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México, hay que tragarse el orgullo

El orgullo nacional es una buena cosa –hasta que el agua le llega al pecho y su nación se sigue hundiendo.  México aún no está tan hundida, aún, pero partes…

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Aún así
la élite mexicana y los militares permanecen demasiado orgullosos para hacer lo
que deberían inmediatamente: llamar a los Marines.

Lo digo
con cierta tendenciosidad para arrancar a los mexicanos de su estupor
nacionalista.  De hecho deberían
llamar al Ejército de los Estados Unidos, su Marina y la Fuerza Aérea también.  Pero no unidades grandes.  Mas bien, México necesita
desesperadamente especialistas militares estadounidenses estacionadas dentro de
México para asistir al país en la construcción de sistemas poderosos de
inteligencia electrónica y entrenar modernas fuerzas militares y policiales
para reemplazar a las existentes caducas y sofocantes jerarquías.

Lo que
digo resultará insultante a muchos mexicanos, pero hablo desde una postura de
amor por el país y su gente. 
México no es un "estado fracasado" ni una sociedad totalmente corrupta,
como curiosamente tanto nativistas estadounidenses y humanitarios del debate
sobre inmigración claman, unos en procura de cercar a México con un muro y
otros en pro de salvar a los mexicanos y dar la bienvenida a todo el que quiera
venirse.

Pero la
Secretaria de Estado Hillary Rodham Clinton estaba en lo cierto cuando dijo que
los carteles estaban "transformándose en ó haciendo causa común con lo que
podría llamarse insurgencia". Los medios mexicanos y oficiales explotaron en
protesta y el Presidente Barack Obama se disculpó.

No
debería haberse disculpado.  Tanto
los Estados Unidos como México deben reconocer honestamente que los carteles en
México y otras partes del mundo representan lo que un creciente número de
preclaros especialistas están llamando una nueva forma de "insurgencia
criminal".

"Atacan
al estado desde su interior mediante corrupción y violencia en busca de
establecer áreas de influencia en las que puedan operar sin restricciones",
escribió Bob Killebrew y Jennifer Bernal en un recientemente publicado estudio
para el Centro 'New American Security".

Cuando
les concierne, los carteles han acorralado a la policía local, a los políticos
y a la prensa mediante la intimidación, ejecuciones, masacres, y coimas
obligadas.  Más de 200,000 personas
han huido de Juárez, las maquiladoras de frontera que fueron un polo de
crecimiento nacional están pataleando, y mucho líderes empresariales de
Monterrey, el moderno centro industrial de México se han mudado a Texas.

El
Presidente Felipe Calderón valientemente ha tratado de quebrar el ciclo
mediante darle guerra a los carteles, pero luego de 20,000 muertos, la mayoría
de los mexicanos ahora piensan que los carteles están ganando.  El período presidencial de Calderón
fenece en dos años, y México enfrenta la opción de seguir peleando ó retornar a
la vieja política de vivir y dejar vivir con uno ó más de los carteles.  La última opción se pinta como la más
atractiva.

México
necesita por lo tanto asistencia policial y militar ahora.  Sí, asuntos más fundamentales como la
demanda de droga de los Estados Unidos y las débiles instituciones en México
necesitan ser abordadas, pero estas son consideraciones de largo plazo.  Ni siquiera la legalización de la droga,
la cual yo favorezco, hará que los carteles criminales desaparezcan.  Están enquistados en muchos negocios, y
tienen tentáculos a lo largo del hemisferio y en cada ciudad grande y mediana
en los Estados Unidos.

Lo que
se interpone son los líderes militares, políticos, e intelectuales mexicanos aupados
por los intelectuales estadounidenses que aún tienen sus cabezas metidas en las
guerras México-Americanas del siglo diecinueve y e la Guerra Fría del siglo veinte.  Aún hablan de imperialismo y hegemonía,
ambas irrelevantes hoy en día.

Aunque
México es nuestro vecino y supuesto aliado, el ejército mexicano nunca, nunca,
ha participado en un ejercicio militar conjunto con los Estados Unidos, como lo
notó Roderic Ai Camp en un reciente estudio para el 'Woodrow Wilson Center'.

La
Iniciativa Mérida financia en parte entrenamiento policial impartido por mexicanos
en México, los militares mexicanos están estudiando en los Estados Unidos, y México
recientemente ha pedido a nuestro Comando del Norte asistencia para establecer
un centro conjunto de inteligencia. 
Pero esto no es suficiente.

El Plan
Colombia ha sido un éxito gracias a que varios cientos de instructores
militares y operativos de inteligencia trabajan mano a mano  con colombianos dentro de su país.  Más que solo enseñar a los oficiales,
ellos delegan más autoridad a los sargentos y los conscriptos de la clase
trabajadora, algo que los militares mexicanos, al igual que la élite mexicana,
aún tienen que hacer.

© 2010,
The Washington Post Writers Group – Traducción AL DIA NEWS