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Nos preguntamos ¿Por qué hay cada vez más pobres en nuestro mundo? Los economistas aseguran que el origen de la pobreza se encuentra en la formación de sociedades cuya organización está en manos de un grupo limitado de personas que se ocupa fundamentalmente de resolver sus propios problemas, y no los de los que menos tienen. No existe una justa repartición de bienes, ni una verdadera participación de la ciudadanía en elegir a sus gobernantes.

¿Por qué tantos pobres? Las estructuras favorecen solo a un grupo social determinado, que es el que concentra el poder económico y político, creando una situación de inevitable desigualdad: sueldos bajos para los empleados, limitada educación para la ciudadanía vulnerable, escasa democracia, pocas oportunidades de ascenso y de desarrollo. 

¿Cómo crear una conciencia social que se traduzca en justicia y bienestar para todos? Los sociólogos proponen fomentar una campaña intensa y permanente de solidaridad entre los sectores poderosos y los sectores marginados: por una parte, mejorar las condiciones de trabajo, los sueldos, las prestaciones y oportunidades de ascenso a los empleados, y por la otra, la correspondencia de los empleados de ponerse la camiseta de la empresa, y ofrecer trabajo comprometido, de calidad y responsable. 

Muchos países recurren al paternalismo para erradicar la pobreza. Pero el paternalismo es una forma disfrazada de esclavitud. Obliga a la persona a extender la mano para recibir la dádiva del benefactor, y a la vez, crea ese estado de dependencia que la paraliza,  impidiéndole sostenerse sobre sus propios pies. Dicen por ahí que ayuda que no es necesaria, estorba. Lastimosamente, el paternalismo propicia un estado de cosas en que cada vez están las personas más y más necesitadas de ayuda, y cada vez tienen qué extender más la mano para pedir. El daño psicológico de esta condición es muy grave, aunque pertenezca a un país libre, se siente esclavo, y esclavo es la persona que está bajo el dominio de otra y carece de libertad porque está sometido a estados mentales que lo dominan. 

La esclavitud psicológica genera una fuerza poderosa y destructiva en los individuos que con el tiempo se manifiesta en odio, desesperanza, frustración, prejuicios y resentimientos. Estas fuerzas destructivas desintegran interiormente a la persona, privándola de poder y autoridad sobre sus facultades. Pierde su gozo y su fuerza, su iniciativa, y la capacidad de ser dueña de sí misma, de controlar las riendas de su propia vida. 

Los filósofos dicen que la gran tragedia de la vida no es la muerte; la gran tragedia de la vida es lo que dejamos morir en nuestro interior mientras estamos vivos. También dicen que un derecho no es lo que alguien te debe dar. Un derecho es lo que nadie te debe quitar.

"Generalmente se piensa que la mejor manera de combatir la pobreza y la violencia es con educación. Lo que no se aclara es si la educación la deben seguir los pobres para seguir siendo pobres pero con buenos modales, o si también la deben recibir los que hacen que haya más pobres, para así preocuparse y buscar la manera de que no los haya." (Diego E. Capussotto)

Dios, al crear al ser humano lo hizo libre. Lo dotó de inteligencia y capacidad para construir sociedades en que se asegure un ambiente en el cual pueda vivir con decoro y dignidad. Así como las aves no salen de su jaula, de la misma manera los que ignoran su valor personal y lo que pudieran llegar a ser si se atrevieran, no escapan de su miseria. 

Que estamos en crisis es un hecho, pero ante una misma situación pueden darse reacciones diferentes. Una persona esclava del pesimismo puede considerar el actual estado de cosas como insuperable, y pensar y actuar como si todo se hubiera perdido. Otra, puede considerar la crisis como un reto en que se tenga que echar a andar toda la energía, fortaleza, capacidad, esperanza, y espíritu de lucha latente en el corazón de todos los hombres y mujeres de todos los pueblos.