La chorrada de la SRC
Que quede claro: el Dr. William Hite no está enseñándoles a nuestros hijos. Tampoco lo está haciendo el alcalde Michael Nutter, ni los miembros de la Comisión…
Aunque podría haber algún debate sobre la justicia de la decisión tomada por la SRC para cancelar el contrato de los maestros, no hay justicia alguna respecto a cómo procedieron al respecto.
Que quede claro: el Dr. William Hite no está enseñándoles a nuestros hijos. Tampoco lo está haciendo el alcalde Michael Nutter, ni los miembros de la Comisión de Reforma Escolar (SRC por sus siglas en inglés) Bill Green, Farah Jimenez, Marjorie Neff, Sylvia Simms o Feather Houstoun. Ni tampoco, Dios no lo quiera, el Gobernador Tom Corbett.
Las personas que tienen un impacto directo en lo que nuestros hijos aprenden y cuán preparados están para conducir a Filadelfia dentro del siglo XXI son los maestros. Aquellos que la Comisión de Reforma Escolar acechó al cancelar sus contractos con su sindicato y para que pudiera atracar el fondo de salud y bienestar de la Federación de Maestros de Filadelfia nada más y nada menos que por la cantidad de 54 millones de dólares.
El Alcalde Nutter ha dicho que apoya la acción de la SRC ya que los fondos son los únicos que están disponibles para que el Distrito Escolar de Filadelfia pueda continuar. Lo está diciendo justo un mes después de haber concluido un proyecto de embellecimiento que convirtió a la Plaza de Dilworth en el Parque de Dilworth y que costó… 55 millones de dólares. El proyecto que –al igual que los otros esfuerzos costosos de embellecimiento que se están gestionando—se utilizará para vender a Filadelfia como un gran destino para turistas, inversionistas, y residentes futuros. Por cierto, gastamos 38 millones de dólares al año para promocionarnos ante otros.
Supongo que la apariencia de nuestra ciudad, para nuestro alcalde, tiene prioridad con respecto al futuro de los niños.
Y luego está el gobernador Corbett, quien también aplaudió la acción de la SRC. Nada sorprendente. Aunque los anuncios que transmite en su intento de reelección lo pregonan como un gobernador a favor de la educación, nos preguntamos ¿en qué universo sería eso cierto? Corbett ha recortado el financiamiento educacional para las escuelas en toda Pensilvania por más de un mil millones de dólares durante su mandato. Su desprecio por la educación de los niños de edad escolar de Filadelfia le permitió retener, caprichosamente, el financiamiento durante meses hasta que se aseguró 100 millones de dólares en contrataciones… del sindicato de maestros. (A quienes dicen que es hora que el sindicato de maestros renuncie a algo para ayudar a nuestras escuelas, les sentaría bien recordar esto.)
Suponemos que el gobernador realmente está a favor de la selección de la escuela –por lo menos cuando se trata de elegir que sea lo más difícil posible la educación de los niños negros, asiáticos, latinos y blancos que no pueden costearse las escuelas privadas y parroquiales. (Esas son las escuelas que más se han beneficiado de los créditos fiscales que Corbett y la legislatura del partido republicano han ofrecido a las corporaciones como parte del programa EITC).
Pero quienes proyectan esta movida de la SRC como solo otro tejemaneje Republicano que ha mermado la educación a escala estatal les están otorgando a los demócratas de nuestra ciudad un pase inmerecido. Ya mencionamos la sanción de Nutter, pero ¿qué hay del republicano Bob Brady? Como líder demócrata a favor del sindicato, su silencio respecto a una acción pública que algunos caracterizan como totalmente antisindical ha sido notado—y detectado como lleno de carencias.
Sin embargo al final, nuestra afrenta es más profusa contra los hombros colectivos de la SRC. Sí, hemos sido incapacitados por la arrogancia de la comunidad de naciones y las prioridades absurdas de la municipalidad. Sí, hemos estado frustrados por 21 meses de negociaciones con el sindicato de maestros. Sí, son buenas personas que tratan de lidiar con una mala situación. Pero nada de eso los exonera.
Nunca hemos estado entre quienes hacen un llamado por la disolución de la SRC –el representante estatal Ángel Cruz y el aspirante a la alcaldía Ken Trujillo se encuentran entre las figuras públicas que lo han hecho—pero calificamos esta acción de la SRC como una chorrada.
La manera en que la SRC se ha conducido ha sido, si no deliberadamente engañosa, entonces seguramente falsa y entorpecedora.
La táctica de la SRC de ocultar la fecha de la reunión al soterrar el anuncio de la misma en las notificaciones legales de un diario, de no publicar información sobre la reunión en su sitio web (su imagen pública); de programar la reunión cuando a los más afectados y con mayores probabilidades de protestar contra la acción –maestros, estudiantes, padres de familia—les sería imposible presentarse; excluyendo el comentario disidente hasta que la acción se había dado por hecho, son terriblemente familiares para aquellos de nosotros que crecimos en lugares donde las instituciones gubernamentales habitualmente pisotearon los intereses superiores del pueblo al que supuestamente representaban.
Esta comparación no es bonita, pero sí es cierta.
Hoy, recordamos una discusión de mesa redonda que tuvimos con el Superintendente Hite en la que él se lamentó sobre la manera en que ciertas escuelas chárter evitaron tener que servir a cualquier y todo estudiante de Filadelfia –al programar sus registros en momentos en los que casi de manera absoluta se le imposibilitaba a las personas de la clase trabajadora y de bajos ingresos de poder matricular a sus hijos. Estuvo mal hecho, dijo, y el distrito escolar no tolera las acciones que conspiran para hacer a las personas impotentes en cuanto a la educación de sus hijos. ¿Se escucha?
Las protestas se están llevando acabo mientras escribimos este editorial. Los estudiantes están protestando. Porque conocen muy bien quienes los acompañan día a día en las trincheras educativas. Saben muy bien quienes son los que realmente les enseñan a diferencia de quienes hablan sobre enseñarles. Saben bien quiénes están allí para atender a las necesidades cuando nuestros funcionarios nombrados y elegidos –que creen que saben más que nosotros y hacen todo lo que hay en su poder por no escucharnos—hacen un desastre.
Los estudiantes que no pueden protestar hoy, y tienen que asistir, visten de rojo. Como señales de alto. Como advertencias del peligro y de la necesidad de detenerse y considerar.
La SRC será, por supuesto, impugnada legalmente. Pero aun cuando se encuentre que la acción está dentro de los límites de la ley, la misma quebranta la poca confianza que quedaba entre la SRC y las personas a las que la comisión debería de servir. Entonces, cuando esas personas escuchan a la SRC decir que no tiene planes de hacerles más daño a los maestros del que ya ha hecho, no los culpamos por su incredulidad.
Nosotros tampoco le creemos a la SRC.
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