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¿Luchar o claudicar?

El narcotráfico no conoce fronteras: desestabiliza no sólo a los países en vías de desarrollo sino a las más  grandes potencias del mundo. La drogadicción…

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Los expertos aseguran que la guerra contra las drogas no terminará
nunca porque mientras haya consumidores, siempre habrá oferta: es un negocio
"noble". El problema de los estupefacientes es de proporciones gigantescas. La
droga, a pesar de innumerables leyes, se produce, se consume, y se distribuye
en todas las formas posibles, tanto en el vientre de bebés sacrificados para
ese propósito, como en pequeños ladrillos que llegan a puerto arrastrados por
las olas del mar.

Lo que rifa en la actualidad es el placer, la diversión, el juego, la
frivolidad.  No hay lugar para las
metas ni las responsabilidades. Se promueve el elixir del momento. Se estila
vivir como desarraigado flotando en el presente sin lazos de continuidad: el
momento fugaz. Las dificultades y los problemas de la vida diaria no se
resuelven, se evitan, o se escapa de contrariedades y obstáculos con la fuga al
paraíso de las drogas. Las drogas han creado un reino de lo instintivo y
pasional: el eclipse de la razón, y la hora de los 'feelings'. ¿Quiénes
promueven este estilo de vida?

El enorme conflicto de las drogas estremece a miles de millones de
hogares en el mundo. Desgarra el alma ver el dolor de los padres cuyo hijo o
hija es adicto a las drogas. Los padres se cuestionan qué hicieron mal en la
crianza del hijo. Se culpan por haberle fallado en alguna forma y no saben
cual. El hijo, más allá de la razón, en el mundo alucinante y cruel de los
estupefacientes, no alcanza a ver las consecuencias nefastas de tan terrible
hábito y se cuestiona por qué es tan incomprendido por sus padres.

Es un reto gigantesco eliminar la producción de drogas cuando aún los
árboles de los bosques nacionales son mudos testigos de sembradíos de
estupefacientes, y las cocheras de las casas más respetables de la ciudad son
convertidas en laboratorios clandestinos para procesarlas.

Diferentes grupos en Estados Unidos se han organizado para combatir la
drogadicción. Un grupo de médicos del comité especial de la Academia Nacional
de Ciencias exigió al gobierno estadounidense apoyo para desarrollar
medicamentos antidrogas. Sin embargo, otros grupos se oponen a que el gobierno
norteamericano destine fondos para la investigación de substancias que combatan
la adicción. Preguntan: ¿Por qué no combatir la drogadicción de raíz?
Argumentan que en los hogares debe iniciarse la guerra contra las drogas.
Sugieren programas para padres de familia y maestros para evitar que niños y
adolescentes sean atrapados por la drogadicción.

Otro grupo propone interrumpir el suministro de drogas a través de la
Fuerza Armada Norteamericana. Pero, ¿cuánto equipo y personal se requiere para
patrullar 12,000 millas de costa, con más de 88,000 millas de plataforma
submarina, 5,500 millas de frontera norte con Canadá, y casi 2,000 millas de
frontera con México?

La guerra contra las drogas va a durar muchos años. No es como las
guerras 'normales' en que se movilizan recursos, se lucha contra el enemigo, y
en unos cuantos años se logra la victoria. La guerra contra las drogas será
larga porque no contamos en nuestras sociedades actuales con suficientes
valores y convicciones, que son los recursos indispensables para ganarla. Esta
es una guerra sin fronteras.

¿Quién se beneficia en este negocio? Pequeños grupos poderosos amasan
cuantiosas e incalculables fortunas a costa de todos los habitantes del
planeta. ¿Legalizar la droga? ¿Claudicar o luchar?

Para hacerles la guerra a los poderosos de la droga es necesario que
todos los ciudadanos del mundo nos demos a la tarea de participar en el trabajo
de desarrollar en los niños y jóvenes los valores que les permitan decir no a
las drogas. En un momento en que la unidad familiar tradicional se resquebraja,
y el fomento de los valores morales en el hogar y en la escuela se marchita, es
urgente abrir las consciencias y llegar a los corazones y las mentes de las
nuevas generaciones utilizando los poderosos recursos de cine, prensa, radio, y
televisión. Amor, dedicación, paciencia, ternura: las agarraderas que los
sostengan en momentos de peligro y de intensa crisis.

Decir no a las drogas no es cuestión de leyes ni de fuerza, es de
convicción personal.