[OP-ED]: El juego Secret Hitler gana aceptación en época de Trump
¡Me encanta cuando mi ecléctico gusto para las lecturas coincide con noticias extrañas!
La semana pasada, mientras devoraba la magnífica obra de Mary Pilon, “The Monopolists: Obsession, Fury and the Scandal Behind the World’s Favorite Board Game”, tramaba la manera de escribir sobre este letárgico libro de negocios de 2014.
Quizás sólo fanáticos reales del juego Monopoly consideren escoger un libro de ese tipo. Pero una vez que se inicia su lectura, sería difícil para cualquier lector no sentirse cautivado por la saga épica sobre la manera en que ese juego con temática de bienes raíces se propagó como la pólvora mucho antes de que Parker Brothers lo comercializara durante la Gran Depresión.
El libro se las arregla para tratar de todo, desde Abraham Lincoln hasta los Cuáqueros y una alegre feminista que inventó un pasatiempo casi idéntico llamado “The Landlord Game”. Culmina con la historia de cómo un hombre casi llevó a su familia a la quiebra y perdió su matrimonio en su búsqueda por develar toda la verdad sobre el origen del juego. “The Monopolists” es simplemente fascinante.
Así es que me llené de alegría cuando vi un noticia sobre Secret Hitler, un juego de deducción social que modela el surgimiento del fascismo en una democracia. El juego gira en torno a 10 jugadores que adoptan identidades de fascistas y liberales, mientras intentan encontrar y detener a un Hitler Secreto entre ellos.
Aparentemente, el juego se ha propagado como todos los entretenimientos conectados a la ansiedad causada por la presidencia de Trump, entre ellos, la adaptación para TV del libro de Margaret Atwood “The Handmaid’s Tale” y la novela de 1932 de Aldous Huxley “Brave New World.”
Secret Hitler obtuvo publicidad adicional en febrero, después de que uno de sus creadores enviara una copia del mismo a todos los senadores de Estados Unidos con un mensaje que decía: “Pensamos que nuestro juego podría [parecerles] relevante a usted y a su personal, mientras negocian el equilibrio de poder con la Casa Blanca de Trump.”
Lo que me interesó a mí es una historia sobre Secret Hitler que incluía esta cita de un investigador de mercado de Euromonitor International: “Individuos de 18 y más años han comenzado a jugar más juegos de mesa en los últimos años y las ventas siguen elevándose” para títulos independientes, lanzados en plataformas de financiación colectiva como Kickstarter.
Es un hecho asombroso en la época de juegos en línea de múltiples jugadores, que presentan mundos colaborativos a los que los jóvenes se sienten atraídos y en los que se sumergen. Pero casi palidece si se lo compara con la popularidad que los juegos de mesa tuvieron a fines del siglo XIX.
Según Pilon, en aquel momento, aunque los diarios tenían un lugar prominente en la vida estadounidense, los juegos de mesa atraían a la gente más que cualquier otro medio. “Los diarios proporcionaban gratificación instantánea, pero los juegos de mesa proporcionaban comunidad e intimidad. La gente los jugaba durante horas y establecía estrechos vínculos con ellos, mientras que los diarios se desechaban y eran inherentemente reemplazables. Los juegos de mesa constituían recuerdos íntimos.”
(Yo todavía tengo, y juego, con el juego de Monopoly que recibí de regalo de niña.)
Y, en verdad, la popularidad de los juegos de mesa aumentó de tal manera que, para comienzos de la década de 1970, los estudiantes universitarios competían en maratones de Monopoly, y aspiraban a campeonatos nacionales y mundiales.
Aún más cautivante es la relación en la vida real entre los juegos de Monopoly y la segunda Guerra Mundial.
“Durante la Segunda Guerra Mundial, los Aliados utilizaron una variedad de objetos, entre ellos juegos, para contrabandear productos a los prisioneros de guerra. Escondían radios en tableros de Cribbage, mapas de seda en mazos de naipes y brújulas en botones o en el forro de tela”, escribe Pilon. “En Estados Unidos, oficiales militares compraban tableros de Monopoly y extraían la capa superior con vapor para crear una cavidad central. Dentro de ellas colocaban los mapas. El proceso era difícil--algunos tableros se abrían al vapor con más facilidad que otros--y evitaba la involucración directa de Parker Brothers. Otras empresas de juegos participaron en el esfuerzo bélico. Milton Bradley convirtió sus fábricas de juegos en fábricas de misiles, ametralladoras, rifles y empalmes utilizados en los trenes de aterrizaje de los aviones. La empresa continuó fabricando también algunos juegos para soldados--como su fundador hiciera casi un siglo antes durante la Guerra Civil.”
Parte de esa leyenda hizo que Monopoly representara internacionalmente los aspectos positivos de Estados Unidos y simbolizara el capitalismo, lo cual es bastante irónico considerando que el juego fue concebido originalmente como una crítica a la codicia estadounidense. También elevó los espíritus de los miembros de las fuerzas armadas que bien necesitaban de una diversión.
Caramba, tendré que esperar a que llegue mi Secret Hitler en el correo para jugar con mi familia. Pero hasta entonces, Pilon me ha brindado estrategias de conocedores para ganar mi siguiente partida de Monopoly.
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