Hay que darle crédito al hombre. Donald Trump es el primer presidente electo –no, la primera persona en el mundo– en conducir asuntos de política exterior vía Twitter.

Fue por Twitter cómo Trump informó a un mundo cada vez más asustado acerca de su conversación telefónica con la presidenta de Taiwán la semana pasada. Y fue también por medio de Twitter que se quejó sobre la política militar y económica de China, provocando lo que podría convertirse en una enorme crisis diplomática.

Si el hombre que inventó la diplomacia del Twitter puede crear este problema en el mundo sin siquiera haber tomado posesión, imagínense el caos que podría crear los próximos cuatro años.

Ahora bien, si usted piensa que pelear con China, el país más poblado del mundo, a razón de 140 caracteres cada vez es una locura o una estupidez, le aconsejo que lo vuelva a pensar.

Después de todo, Trump era el candidato presidencial más improbable de la historia pero, contra todos los pronósticos, será quien ocupe la Casa Blanca en unas pocas semanas. Y por esta victoria tiene mucho que agradecer a Twitter y al astuto uso que hizo del mismo.

Mientras tanto quiero darles un mensaje a todos esos que se rieron de sus locuras de campaña y creyeron que el bufonesco millonario no tenía una agenda ideológica: piensen otra vez. Este hombre es capaz de confundir a todo el mundo — Republicanos y Demócratas— que no esperaron nunca que le diera seguimiento a la mayoría de sus promesas de campaña. Pero al ver a quiénes ha escogido para ocupar puestos en su gabinete ministerial, queda claro que era eso exactamente lo que se proponía hacer.

Aunque Trump no ha escogido aún a su secretario de Estado de entre un extraño grupo de candidatos que incluye a un demencial Rudy Giuliani, al peor embajador que jamás ha pasado por la ONU, John Bolton, y al camaleónico Mitt Romney entre otros, el alboroto provocado por la llamada a Taiwán y el twit sobre China no hubiesen sido sorpresa si la promesa de campaña de Trump de ser más duro con China se hubiera tomado en serio.

El hecho es que sus seleccionados para el gabinete podrían haber sido escogidos por la ultraconservadora Heritage Foundation.  Prácticamente todos ellos tienen una larga historia de oposición militante a los programas de Obama sobre inmigración, salarios, el medio ambiente etc.

Echemos una ojeada a lo que les espera a los inmigrantes. Desde Mike Pence reafirmando que se construirá el muro fronterizo y que México lo pagará, y el nombramiento del rabioso senador antiinmigrante por Alabama Jeff Sessions como Procurador General, hasta la posibilidad de que o el racista exalguacil de Arizona Joe Arpaio, o Kris Kobach, el secretario de estado de Kansas y consejero de Trump en asuntos de inmigración que fue quien creó al plan de autodeportación de Romney en 2012 sea nombrado jefe de Homeland Security, sin olvidar a Stephen K. Bannon, el ideóloga racista que es nada menos que el estratega principal de Trump, el cuadro es uno de un estado policiaco en el que los inmigrantes serán tratados como criminales, perseguidos y victimizados. Pare ellos, que ya están experimentando una explosión en el número de crímenes de odio en su contra, el futuro no puede ser más sombrío.

Por eso es que los inmigrantes, los grupos comunitarios, las iglesias y todas las personas decentes del país tiene que movilizarse, organizarse y resistir los planes extremistas de la administración entrante.

La agenda fascista de Donald Trump no puede prevalecer.