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Evadir decisiones sobre inmigración

Evadir decisiones sobre inmigración

San Diego — Los latinos no reciben ningún respeto de ninguno de los dos partidos políticos porque exigen demasiado de los republicanos y aceptan demasiado poco…

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Ambas
actitudes se manifiestan en el debate de la inmigración, en el que los latinos
no perdonan a los republicanos cuando éstos incurren en maniobras políticas a
costa de ellos, porque han agotado todo su perdón con los demócratas, que hacen
otro tanto.

            El
demócrata a quien se está perdonando en este momento es el presidente Obama.
Recientemente, Obama hizo una pausa en la deportación en cifras récord de
inmigrantes ilegales —casi 800.000 en sus dos primeros años en el cargo, o más
de 1.000 personas por día— para expresar, en una reunión de líderes laborales,
empresariales, políticos y comunitarios en la Casa Blanca, el jueves pasado,
que quiere hallar una manera en que más de los indocumentados puedan permanecer
en el país. Realmente, quiere hacerlo.

            El
hecho de que Obama diga ahora que ha llegado el momento de reiniciar la batalla
para una reforma migratoria integral debe significar sólo una cosa: Alguien se
está preparando para presentarse a la reelección.

            Los
comentaristas de Washington dirán que Obama está intentando inspirar nuevamente
a los electores latinos, muchos de los cuales expresan a los encuestadores que
aunque aún apoyan al presidente, no están seguros de si lo votarán. Quizás
Obama siga cayéndoles bien. Pero ya no le creen.

            Pero
esto es sólo lo que está en la superficie. La verdad es que Obama está menos
interesado en entregar una reforma migratoria —algo que la base demócrata no
apoya universalmente—y más interesado en brindar a los republicanos otra
oportunidad de cavar su propia fosa al mostrarse racistas, superficiales y
mezquinos. Y, mientras los republicanos continúan su misión suicida de vender
al Partido Republicano como el partido para los estadounidenses temerosos de
los cambios demográficos, muchos de ellos caerán justo en la trampa.

            Obama
quizás no sea un buen dirigente, pero tiene un buen sentido de la oportunidad:
exaltar a los grupos que apoyan la reforma migratoria, en la primavera;
trabajar con dirigentes del Congreso para esbozar la ley en el verano; proponer
una ley en el otoño. Después puede pasar el comienzo del invierno observando
cómo los republicanos destrozan la idea —y a sí mismos— a tiempo para las
primarias de New Hampshire, en febrero de 2012. Obama puede pasearse por la
campaña del año que viene con la seguridad de que le irá bastante bien con los
latinos, que se presentarán a votar no "por" Obama, sino "contra" el candidato
republicano.

            Mientras
tanto, algunos de los que asistieron a la reunión de la Casa Blanca sobre la
reforma migratoria cayeron en algunas trampas propias.

            Después
de la reunión, Eliseo Medina, del Sindicato Internacional de Empleados de
Servicios, emitió una declaración elogiando "la continua atención del
presidente Obama a uno de los asuntos más difíciles y críticos de nuestra
época, el disfuncional sistema migratorio de nuestra nación".

            ¿Perdón?
¿La "continua atención" de Obama? El presidente ha estado totalmente ausente en
la discusión sobre el arreglo del sistema migratorio, a menos que tomemos en
cuenta el hecho de que promete hacerlo en las celebraciones del Cinco de Mayo,
en la Casa Blanca.

            Medina
dijo también que "no habrá progreso hasta que la dirigencia republicana —el
único grupo clave ausente en la reunión de hoy— escoja apartarse de los
prejuicios expresados por los restriccionistas de la inmigración" y participe
en el esfuerzo de la reforma.

            No
se queden en suspenso. El último republicano que habló del tema de la
inmigración —John McCain, candidato presidencial del 2008— fue recompensado
sólo con el 31 por ciento del voto latino. Vaya gratitud.

            Además,
¿saben qué otro grupo clave faltó a la reunión? Los miembros del Congreso que
más se han manifestado con respecto a la reforma migratoria, entre ellos uno de
los críticos más elocuentes de Obama: el representante Luis Gutiérrez. Este demócrata
de Chicago no fue invitado. En una entrevista, días antes, Gutiérrez dijo que
no había decidido si apoyar a Obama en 2012.

            Lo
misma da. Gutiérrez está ocupado visitando 220 ciudades de todo el país como
parte de su "Campaña para los Niños y Familias Estadounidenses", un esfuerzo
para abochornar al gobierno por su atroz desempeño en lo relativo a la
inmigración y presionar a Obama para que utilice algo denominado "libertad
condicional en el lugar"—un recurso legal federal, que otorga a los funcionarios
poder discrecional para permitir que inmigrantes ilegales permanezcan en el
país mientras solicitan una categoría migratoria legal.

            Felicitaciones
a Gutiérrez por su tenacidad. Pero lo más probable es que su propuesta no se
materialice, porque Obama sabe que pagaría un precio en los comicios. Obama
prefiere dar discursos, y organizar recepciones y reuniones en la Casa Blanca
—y contar con el hecho de que sus seguidores latinos, hambrientos de que se les
brinde un servicio público, continuarán conformándose sólo con relaciones
públicas.

© 2011, The Washington Post
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