Puerto Rico se quedó solo
Es evidente que Puerto Rico tendrá que llevar a cabo su recuperación sin la ayuda del gobierno federal.
A principios de enero, la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés) informó al gobierno de Puerto Rico que retendría la parte que le corresponde a la isla del total de 4,9 mil millones de dólares en préstamos para desastres pre-aprobados hasta el momento porque su balanza de liquidez es demasiado elevada.
De hecho, a finales de enero la FEMA dio por concluida su misión en la isla, dejando en manos del gobierno de Puerto Rico la tarea de finalizar la distribución de la ayuda humanitaria –agua y alimentos– restante. Un gesto que, como dicen algunos, ha llegado demasiado pronto, pues una tercera parte de la población de la isla continúa sin electricidad y, en algunos lugares, sin agua corriente.
Gestos como este sientan como un insultante bofetón en la cara para la sufrida población puertorriqueña, como pude constatar en mi reciente viaje por trabajo a la isla. Han pasado cuatro meses desde que el huracán María azotó la isla, pero Puerto Rico continúa económica, social y psicológicamente devastado. El período de recuperación ha sido muy lento y dificultoso, dejando a la población y a la isla entera en un estado de pánico, destrucción y desesperación.
Con tantos residentes desprovistos de electricidad, miles de empresas se han visto obligadas a cerrar. Al parecer, cada día hay algún hotel, restaurante, bodega local o mega centro comercial que echa el cerrojo. Miles de personas están sin empleo y –ahora que las moratorias para préstamos e hipotecas se han acabado– los propietarios de viviendas no pueden devolver los pagos y perderán sus propiedades. La desesperación crece.
Mientras, aquí en Estados Unidos, los medios de comunicación han dejado de informar sobre Puerto Rico y la devastación provocada por el huracán María. Pocos se dan cuenta de las terribles condiciones que persisten en la isla. Después de tanto tiempo, las cosas no han mejorado.
Los puertorriqueños deben empezar a pensar en un nuevo plan de recuperación económica sin depender de las ayudas federales del gobierno de EE. UU.
Es este contexto el que me ha hecho estar convencida de que los puertorriqueños, más que nunca, necesitamos hacer frente a una grave realidad: Estamos solos
Como solía decir mi padre, ha llegado el momento de ceñirse el cinturón, porque la marcha va a ser turbulenta. Los puertorriqueños deben empezar a pensar en un nuevo plan de recuperación económica sin depender de las ayudas federales del gobierno de EE. UU. Si Puerto Rico quiere cambiar su situación, son los puertorriqueños los que deben liderar el esfuerzo.
Las cosas no cambiarán de la noche a la mañana. El periodo de recuperación será largo y debemos aprender de otras economías de escala en el mundo para lograr dar un giro a nuestra situación.
Hablando claro: la situación económica de Puerto Rico ya era mala antes del huracán María. Décadas de malgobierno originaron un enorme déficit. El huracán María solo hizo que la situación fuera a peor.
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Para lograr que emerja un nuevo Puerto Rico tenemos que reconstruir sin olvidar la falta de desarrollo sostenible que sufre nuestra economía local. También necesitamos nuevas estrategias para revertir los problemas más graves: la creciente emigración de talento a los Estados Unidos, el elevado desempleo, las deficiencias en infraestructuras, la escasez de viviendas y los problemas medioambientales.
Podremos empezar a solucionar problemas si tomamos como ejemplo los esfuerzos llevados a cabo con éxito por algunas comunidades locales para lograr el desarrollo económico sostenible en la isla. En estos momentos difíciles, hemos visto al Center of Puerto Rico colaborar con empresas locales para proveer de programas de recuperación a aquellos que más lo necesitan: emprendedores y pequeñas comunidades empresariales de la isla. El Center of Puerto Rico ha ayudado a diversos artistas, propietarios de restaurantes y comerciantes de comunidades empobrecidas de la isla a volver a ponerse en pie.
Otro gran ejemplo de los esfuerzos realizados a nivel local es el de la comunidad de San Sebastián, donde se han erigido estructuras locales para restaurar el suministro eléctrico a la población. También está el municipio de Adjuntas, que ha puesto en marcha un nuevo programa de energía renovable para ayudar a las municipalidades locales a controlar ellas mismas la rehabilitación de sus propias infraestructuras. El control local parece ser una buena solución para estas municipalidades, que a partir de ahora deberán asumir el futuro de su economía.
Para lograr que emerja un nuevo Puerto Rico tenemos que reconstruir sin olvidar la falta de desarrollo sostenible que sufre nuestra economía local.
El sector privado también deberá tomar partido. En un momento en que el gobierno federal de EE. UU. ha abandonado Puerto Rico, el sector privado puede aportar liderazgo, intervención e innovación. Tiene que ser proactiva y llamar a la acción para poder ayudar en este periodo de recuperación.
El coste de la reconstrucción de la isla será caro y durará tiempo. El nuevo Puerto Rico necesitará nuevos modelos de inversión e innovación. No podemos continuar dependiendo de la ayuda de Washington.
Mientras visitaba los festivales callejeros de San Juan, el mes pasado, pude ver a muchos emprendedores locales vendiendo y promoviendo sus negocios entre la comunidad.
La gente de todo el mundo tiene que ver esta nueva infusión de energía, activos y capital humano social, humano y económico que se cuece en la isla. Más importante todavía: pude observar una nueva actitud en toda esa gente que ama a su isla. Estas personas son los agentes de cambio cuyo talento, resiliencia y fe pueden conseguir que emerja un nuevo Puerto Rico. Nuestra gente es el mejor recurso que tenemos, con o sin la ayuda del gobierno de Estados Unidos.
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