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Otto Pérez Molina (i), Presidente de Guatemala.  World Economic Forum/swiss-image.ch/Photo Mirko Ries (CC BY-NC-SA 2.0)
Otto Pérez Molina (i), Presidente de Guatemala.  World Economic Forum/swiss-image.ch/Photo Mirko Ries (CC BY-NC-SA 2.0)

Obama, Otto Pérez Molina y el peligro de criar cuervos

Según Otto Pérez Molina, la crisis de los niños migrantes se puede solucionar con una “inversión” de mil a dos mil millones de dólares. Naturalmente la…

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Según Otto Pérez Molina, la crisis de los niños migrantes se puede solucionar con una “inversión” de mil a dos mil millones de dólares. Naturalmente la inversión tendría que venir de EEUU, quien según esta publicación que Pérez Molina hiciera en The Guardian es el mayor responsable de la tragedia. El artículo pareciera ser una estrategia de lo más chafarotesca para extorsionar a EEUU.

Cierto, las intervenciones de EEUU en Guatemala desde 1954 han sido desastrosas, pero la pobreza extrema, explotación y desigualdad obscena son más viejas que la Doctrina Monroe, puede decirse con certeza que no fueron inventos del Tío Sam. Decir que el conflicto en Guatemala fue “creado por ideologías comunistas y anticomunistas” no solo es falso sino un intento lamentable de evadir responsabilidad.

El que Pérez Molina no diga una sola palabra sobre el papel que jugaron sus amos políticos en la tragedia humana de los niños migrantes dice muchísimo. Y es que el hecho de que Pérez Molina representa los intereses de la élite económica no puede subrayarse lo suficiente. De acuerdo a CEPAL, la carga tributaria en Guatemala en el año 2011 fue 10.9% del PIB, una de las más bajas en América Latina. En términos prácticos, Guatemala es un paraíso del laissez-faire donde la élite virtualmente no paga impuestos. Todo tipo de exenciones, incentivos, créditos y amnistías fiscales aseguran que la mayoría de negocios no pague más del 5% de sus ingresos brutos en impuestos.

A sabiendas del problema crónico de recaudación, Pérez Molina incrementó en el 2012 los incentivos fiscales a la élite que no pagaba casi nada. El resultado ha sido un desastre. La excusa de que el gobierno no ha podido desarrollar programas básicos de salud y educación por las guerras impuestas por EEUU no solo es falso sino pone en evidencia la hipocresía de quien deliberadamente, desde el primer día priorizó fortalecer al ejército y a la policía a expensas de salud y educación.

Tiene razón Pérez Molina cuando dice que países como Guatemala pagan un precio muy alto por la adicción a las drogas de los países ricos. Sin embargo, se le olvida mencionar que los narcos explotan la crisis permanente creada por las élites incompetentes que él representa. La triste realidad es que en muchos lugares remotos el narco da las oportunidades económicas que ni el gobierno ni el sector privado proveen.

Pérez Molina es suficientemente inteligente para saber que la crisis de los niños migrantes es una papa caliente en Washington. Sabe que Obama no tiene espacio para maniobrar. La oportunidad para extraer millardos de dólares es única. Cuando recordamos que su CV incluye haber estado en las planillas de la inteligencia gringa uno no puede sino concluir que es más fácil para Pérez Molina pedirle dinero a Obama que forzar a las élites guatemaltecas a pagar impuestos. Ya lo dice el dicho: cría cuervos y te sacarán los ojos.

Para ser justos a EEUU le corresponde una buena parte de la responsabilidad de la crisis. Muchas injusticias y abusos se cometieron en nombre de su seguridad nacional. Sin embargo, de la misma manera que es imposible negar que EEUU ha estado del lado equivocado de la historia debe aceptarse que la raíz del problema de los niños migrantes en la mentalidad semi feudal de las élites, no factores externos.

A largo plazo, EEUU tiene dos opciones para resolver la crisis de los niños migrantes. La primera es business as usual, solucionar los problemas con dinero, reencauchar la alianza con las élites incompetentes y la compra de influencia de mercenarios corruptos como Pérez Molina. La segunda opción es desacoplarse, repeler la Doctrina Monroe, no interferir con los procesos políticos, dejar que las élites se las arreglen solas y cero “ayuda”.

 

Pero EEUU puede únicamente escoger una opción. Con la primera (lo más probable) le tocaría aceptar la inmigración de menores como un acto de resistencia pacífica, porque implicaría revalidar la alianza con las élites incompetentes que forzaron la salida de los menores; seria además una solución temporal que llegaría hasta donde llegue el dinero. La segunda opción sería la mejor tanto para Guatemala como para EEUU; más fácil de implementar, barata y efectiva a largo plazo; sin embargo, sería un reto político enorme cuando se consideran las tendencias imperialistas de Washington.

Esta columna apareció en la revista El Salmón el 6 de agosto. Se publica con la autorización del autor y de la revista. Creative Commons License, El Salmón