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MADRID, ESPAÑA - MARZO 08: Las mujeres gritan eslóganes y hacen un símbolo feminista al final de un desfile feminista callejero para protestar durante el Día Internacional de la Mujer el 8 de marzo de 2020 en Madrid, España.  (Foto de Pablo Blazquez Dominguez/Getty Images)
MADRID, ESPAÑA - MARZO 08: Las mujeres gritan eslóganes y hacen un símbolo feminista al final de un desfile feminista en las calles para protestar durante el Día Internacional de la Mujer el 8 de marzo de 2020 en Madrid, España.  (Foto de Pablo Blazquez…

Resistir en el Cuidado

Ser feminista en Latinoamérica es un acto de resistencia y de cuidado propio y colectivo.

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Cada 8 de marzo, mujeres alrededor del mundo se organizan para salir a las calles, organizar protestas y mostrar al mundo cómo la violencia de género impacta la manera en que vivimos en sociedad. Este año, como siempre, las mujeres en México se juntaron y tomaron la decisión de marchar juntas, esta vez, saliendo a las calles el lunes 9 de marzo y haciendo que su forma de protesta fuese mostrar al país cómo se ve un día sin mujeres. Y, como siempre, grupos e individuos se han empezado a manifestar por redes sociales contra la protesta de las mujeres mexicanas, en algunos casos minimizando la lucha, y en otras, atacándola de manera directa.

Pero este año, además, la respuesta de quienes se oponen al 9M es violenta. En redes sociales, panfletos y letreros en las calles, las manifestantes se encuentran con amenazas de personas que proponen juntarse para agredirlas, evitar su manifestación y, en los casos de mayor violencia, lanzar ácido a las mujeres en las calles. Las amenazas, y su segura materialización, no resultan del todo sorpresivas, sino que son una cara más de esa estructura que atenta contra la dignidad y vida de las mujeres, la misma estructura contra la que se sale a marchar. Entonces, ante la intimidación explícita e intencional, ¿cómo responder? Con resistencia, pero no la resistencia de las armas y la fuerza, sino la resistencia del cuidado.

Ser feminista en Latinoamérica es exactamente eso, un acto de resistencia y de cuidado propio y colectivo. Las mexicanas, muestra de esto, respondieron a las amenazas con un protocolo de protección grupal, tips para protegerse ante un ataque y mecanismos de evasión y huida en eventos de violencia contra sus vidas. Ese, el ejemplo más tangible de la manera en que se representa la violencia contra quienes resisten, es el reflejo directo de lo que implica resistir desde el cuidado. La estrategia de las mujeres mexicanas no es encontrar blancos, formarse para la violencia ni llevar a cabo sus propias estrategias para cegar o lastimar a los violentos. Ellas responden hacia adentro y hacia lo colectivo.

Y aunque esto significa en millones de caso sentirse aún más vulnerable, la realidad es que es así como no sólo mantenemos intacta nuestra integridad, sino cómo garantizamos que nuestra lucha sea coherente y crezca. Tenemos, en todo el continente, grupos organizados de mujeres para la defensa personal. Desde las artes marciales, la seguridad digital, la preparación de gases de contención y las habilidades socioemocionales, combatimos a las formas de violencia contra la mujer a través de la seguridad que nos brinda juntarnos, contar nuestras historias después de años de silencio, y regalarnos unas a otras herramientas, reales o simbólicas, para responder al miedo y la parálisis de la agresión.

Porque es eso, en última instancia, lo que buscan las agresiones al feminismo: paralizar nuestra revolución. Por eso resistimos en movimiento, y somos rebeldes en el cuidado. No aprendemos técnicas para atacar y hacer daño, sino para conocer nuestro cuerpo y protegernos cuando estamos vulnerables. No aprendemos a estar juntas para lastimar a nuestros opresores, sino para reconstruir un tejido social que nos permita vivir en lugar de sobrevivir.