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El Canal Erie

El 26 de octubre de 1825 se inauguró una de las proezas de ingeniería más extraordinarias de la humanidad: El Erie Canal. El gobernador de Nueva York, DeWitt…

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El 26 de octubre de 1825 se inauguró una de las proezas de ingeniería más extraordinarias de la humanidad: El Erie Canal. El gobernador de Nueva York, DeWitt Clinton, ese día abordó el "Seneca Chief" en Búfalo, norte del estado, en compañía de distinguidos invitados con los que navegaría hasta el río Hudson en Nueva York. Un redoble de cañones acompañó la salida y el retumbe se repetía al paso de cada ciudad portuaria. Su paso era lento, solo unas cuatro millas por hora, acarreado por mulos que andaban paralelas a la embarcación, conduciendo los arneses y poleas que propulsaban la embarcación por el estrecho canal. El "Seneca Chief" hizo finalmente su entrada a la bahía de Nueva York el 4 de noviembre. El gobernador Clinton, personalmente se encargó de verter dos barriles plenos de agua traídas del lago Erie y algunas vasijas con aguas provenientes de los más importantes ríos del mundo: el Nilo, el Ganges, el Missisipi, el Rhin y el Danubio. Una flotilla de embarcaciones hizo gala de la ceremonia y un festín de fuegos artificiales conmemoró lo que fue conocido como el casamiento de las aguas entre los Grandes Lagos, Erie y Michigan, y el océano Atlántico.

La inauguración de este importante canal fue el resultado de la perspicacia y perseverancia de su principal impulsor, DeWitt Clinton. Cuando Clinton propuso construir el canal sin apoyo del Gobierno Federal en 1817, fue objeto de burlas e incredulidad de sus detractores. Por varios años se le llamó la "zanja de Clinton", para hacerle mofa a un proyecto improbable de cometer. Fue la capacidad negociadora de Clinton la que logró convencer a la legislatura de Nueva York para aprobar un bono del Canal. Inversionistas de Gran Bretaña y Nueva York, comerciantes en su mayoría, invirtieron alrededor de $7 millones para la construcción del canal, una cifra estratosférica para su tiempo.

Construir un canal artificial de 40 pies de ancho, cuatro de profundidad a lo largo de 364 millas, contando 83 represas y 300 puentes fue un reto mayúsculo. La obra se llevó a cabo con el soporte de la inventiva en materiales y maquinaria de construcción, apodada "el Ingenio Yankee," además de una incansable mano de obra. Se inventaron maquinarias para remover los densos bosques que cubrían la ruta. Se empleo un novedoso material para cimentar el canal importado de Inglaterra, el cemento. También, para hacer paso a través del intrincado terreno, se experimentó con un novedoso explosivo, la nitroglicerina.

El canal transformo la calidad de vida de los habitantes del estado de Nueva York. Aquellos pueblos que antes de la construcción de canal eran autosuficientes produciendo escasamente lo que podían consumir y canjear, dejaron de serlo después del arribo del canal. Los agricultores ahora podían producir para un mercado, especializarse en una profesión y disfrutar ocasionalmente de un lujo traído del exterior. Los precios de muchos productos redujeron su precio drásticamente, como fue el caso de las mantas.

Por otro lado, el Canal era un atractivo irresistible para una nueva generación de inmigrantes que se movilizaba al suroeste del país. En 1830 se llegaron a contar 50 mil inmigrantes que arribaron a los estados de Indiana, Illinois y Ohio usando el Canal como transporte.

 Antes de la construcción del canal, Filadelfia era el más importante puerto de los Estados Unidos. Después de la inauguración del Canal Erie en 1825, Nueva York, a pesar de la competencia de Massachussets, pasó en pocos años a asumir el liderazgo, ya que el resto del país sólo podía producir un tercio de lo que Nueva York exportaba. El canal convirtió a Nueva York en el Estado Imperial, epicentro del comercio y la exportación de los Estados Unidos.