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From left to right, the CEO of AL DÍA Hernán Guaracao, the CEO of EC Hispanic Media, Martha de la Torre, and the NNPA VP of Sales Ron Burke last weekend in Boulder, Colorado. Behind them, John Heaston, President of AAN and Publisher of The Reader in Omaha, Nebraska. Photo: Courtesy of Hernán Guaracao
De izquierda a derecha, el CEO de AL DÍA, Hernán Guaracao, el CEO de EC Hispanic Media, Martha de la Torre, y el vicepresidente de ventas de la NNPA, Ron Burke, el fin de semana pasado en Boulder, CO. Detrás de ellos, John Heaston, presidente de AAN y…

El "Negro", el "Moreno", y el "Blanco"

Todos ellos estaban felices en Boulder, CO, durante la convención de AAN, a la que AL DÍA News Media fue invitado especial. 

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Cada vez que alguien llama a los latinos “gente de color”, no me queda más remedio que sonreír.

Tal vez porque, en mi propia familia de 10 hermanos muy diversos en su color de piel —a propósito, hijos de la misma madre y padre— se puede encontrar múltiples tonos de colores de piel y estilo de pelo. Casi tan bronceada la piel y ligeramente rizado el pelo como el pelotero Sammy Sosa, o tan blanca y rubia como la actriz Cameron Díaz, quien luce como una de mis dos hijas.

Sin embargo, las generalizaciones que aún prevalecen en los medios de mayor reputación en los EE.UU., se nos llaman "Brown" (Morenos) —como Chris Cuomo nos llamó esta semana en la CNN— lo cual tiene mucho sentido, ya que somos tan invisibles en dichos medios que para los presentadores les debe ser mucho más práctico y fácil distinguirnos de "los otros", del "negro", del "asiático" y del "blanco no hispano" —esa categoría críptica que el formulario del Censo de EE.UU. creó en 2010— al ponernos a todos en la categoría de que todos somos marrones— "brown", morenos...

A pesar de estas confusiones, yo rellené la planilla del Censo hace 10 años, y tengo la intención de hacerlo nuevamente el próximo año, sin absolutamente ningún temor, ya que lo considero ante todo como un deber como ciudadano de los Estados Unidos, y una responsabilidad primordial con la ciudad en la que vivo, el maravillos Estado y el gran país en el que trabajo, al cual pago mis impuestos, y al cual amo sin reservas.

Millones de Latinos de los Estados Unidos harán lo mismo, y ninguna campaña de miedo disminuirá nuestra determinación de ayudar a que el Censo de los Estados Unidos cuente adecuadamente a toda nuestra población.

Es fácil predecir que al final habrá otro aumento en los Estados Unidos del número de "hispanos" (la palabra que nos definió en el Censo de 1970) que, gracias a Dios, y para beneficio directo de América del Norte, continuará repoblando y revitalizando nuestros vecindarios, desde el Sur de Filadelfia hasta el Noreste de nuestra ciudad, impulsando la economía local con nuevos negocios que pagan impuestos a través de todas nuestras ciudades, de Nueva York a Los Angeles, enriqueciendo en todos los centros urbanos de los Estados Unidos con su rica cultura y su ética de trabajo, y eventual, e inevitablemente, impactando las políticas de todo el país, desde nuestras elecciones locales como las estatales y las nacionales.

Todos esto para decir que me complació mucho asistir la semana anterior a la convención nacional de la Asociación de Medios de Medios Alternativos, donde encontré a los "negros", los "morenos" y los "blancos", juntos y muy felices, en una camaradería difícil de ver en otras convenciones de medios de comunicación a las que he asistido durante 30 años en los Estados Unidos.

Gracias a una invitación de su presidente, Don John Heaston, quien cree que AL DÍA ya es un medio alternativo, tuvo el privilegio de participar en un panel en el que discutimos cómo surgieron nuestros "Medios Hispanos" de comunicación, cómo han prosperado y sobrevivido a lo largo de las pasadas 3 o 4 décadas.

Para nuestra grata sorpresa, no fue tan diferente a como lo hicieron los valientes semanarios alternativos durante décadas del siglo XX en los 60, los 70, los 80, y los 90, y los Afroamericanos desde el siglo XIX.

Y como todos nosotros lo seguimos haciendo en este amanecer del siglo XXI, a través de los cuales todos seguimos probando que la práctica del periodismo independiente, y la práctica cotidiana de la Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos, es todavía posible.

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