Está compuesto por personas que pertenecen a dos comunidades
separadas y mutuamente enfrentadas. A un grupo le preocupa que los disidentes
queden definidos por su etnia, mientras que al otro le preocupa que se estén
alejando de ella.

            Son
los republicanos hispanos y sus filas están creciendo. Con una notable
excepción —la derrota del vicegobernador de California, Abel Maldonado, por el
demócrata Gavin Newsome— los republicanos hispanos avanzaron fenomenalmente en
todo el país. De hecho, cuando el 112° Congreso se reúna en enero, habrá en él
nueve republicanos hispanos —un número récord, algunos de ellos apoyados por el
tea party.

            Ahora,
casi todo el mundo conoce el nombre de Marco Rubio, el cubano-americano de 39
años proveniente de una familia refugiada, que fue electo al Senado de Estados
Unidos por Florida.

            Rubio
pronunció el mejor discurso de victoria de la noche. Y éstas fueron algunas de
sus mejores frases:

            "Sé
que Estados Unidos es grandioso", expresó Rubio a sus seguidores, "no porque lo
haya leído en un libro, sino porque lo he visto con mis ojos. Me crié en una
comunidad de exiliados, de gente que perdió su país, de gente que sabe lo que
es vivir en otra parte. A propósito, a la cual estoy orgulloso de pertenecer...
Y sé lo siguiente. No importa dónde vaya, o qué título pueda alcanzar, siempre
seré hijo de exiliados". 

            También
en Florida, el republicano David Rivera fue electo para ocupar un escaño
abierto en la Cámara de Representantes.

            En
Nevada, el republicano Brian Sandoval fue electo primer gobernador hispano.

            En
Texas, donde en este momento no hay republicanos hispanos en la Cámara de
Representantes del estado, cuatro fueron electos. También en el Estado de la
Estrella Solitaria, dos republicanos hispanos —Francisco Canseco y Bill Flores—
fueron electos a la Cámara de Representantes nacional, derrotando a
legisladores demócratas veteranos.

            En
Washington, la republicana Jaime Herrera será la primera latina que represente
a su estado en el Congreso.

            En
Idaho, el republicano Raúl Labrador se convierte en el primer hispano en servir
en el Congreso de ese estado.

            Nuevo
México los superó a todos. Tres republicanos hispanos fueron electos a puestos
de todo el estado en la Tierra del Encanto —Dianna Durán como secretaria de
Estado, John Sánchez como vicegobernador y la estrella en ascenso Susana
Martinez, como gobernadora.

            ¿Qué
significa todo esto? Presento la pregunta a Frank Guerra, un estratega de
mercadeo y comunicaciones del Partido Republicano, que reside en San Antonio y
ha trabajado en las tres últimas campañas presidenciales.

            En
primer lugar, dijo Guerra, significa que habrá una nueva cosecha de
funcionarios hispanos para ayudar al Partido Republicanos a hacer las paces con
los electores hispanos. Hay mucho trabajo que hacer en esa área, ya que la
mayoría de los republicanos parece no poder hablar de la inmigración sin adoptar
un tono anti-hispano. Citando encuestas a la salida de los comicios que
mostraron que alrededor de un 33 por ciento de los hispanos votó a favor de
candidatos republicanos en toda la nación, Guerra se complace con la idea de
que muchos de estos electores no parecen sentir rencor.

            "Esperé
una mayor reacción negativa", dijo. "Incluso con todo el ruido, de alguna
manera, muchos hispanos no nos abandonaron. Debemos ver esto como una
oportunidad para edificar el partido del futuro".

            Para
Guerra, los resultados electorales son otro recordatorio de que la inmigración
no es la única inquietud que impulsa a estos electores.

            "Los
hispanos no están atados a un solo asunto", insistió. "Puede teñir su opinión.
Puede apasionarlos durante la campaña. Pero, cuando la elección se acerca,
piensan en lo que realmente los va a impactar a ellos y a sus familias. Y en
este momento, los hispanos están sintiendo lo mismo que los demás, que el país
va en dirección equivocada".

            Pero
lo importante ahora es la dirección que tome el Partido Republicano a partir de
este momento. Si los hispanos aún están dispuestos a conceder al partido una
audiencia justa, entonces el partido debe darles algo que valga la pena
escuchar.

            "Veo
una oportunidad", dijo Guerra. "No hemos resuelto el problema (de alienar a los
hispanos) pero estamos en la  buena
senda".

            Quizás.
Y, si el Partido Republicano es listo, permitirá que una nueva cosecha de
republicanos hispanos guíe el camino.