El té se derrama ahora sobre el Partido Republicano
El valor de un partido político reside en los principios que sustenta. Y si no hace honor a esos ideales, no tiene valor alguno.
Entonces,
¿quién le teme a una competencia amistosa? Algunos republicanos, parece ser.
Hace cincuenta años el demócrata John Kennedy imploró a los estadounidenses:
"No pregunten qué puede hacer el país por ustedes. Pregunten qué pueden hacer
ustedes por el país". Hoy en día, el mensaje de los republicanos es más bien:
"Hagan lo que decimos, no lo que hacemos".
Una
de las noticias relacionadas con el discurso sobre el Estado de la Unión fue
que algunos asistentes del Partido Republicano en el Capitolio se quejaron a
los reporteros sobre la decisión de CNN de trasmitir la repuesta de la
representante Michele Bachman, republicana por Minnesota, una favorita del
movimiento del Tea Party, a quien sus líderes pidieron que pronunciara
una respuesta a los comentarios de Obama.
Quedó
claro en la conversación que algunos comentaristas y blogueros conservadores
estaban de acuerdo con que no se le debería haber concedido esa oportunidad a
Bachman.
La
respuesta "oficial" del Partido Republicano estuvo a cargo de un favorito del
liderazgo republicano de la Cámara de Representantes: el representante Paul
Ryan de Wisconsin. Cuando Bachman comenzó a hablar se esforzó en aclarar que la
intención de sus comentarios no era competir con el mensaje oficial.
Seguro.
Y los elefantes vuelan.
Los
republicanos tienen motivos para temer al movimiento del tea party. El
año pasado, este movimiento de base fue como una espina para liberales,
progresistas y demócratas. Pero este año, con los republicanos a cargo de la
Cámara de Representantes y con el tea party plenamente consciente de que
ocupan ese lugar gracias a su movimiento, es más probable que estos activistas
se conviertan en un problema para los republicanos.
Originalmente,
la respuesta de Bachman iba a tener una cobertura limitada con acceso a ella
sólo por medio de Internet. Pero a último momento, CNN decidió transmitir su
discurso en vivo. Fox News lo grabó. A los asistentes republicanos esa decisión
no les gustó nada e insistieron en que la transmisión —especialmente, en vivo—
estaba creando un conflicto, y que el espectáculo de una pugna entre
legisladores del Partido lo haría parecer dividido.
Bueno,
¿acaso no lo está? CNN no creó esa división. La red simplemente la mostró en
televisión y le dio una plataforma.
Comprendo
que muchos conservadores sienten naturalmente sospechas sobre cualquier cosa
que hagan "los medios liberales", y a menudo con razón. Por tanto, comprendo
que esta sospecha pueda conducir a teóricos de las conspiraciones a pensar que
esto fue preparado.
Podría
bien ser que algunos en la izquierda consideraran la decisión de transmitir el
discurso de Bachman como una doble ventaja. Introduce una cuña entre el
establishment republicano y el tea party. Y, si Bachman hubiera metido
la pata —no lo hizo— sus propias esperanzas presidenciales para 2012 hubieran
disminuido.
Pero
esto no resta valor al principal tema de esta noticia: la competencia. Sin duda
alguna, Bachman y Ryan estaban compitiendo —por la atención de los televidentes
y la aprobación de los líderes del partido. ¿Y qué hay de malo en eso?
A
diferencia del partido Demócrata —que a menudo parece una subsidiaria de los
sindicatos y lo demuestra cuando, entre otras cosas, defiende políticas
comerciales regresivas y contraproducentes que tienen un tufillo de
proteccionismo— el Partido Republicano se presenta a sí mismo como el partido
de la competencia. En un buen día, encontramos líderes republicanos defendiendo
el libre comercio, los vales escolares y el fin de los medios subsidiados por
el estado como National Public Radio —todo en nombre de promover la competencia.
Hasta encontrarán algunos republicanos, aunque menos de los que solía haber,
sacando sus cabezas de sus madrigueras para apoyar una reforma migratoria
integral, porque reconocen que las empresas necesitan mano de obra y que es
patético que los trabajadores estadounidenses teman la competencia de
trabajadores extranjeros.
Eso
es lo que se supone que creen los republicanos. Y el mensaje es enérgico, y
correcto, y valioso para el país. No es lo que la gente desea oír pero es lo
que necesita oír. Muchos estadounidenses ya no quieren competir, ni con sus
vecinos ni con países extranjeros. Por eso el mensaje protector de los
demócratas atrae a algunas personas, especialmente en épocas duras. Y ése es el
motivo por el que los republicanos deben presionar con el mensaje opuesto: que
la competencia beneficia a todos al proporcionar opciones, reducir los precios,
aumentar la producción y mejorar la calidad.
Pero
hay un problema. Algunos republicanos no creen realmente en la competencia,
después de todo —si son ellos los que tienen que competir. Cuando eso sucede,
muchos individuos del establishment republicano se convierten al liberalismo y
comienzan a pensar que quizás el proteccionismo no sea tan malo.
Y
ese tipo de hipocresía hace que el Partido Republicano se vea horrible.
© 2011, The Washington Post Writers Group
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