El gigante finalmente ha despertado
Pero sin cabeza, podría estar dirigiéndose torpemente hacia el desastre...
Pero sin cabeza, podría estar dirigiéndose torpemente hacia el desastre...
Lee Lacocca fue el CEO que, hace años, y por sí solo rescató a Chrysler Corporation del borde del desastre. Lo hizo con firmeza y sin necesitar la ayuda del gobierno. Años después, tal vez reflexionando en su intensa experiencia, escribió un libro que tituló: ¿A dónde se han ido todos los líderes?" ("Where Have All The Leaders Gone?")
Lacocca se preguntó por qué los líderes, que abundaban en el pasado, ahora son tan escasos. Se preguntó si quizá están escondidos o han desaparecido.
(Lea versión en inglés / Read English Version: The Giant Has Finally Woken Up)
Pero todos estos años después, podríamos preguntarnos: ¿A caso la cobardía ha matado al liderazgo? Y, en particular, cuando se trata del gobierno, ¿es a caso el 'juego político' lo que está manteniendo a los más calificados fuera del servicio público?
Hay una percepción de que la política gubernamental y pública está en manos de políticos ambiciosos e irresponsables cuyo único interés es ganar elecciones, y cuyo credo podría ser que "el fin justifica los medios".
Para la comunidad latina en Estados Unidos –esa nación de más de 50 millones de personas dentro de la nación y de aproximadamente unos 20 millones de personas elegibles para votar en las elecciones del 2012– la falta de un fuerte liderazgo no podría ser más perjudicial.
¿Quién será la voz dispuesta a hablar con la verdad y de llamar a la unidad?
¿Será a caso el senador republicano de Florida Marco Rubio? ¿el alcalde demócrata de Los Angeles, Antonio Villaraigosa? ¿el alcalde demócrata de San Antonio, Julián Castro, quien a sus 37 años es uno de los alcaldes más jóvenes de la nación? ¿O Sammy Sosa o Jennifer López o Eva Longoria?
Por favor. ¿A caso no hay un líder nacional para el voto latino este 2012?
No, según una reciente encuesta del Centro Hispano Pew. Como comunidad no identificamos a un líder nacional, y en su ausencia, nuestra influencia política, aunque es potencialmente significativa, permanece desorganizada y es fácil de manipular.
Los dos partidos –los republicanos, más que los demócratas– han posicionado representantes para llamar la atención de los latinos.
A partir de esta semana, el senador Marco Rubio estará dando entrevistas de 15 o 20 minutos a diversos medios hispanos de la nación, entre ellos New America Media, Hispanic Link, CNN en Español, TV Azteca y AL DÍA News Media (vea nuestra entrevista con Rubio en la página 1.10).
El objetivo es personificar la agenda republicana para los latinos a través del aspecto apuesto y de la articulada manera de expresarse de un hombre con nombre latino, "el señor Rubio".
No es por hacer de menos la credibilidad del senador Marco Rubio como líder natural de los votantes de Florida, pero él no tiene credenciales en el noreste, y aun menos en el suroeste, en donde vive la mayoría de ciudadanos americanos de descendencia latina en nuestra gran nación.
Para ellos, el senador Rubio es un político latino de descendencia cubana, y los americanos de descendencia mexicana prefieren a Castro (a Julian, el de San Antonio, no al viejo en la isla del Cuba).
Rubio nos puede dar muchas frases buenas, para publicar en los medios hispanos de noticias, sobre su sincera esperanza para una nación mejor, en la que es un orgulloso hijo de padres inmigrantes, como muchos de nosotros.
Sin embargo, los votantes latinos son más inteligentes. Mucho más inteligentes de que algunos creen.
Tan inteligentes como para entender que el senador Rubio está haciendo un trabajo ordenado por las más altas filas del Partido Republicano, en donde no hay ningún latino, y en donde de repente tienen la necesidad de conectarse con los votantes hispanos. Tienen prisa de utilizar esa carta, y la disponibilidad de Rubio con los medios es una señal de que el valor del voto latino está al alza conforme nos acercamos a la contienda por la Casa Blanca en noviembre.
Y mientras el valor del voto latino sigue creciendo, parece que, tristemente, la credibilidad del liderazgo dentro de la comunidad latina, podría estar haciendo lo contrario.
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