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El milagro de Guadalupe

El día 12 de diciembre al amanecer, mucho antes de que aparezcan los primeros rayos del sol se reúnen cada año los matachines en la capital de México en el…

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El día 12 de diciembre al amanecer, mucho antes de que aparezcan los primeros rayos del sol se reúnen cada año los matachines en la capital de México en el Zócalo, frente a la Basílica de la Virgen de Guadalupe para danzar y cantarle las mañanitas a la Virgen Morena del Tepeyac. Durante horas danzan los matachines para celebrar el nacimiento de una nueva raza: la raza mestiza de las Américas; una experiencia realmente fascinante.

El Zócalo es el centro de reunión de visitantes de todas partes del mundo, católicos y no; gente que acude cada año para experimentar el gozo de una ciudad universal, un lugar donde no existen límites, donde las diferencias no son barreras. Una ciudad que es el símbolo del futuro de nuestro planeta.        

La devoción a la Morenita del Tepeyac ha cruzado fronteras: una de las festividades más memorables en San Antonio, Texas, es la de Nuestra Señora de Guadalupe, la reina, emperadora y madre de las Américas. Los niños aprenden a bailar las danzas rituales de los matachines: cada generación pasa a la siguiente el hilo de vida que los une a sus ancestros, y los proyecta hacia el futuro. Es la afirmación colectiva de vida a pesar de las muchas amenazas de muerte. No queda duda que el más importante y masivo festival anual de San Antonio es el de Nuestra Señora de Guadalupe. La serenata a la Virgen cantada en español  conserva la antiquísima melodía de los indígenas. 

La imagen de la Morena del Tepeyac es celebrada en las iglesias, y reproducida en cada hogar hispano, en los negocios, automóviles, camiones, y hasta en el tablero de modernos jets. Los niños llevan en el pecho medallas con su imagen, y muchos jóvenes la llevan tatuada en el cuerpo antes de ir a la guerra. La Virgen de Guadalupe no sólo apareció en la Ciudad de México en diciembre de 1531, sino que continúa estando presente en las Américas en el arte, la poesía, el teatro, en los estudios antropológicos, en las expresiones religiosas, en los templos y las peregrinaciones de un pueblo fiel. Su presencia maternal, tangible, amorosa, bordada en la bandera tricolor continúa inspirando a luchadores de la libertad desde 1810 como al Padre Miguel Hidalgo, así como en el presente, César Chávez en el conflicto agrario de California.

¿Cuál es el misterio de la Virgen de Guadalupe? Su historia es narrada con reverencia generación tras generación reflejando fielmente el poder liberador que es capaz de transmitir. Fascina a creyentes y a no creyentes porque logra unir en su presencia a personas de todas las naciones, ricas y pobres, de todas las razas, de todas las religiones. Su imagen sagrada tiene un poder más allá de la comprensión humana: su influencia libera, cura, y da vida a aquellos que escuchan sus palabras. "¿No estoy yo aquí, que soy tu madre?"

Nadie puede comprender al pueblo mexicano sin conocer el misterio de Guadalupe. Tampoco apreciar la fuerza salvífica de Guadalupe sin analizar ese misterio dentro del contexto histórico en que tuvo lugar. Guadalupe no es sólo una aparición, sino una intervención divina en la historia de México: el momento después de que los nativos fueron conquistados por los españoles. Los pueblos originarios en su gran mayoría fueron exterminados, y los sobrevivientes no tenían el deseo de vivir: sus templos, ídolos, estilos de vida destruidos. ¿Para qué vivir después de la catástrofe colosal de la conquista? Habían perdido el sentido de la vida.

La imagen de Guadalupe rebasa el sol, pero no destruye su luz, y el estar de pie sobre la luna indica que, aunque la trasciende, el antiguo estilo de vida continuará, pero ahora reinterpretado a través de algo nuevo y magnífico. Lleva un manto color turquesa, el color de la realeza: la manifestación de que encarna la armoniosa unidad de las fuerzas opuestas que gobiernan el universo. Su vestido tiene el color rojo pálido de la sangre de los sacrificios, pero ella asume en su persona los sacrificios del pueblo. Sus manos cruzadas en su pecho sobre el corazón  indican que se ofrece ella misma a sus hijos amados. 

Guadalupe no se presenta como una Diosa Indígena ni como una Madona Europea, sino como una virgen mestiza que lleva en su cintura la banda de la maternidad. Ella ofrece al mundo lo que lleva en su vientre: el nuevo centro del universo próximo a nacer en las Américas. Los nativos que antes querían morir, hoy quieren vivir, danzar, cantar, peregrinar,  orar. Y, aunque millones se unen en las celebraciones, la Virgen Morena a cada uno le llama por su nombre. "¿Qué no estoy yo aquí, que soy tu madre?"