La Arquidiócesis está escuchando y sirviendo bien a los católicos hispanos
El reciente editorial publicado en Al Día, «Mientras la Arquidiócesis se está haciendo de oídos sordos, los latinos levantan sus voces para salvar una…
El reciente editorial publicado en Al Día, «Mientras la Arquidiócesis se está haciendo de oídos sordos, los latinos levantan sus voces para salvar una iglesia histórica», erróneamente da la impresión de que la Arquidiócesis de Filadelfia no está cumpliendo con sus obligaciones pastorales con la comunidad católica hispana. Ya que nadie en la Arquidiócesis fue contactado para obtener información o comentarios antes de la publicación del editorial, estoy aprovechando esta oportunidad para que el récord quede claro.
La Milagrosa cuenta con una larga historia de pastoral a los católicos de habla hispana, que se remonta a 1912, cuando los padres paúles (padres vicentinos) compraron el edificio y comenzaron a proveer un sacerdote para servirles. En 1978, los padres paúles indicaron que ya no tenían los recursos para continuar este ministerio. La Arquidiócesis de Filadelfia y la parroquia La Catedral se adelantaron a llenar ese vacío. Esta acción fue un ejemplo fundamental de nuestro compromiso con la comunidad. En ese momento, La Milagrosa era la única iglesia en toda la Arquidiócesis que ofrecía la misa en español. En una demostración continua del compromiso ese ministerio ha crecido a lo largo de los años hasta el punto de que ahora incluye misas en español en 36 parroquias de la Arquidiócesis, así como numerosos programas para proveer atención pastoral adicional.
Durante los últimos 35 años, los paúles han mantenido la propiedad del edificio, pero la Arquidiócesis y la parroquia La Catedral han mantenido la propiedad de algo mucho más importante: la atención pastoral de la comunidad hispana. La Arquidiócesis ha proporcionado un sacerdote hispanohablante para servir allí y la parroquia La Catedral ha asumido todos los costos asociados con el mantenimiento del edificio. Los esperados vitrales no se instalaron como el reciente editorial de Al Día señala, pero eso es sólo porque había necesidad de abordar los problemas estructurales del edificio. Los fondos suficientes para iniciar ese trabajo no existían.
El otoño pasado, la Arquidiócesis fue informada por los padres paúles que planeaban vender La Milagrosa. La Arquidiócesis nunca fue dueña del edificio y no pudo impedir su venta. Además, no podía permitirse el lujo de comprar el edificio debido a sus muy conocidas dificultades financieras. La comunidad que asiste a misa en La Milagrosa fue informada de este desarrollo poco después de que nosotros fuimos informados. Inmediatamente, tanto la Arquidiócesis como el rector de la catedral comenzaron a reunirse con representantes de La Milagrosa para hacer planes para la continuada atención pastoral a la comunidad después de la venta del edificio. Se proporcionaron actualizaciones periódicas a todos los asistentes a la misa en La Milagrosa con respecto a ese proceso. Como resultado, se celebrará misa en español en la catedral todos los domingos a las 12:30 pm a partir del 30 de junio -el domingo después de la misa de clausura en La Milagrosa. Éste será un momento histórico. Los católicos hispanos tendremos ahora una presencia permanente en la iglesia madre de la Arquidiócesis, donde estamos siendo recibidos con los brazos abiertos. La Arquidiócesis no se está haciendo de oídos sordos a los católicos hispanos. Está escuchando; está respondiendo; y una vez más, incluyendo a una comunidad tan integral de nuestra Iglesia local.
La Milagrosa es un símbolo histórico, pero nos haría bien recordar que somos parte de algo mucho más grande que las cuatro paredes de cualquier edificio. Nosotros, como miembros de la Iglesia universal, somos parte del cuerpo de Cristo. Esa experiencia compartida de la fe trasciende cualquier persona o cualquier edificio. El cambio que se avecina es inevitable para ambos, la Arquidiócesis y nuestros católicos hispanos. Tenemos una decisión por hacer. Podemos ceder a las debilidades humanas de miedo, ira y ansiedad que a menudo vienen con el cambio o podemos abrazar la nueva oportunidad que el Señor ha provisto. La Iglesia siempre proveerá para su pueblo.
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