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No Podemos o No Queremos

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No
obstante, una pasividad destructiva se ha apoderado de nuestro discurso. Si se
enciende la televisión, se verá a algún experto satisfecho de sí mismo,
declarando que no se puede hacer gran cosa sobre los problemas de corto plazo
de la economía (recordatorio: este "corto plazo" ya está ahora en su cuarto
año), que, más bien, deberíamos concentrarnos en el largo plazo.

Esto
hace que las cosas estén precisamente mal. La verdad es que la generación de
empleos en una economía deprimida es algo que el gobierno podría y debería
estar haciendo.

Sí, hay
enormes obstáculos políticos frente a la acción – notablemente, el hecho de que
la Cámara de Representantes esté controlada por un partido que se beneficia con
la debilidad de la economía.

Nuestro
fracaso en la creación de empleos es una decisión, no una necesidad; una
decisión racionalizada a partir de un conjunto de excusas siempre cambiantes.

Excusa
número uno: justo al dar vuelta a la esquina, hay un arco iris en el cielo.

¿recuerdan
"los retoños verdes"? ¿recuerda "el verano de la recuperación"?  Quienes formulan las políticas siguen
declarando que la economía está mejorando. No obstante, estas falsas ilusiones
de recuperación han sido una excusa para no hacer nada mientras se encona la
crisis del empleo.

Excusa
número dos: hay que temerle al mercado de bonos. Hace dos años, The Wall Street
Journal declaró que las tasas de interés sobre la deuda de Estados Unidos
pronto aumentarían, a menos que Washington dejara de combatir a la depresión
económica. Desde entonces, advertencias sobre un ataque inminente de los
"vigilantes de bonos" se ha usado para atacar cualquier gasto para generar
empleos.

¿Cómo
han respondido los sospechosos de siempre? Inventando su propia realidad. La
semana pasada, el representante Paul Ryan, el hombre detrás del plan del
Partido Republicano para desmantelar a Medicare, declaró que debemos recortar
el gasto gubernamental para "quitarle presión a las tasas de interés"; la misma
presión, supongo, que ha empujado a esas tasas a niveles bajos casi récord.

Excusa
número tres: es culpa de los trabajadores. El desempleo aumentó durante la
crisis financiera y sus consecuencias. Así que parece extraño argumentar que el
problema real es los trabajadores; que millones de estadounidenses que estaban
trabajando hace cuatro años, pero ahora no están trabajando, de alguna forma
carecen de la capacitación que necesita la economía.

Excusa
número cuatro: tratamos de estimular a la economía, y no funcionó.

Todos
saben que el presidente Barack Obama trató de estimular a la economía con un
enorme incremento en el gasto gubernamental, y que no funcionó. Sin embargo, lo
que todos saben está equivocado.

Sólo
hay que pensarlo: ¿dónde están los grandes proyectos de obra pública? ¿Dónde están
los ejércitos de trabajadores gubernamentales? En realidad, hay medio millón
menos de empleados gubernamentales ahora de los que había cuando Obama asumió
el cargo.

También
vale la pena notar que en otra área en la que el gobierno pudo marcar una gran
diferencia – la ayuda a los propietarios de vivienda que tenían problemas –
casi no se ha hecho nada. No se ha logrado nada con el programa de ayuda
hipotecaria del gobierno de Obama: de 46,000 millones de dólares asignados para
ayudar a que las familias se quedaran con sus casas, se han gastado realmente
menos de 2,000 millones de dólares.

Así que
resumamos: la economía no se está arreglando sola. Ni tampoco hay obstáculos
reales a la acción gubernamental: tanto los vigilantes de bonos como el
desempleo estructural existen sólo en la imaginación de los expertos.

Y si
parece que el estímulo económico falló, se debe a que nunca se intentó
realmente. Al escuchar lo que personas supuestamente serias dicen sobre la
economía, se pensaría que el problema fue el "no, no podemos". Sin embargo, la
realidad es "no, no queremos". Y cada experto que refuerza esa pasividad
destructiva es parte del problema.

© 2011
The New York Times News Service