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Las palabras de presidentes Obama y la brecha en la educación superior

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El presidente Barack Obama habló durante 20 minutos el 9 de agosto en la Universidad de Texas, Austin, lugar donde he sido docente de la Escuela de Periodismo durante 22 años. Ante una multitud de estudiantes mayormente endeudados que vitoreaban, el presidente hizo notar los logros de su gobierno en poner más al alcance económico los estudios universitarios.

Durante los últimos cinco años, el costo de un título universitario ha trepado en un 25 por ciento – un aumento más agudo que los gastos por razones médicas. Una expansión de los fondos de subsidio Pell y planes de pago de préstamo que eliminen la actual servidumbre feudal, podrían ayudar a más estudiantes poner como prioridad su educación.

Durante años he visto a demasiados estudiantes trabajar demasiadas horas. El tiempo que les queda para las clases y para estudiar no se puede llamar "conseguirse una educación".

Pero el dinero no es la única respuesta para reducir el índice de abandono del 50% de los hispanos, entre matricularse y llevarse el título. De hecho, el meollo del problema podrá haberse atendido sólo en una rueda de prensa telefónica del secretario Arne Duncan del Departamento de Educación estadounidense. Precedió los comentarios de Obama e hizo notar los índices de deserción escolar mayores del 50% para los estudiantes hispanos en las escuelas secundarias urbanas.

Para nosotros que dictamos cursos universitarios, la calidad de la educación primaria y secundaria continúa siendo el mayor obstáculo para poder lograr que los estudiantes lleguen con éxito a la etapa de birrete y toga.  Estamos muy concientes de las trágicas estadísticas que incluyó el personal de Duncan. La mitad de los estudiantes blancos matriculados no salen con un título universitario, ni siquiera después de seis años.

Celebro los programas que inició el gobierno de Obama, como el de Race to the Top (Carrera a la cima), que anima a los estudiantes de primaria y de secundaria a desarrollar estrategias de mejoría que los califiquen para una porción de los $4,5 mil millones en fondos federales adicionales. Es imperativa la educación de calidad.

El racismo de institución prospera hoy bajo varios disfraces. Uno es la distribución selectiva del conocimiento. Como documentara Jonathan Kozol en su reciente obra, Shame of the Nation, tenemos un sistema de apartheid engastado en zonas de casco urbano, rurales, de bajos recursos y predominantemente no blancas. Si bien puede verse con mayor severidad en los estados con una historia de división racial obligada, Kozol empieza su examen en las escuelas del norte del país.

La situación florece a medio siglo del caso Brown v. La Junta de Educación, lo cual es evidencia de un sabotaje determinado por geografía. Y aparecen aspectos de este comportamiento en una variedad de agencias estatales.

Hay que tomar en cuenta el comportamiento de la Junta Educativa del estado de Texas, en la que los republicanos conservadores son el doble en número de los demócratas. Ya que las decisiones en cuanto a los libros de texto escolares en Texas afectan al resto de la nación, pueden surtir un impacto letal sobre el desarrollo intelectual y el amor propio de los estudiantes. En mayo, a pesar de un caudal de protesta de unos 200 académicos, educadores y otros expertos, la junta optó por eliminar de los libros de historia una selección de importantes héroes hispanos y negros y una serie de eventos de derechos civiles.

¿Cuál es el mensaje de desprecio que esto envía? ¿Qué manera más efectiva de desconexión intelectual podría planificarse entre el programa académico y los estudiantes de herencia diversa? Este tipo de acciones atizan un ámbito que contribuye a la temprana deserción escolar.

Aún las acciones que suenan positivas requieren el coraje de una mirada detallada. Por ejemplo, de cara a las restricciones de la acción afirmativa, los legisladores de Texas impusieron la regla del 10 por ciento más logrado, que se revisó recientemente a un 8 por ciento. Esta regla le abre la puerta de la universidad a todo estudiante cuyo logro escolástico de secundaria le coloca entre ese grupo. Pero pone en seria desventaja a muchos de los que salen de las escuelas con menos fondos y menos equipo. Tiene que haber más programas que obren por cerrar la brecha de preparación que sufren los estudiantes de estas escuelas.

En el discurso de Obama hubo mucho lamento en cuanto al número de estudiantes no blancos que se matriculan en la universidad pero que no se gradúan. A través de los años, he oído a muchísimos estudiantes que están frustrados, desanimados y que se culpan a sí mismos – algunos están hasta traumatizados – al descubrir cuánta diferencia hay entre la escuela de la que salieron ellos y las de muchos de sus compañeros de clase más pudientes. Cuando se van, les ponemos la etiqueta de 'desertores'. Un término más analítico sería, "echados", ya que la sociedad los preparó para el fracaso. Y pensó que sólo era cuestión de tiempo.

Hace algunos años, la Universidad de Texas me envió al sur de Texas, cuya población es latina en más de un 90 por ciento, mayormente mexicana-americana, para reclutar a estudiantes. Después de las  presentaciones se me acercaron varias madres. "¿Por qué tendríamos que enviarle nuestros mejores y más inteligentes chicos, llenos de expectativas y emocionados, para que nos los devuelvan sintiéndose fracasados?" me preguntaron.

Es una buena pregunta. Hasta que este país no haga un esfuerzo sincero por mejorar la calidad de sus escuelas de primaria y de secundaria para que alcancen la paridad educativa, es una pregunta que se repetirá. Hasta que el gobierno no atienda el problema de la educación menos que normativa, habrá poco cambio en el panorama que pintan las estadísticas.

(Anteriormente editora asistente y escritora en The Los Angeles Times, Mercedes Lynn de Uriarte actualmente dicta cursos de periodismo, incluyendo cursos sobre la justicia social, en la Universidad de Texas, Austin. Ha recibido recientemente un subsidio de Kellogg para investigar el aburguesamiento y el desplazamiento. Comuníquese con ella a: merlyndeu@gmail.com).

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