidad. Tengamos presente que Macron está enfáticamente a favor del libre comercio, de la globalización, de la Unión Europea y de la alianza transatlántica y, aún así, está creciendo en un país que es definido frecuentemente por sus sindicatos de trabajadores fuertes, su escepticismo del capitalismo y por su poca confianza en Estados Unidos.
¿Por qué? Debido a que Macron es, sobre todo, una persona ajena, un reformador y un político carismático. Estas cualidades parecen ser mucho más importantes que una lista de verificación ideológica. Los estudios de ciencias sociales han mostrado persuasivamente que las personas se conectan con los candidatos en un nivel intuitivo y luego racionalizan esa conexión al estar de acuerdo con sus propuestas políticas. Había una diferencia pequeña entre la ideología de Bill y la de Hillary Clinton. No obstante, los votantes en el centro de Estados Unidos sintieron, en un nivel emocional, que Bill “los entendía” y nunca sintieron lo mismo respecto a Hillary.
Los europeos y estadounidenses sienten que hay un estancamiento en la economía y en la política de occidente. Como siempre, están frustrados con los negocios y ven el orden establecido como corrupto, paralizado y alejado de la realidad. La campaña de Macron está funcionando ya que está rebosante de energía. Su nuevo partido tiene el nombre de “On the Move!” (En movimiento), su libro de campaña posee el siguiente título: Revolución.
“Macron es, en cierto sentido, el hermano buenmozo de Marine Le Pen”, dijo el erudito de la universidad de Columbia, Mark Lilla. “Ambos llenan un vacío creado por el colapso de los grandes partidos. Alrededor de toda Europa, los partidos políticos principales representan antiguas divisiones entre la iglesia y el secularismo, el capital y el trabajo. Macron y su movimiento son nuevos. Él representa a las empresas incipientes, a los jóvenes, a la tolerancia, a la flexibilidad y, sobre todo, a la esperanza”.
Estamos viviendo en un cambio enorme en la política y estamos observando el brote del populismo. Pero esto no significa que no haya otras fuerzas y sentimientos en marcha. El mundo se encuentra cada vez más conectado, diverso y tolerante, y cientos de millones de personas en el occidente, especialmente los jóvenes, celebran esta realidad. Macron defiende estos ideales, incluso mientras que apela a otros que están más nerviosos debido al mundo cambiante.
Macron no es un fenómeno aislado. Tengamos en cuenta a Alemania, donde se ha hecho mucho con respecto al decrecimiento en el número de votos de Angela Merkel. Pero Merkel ha estado en el poder por casi una década, punto en el cual ningún líder occidental ha sido capaz de mantener un apoyo entusiástico. Tanto Margaret Thatcher, como Tony Blair y Helmut Kohl, observaron cómo sus índices de aprobación decayeron luego de diez años. Y la mayor competencia de Merkel viene de Martin Schulz, de centro izquierda, ex librero, que incluso está más a favor de Europa es más cosmopolita y se encuentra más aún a favor de la globalización.
“El orden político está complicado en la actualidad” dijo Lilla. “Eventualmente se resolverá alrededor de la nueva división, las personas cómodas con la globalización y aquellas que se oponen a esta.” Sin embargo, para aquellos de nosotros en el centro, que vemos a la globalización como una fuerza positiva, necesitaremos comprender la importancia del desarraigo cultural causado por la inmigración a gran escala en décadas recientes.
El centro puede ganar. Europa no está inexorablemente encaminada hacia el nacionalismo de ala derecha que abandona a la Unión Europea, a la integración económica, a la alianza transatlántica y a los valores occidentales. No obstante, mucho depende de Estados Unidos, el país que creó la concepción estratégica e ideológica del occidente. Un líder europeo superior que asistió a la conferencia de seguridad de Munich la semana pasada, señaló que a pesar de algunas palabras tranquilizadoras de oficiales estadounidenses mayores, “varios de nosotros estamos convencidos de que la Casa Blanca está tratando de elegir a Le Pen en Francia y de derrotar a Merkel en Alemania”. Además, hay una conversación vertiginosa de parte de Stephen Bannon con respecto a debilitar a la Unión Europea y destruir al orden establecido.
Si Estados Unidos alienta la destrucción de instituciones occidentales centrales e ideales, entonces el occidente podría bien desenredarse. No obstante, esta no sería una de aquellas historias del declive de la civilización frente a amenazas externas. Sería una herida auto infligida, que podría ser mortal.
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