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Obama y Brasil: ¿Nuevo comienzo?

He aprendido a no cifrar demasiadas esperanzas en la diplomacia presidencial, pero la próxima visita del presidente Obama a América Latina es una oportunidad…

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Visitará también Chile y El Salvador. En El Salvador, un
Presidente de centro-izquierda, Mauricio Funes, ha desbaratado con valor el
empeño de su coalición marxista en empujar al país hacia el bando (cada vez más pequeño) de Hugo Chávez. En cuanto a Chile,
ese país sigue siendo América Latina en su mejor expresión. Pero lo
verdaderamente trascendente es la relación con Brasil, que representa el 40 por
ciento del producto interno bruto interno de América Latina.

Cuando Obama llegó al poder, tenía sueños de una alianza
estratégica con Lula da Silva. Estaba encantado de que Brasil asumiera el liderazgo político, cultural y económico del sur del
hemisferio. Pero Lula decidió emplear todas las oportuniaddes —las cumbres
del G-20, las
negociaciones con Francia para la adquisición de aviones de combate, el mantenimiento de la paz en Haití, la crisis hondureña precipitada por un aliado de Chávez— para antagonizar a Estados Unidos. Su ingenua creencia de
que la única manera de mejorar el "estatus" de su país era abrazar a los
enemigos de Washington, sobre todo a Irán, lo llevó a perder influencia en
círculos serios.

Como buena parte de
América Latina se estaba alejando del aquelarre populista, Brasil perdió la
ocasión de ser una fuerza modernizadora más allá de sus fronteras.

Sobre el papel y teniendo en cuenta sus antecedentes así como su apego
espiritual a Lula, la nueva Presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, prometía ser
aún peor en materia de política exterior. Pero tras asumir el poder en enero,
indicó que se alejaría de los excesos de los años de Lula, no sólo en política
interna —por ejemplo, atacando
la carga fiscal y por tanto las tasas de interés absurdamente altas— sino también en
política exterior.

La relación con Estados Unidos siempre ha sido
difícil. A comienzos del siglo 20, Brasil se opuso a los planes norteamericanos
para una unión aduanera y alianza política de todo el hemisferio, argumentando
que se trataría de un bloque antieuropeo en lugar de un hemisferio integrado.
Casi un siglo más tarde, Lula se resistió a otro intento de crear una zona de
libre comercio continental, esta vez porque ella serviría a los intereses
estadounidenses……a pesar de que otros 29 países la apoyaban. Por supuesto,
ahora que China es el principal socio comercial de Brasil —algo que no habría tenido lugar si una zona de
comercio genuinamente libre hubiese visto la luz del día en el hemisferio
occidental— el gigante
sudamericano se queja de que Beijing ¡socava su tejido industrial!

Hay quienes afirman que el complejo
antiamericano de Brasil se remonta a la época, tras la Segunda Guerra Mundial,
en que Washington incumplió su promesa de otorgar a los brasileños un asiento
permanente en el Consejo de Seguridad en recompensa por su apoyo contra los
nazis. Aparte de que Rusia y China, dos gobiernos con poder de veto, se
opusieron a las ambiciones de Brasil en ese momento, varios otros factores han
contribuido a la relación tensa. Entre ellos están: el legado nacionalista y
estatista del brasileño Getulio Vargas; el apoyo de Washington al golpe de Estado
de 1964; las políticas "no alineadas" de la dictadura militar que a la larga
resultaron de ese golpe; el programa nuclear rasileño de los 70´, y la
mentalidad defensiva de muchos líderes brasileños que consideran que el ascenso
de su país sólo es posible frente o contra Estados Unidos.

Es demasiado pronto para decir si Dilma
Rousseff acabará o no con el complejo antiamericano. Pero está en condiciones
de hacerlo. Viniendo de la izquierda revolucionaria, sus credenciales son
impecables ante la poderosa base política del Partido de los Trabajadores y más
allá. A la derecha, el influyente ex Presidente Fernando Henrique Cardoso y
otros ya han superado el complejo de todos modos.

Estados Unidos, como sabemos, ha hecho lo
suficiente para socavar su propio "estatus" en los últimos años, justo cuando
otros surgen como potenciales superpotencias. Pero es patético pensar que Brasil o cualquier otro
país puede provocar o acelerar la decadencia de Estados Unidos, o que puede
hacerse poderoso actuando como un trasnochado izquierdista de los años 60´. Si
quieres ser un líder mundial, debes comportarte como tal.

Alvaro
Vargas Llosa es académico senior en el Independent Institute y editor de
"Lessons from the Poor". Su dirección electrónica es
AVLlosa@independent.org.

(c) 2011, The Washington Post Writers Group