OP-ED El efecto Trump: Matando las esperanzas republicanas
Diplomatic it was not, but in an open letter to Donald Trump made public on Monday, U.S. Rep. Filemon Vela (D-TX) surely found a colorful way to express the…
Diplomático no fue, pero en una carta abierta a Donald Trump que se publicó el lunes, el representante demócrata por Texas, Filemón Vela encontró una manera muy gráfica de expresar los sentimientos de millones de personas.
“Mr. Trump”, escribió Vela, “usted es un racista así que coja su muro fronterizo y métaselo por…” bueno, ya ustedes se imaginarán por dónde.
Casi se pueden escuchar los vítores de cientos de miles de mexicoamericanos (como Vela) así como de otros tantos inmigrantes mexicanos a las palabras del político tejano.
De hecho, este fue solo uno de varios incidentes ocurridos la semana pasada que apuntan a un disgusto creciente entre los votantes, los medios e incluso su propio partido con los “chanchullos y estupideces” del desvergonzado aspirante a la presidencia.
No fue una semana buena para el jactancioso millonario, cuya campaña cargada de odio parece estar implosionando a toda velocidad. El aire de invencibilidad que rodeó a Trump después de las primarias era solo eso, aire. En realidad su desplome no debería sorprender a nadie.
“Se está volviendo cansón, y eso es bueno. Me refiero al aspirante presidencial Donald Trump y sus continuos chanchullos y estupideces”, escribí en este mismo espacio el 20 de mayo. “A pesar de la fascinación de los medios con el arrogante millonario, menos para sus seguidores republicanos, su acto de teatro bufo está llegando a su agotamiento”.
Sí, ya sé que hacerse propaganda uno mismo no es precisamente elegante, pero tras ver estos últimos días que tuve razón cuando predije la autodestrucción del presunto aspirante republicano, no pude evitarlo.
No es ningún secreto que Trump es racista, pero los prejuicios del hombre que, con el tono de un dueño de plantación urgió a los asistentes a un mitin en California el viernes a que vieran a “mi afroamericano allí”, se han convertido en objeto de mucha discusión –y peor, de mucha burla— en la prensa y los medios sociales.
Pero ese lapso subconsciente tan revelador que, por cierto, no le ganó ninguna simpatía entre los afroamericanos, no fue la peor de sus “meteduras de pata” la semana pasada.
Está también su acusación al juez federal Gonzalo Curiel, nacido en Indiana, de ser un “odiador”. Sin vergüenza ninguna Trump ha usado la herencia mexicana de Curiel para acusarlo de tener un conflicto de intereses y tratar de descalificarlo.
“Voy a construir un muro, OK? Voy a construir un muro. ... ´Él pertenece a una sociedad donde, usted sabe, muy pro-México. Y está bien. Pero creo que debe retirarse del caso”, le dijo Trump el viernes a Jack Tapper, de CNN. El periodista le preguntó en 23 ocasiones si eso no era racismo y obtuvo 23 respuestas negativas.
Nadie se cree los ataques de Trump a Curiel. El juez se convirtió en el blanco de esos ataques llenos de odio tras ordenar que se hicieran públicos los documentos internos de la difunta Trump University. Dichos documentos dejan al descubierto que la tal universidad “no era más que una estafa”, en las palabras del fiscal general de Nueva York, Eric Schneiderman.
“Miles de personas fueron despojados de millones de dólares. Vamos a conseguir que ese dinero se les devuelva a los miles que fueron estafados”, añadió Schneiderman.
La semana no fue buena para Trump, que logró enajenar a todavía más latinos y afroamericanos. Y no fue buena tampoco para el partido republicano que está viendo cómo la deshonestidad, la ignorancia y el racismo de su candidato presidencial aplastan poco a poco sus esperanzas de llegar a la Casa Blanca.
No, no fue una buena semana para ellos. Para todos los demás, fue sencillamente grandiosa.
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