Disuadir a Irán es la mejor opción
Cuando estaba en la universidad, en la década de 1980, invité al secretario de defensa de Ronald Reagan, Caspar Weinberger, para que pronunciara un discurso en…
Cuando estaba en la universidad, en la década de 1980, invité al secretario de defensa de Ronald Reagan, Caspar Weinberger, para que pronunciara un discurso en la universidad. En ese momento, las universidades estadounidenses eran focos de oposición a la administración de Reagan, en especial, a sus políticas de defensa. Efectivamente, cuando Weinberger empezó a hablar, varios estudiantes se levantaron y empezaron a interrumpirlo. Uno tras otro, se levantaron y juntos dijeron: "la disuasión es una mentira".
Los debates sobre las ambiciones nucleares de Irán me recuerdan a esa reunión turbulenta, ya que destacan una extraña inversión de papeles en el discurso de la política exterior de hoy día. Era la izquierda quien se rehusaba a aceptar la idea de la disuasión, buscando en su lugar otras opciones como la congelación nuclear. Y solían ser los de derecha quienes pacientemente explicaban las virtudes prácticas de la disuasión.
"Aproximadamente una vez cada 25 años, una nueva generación descubre los horrores de la bomba y las paradojas de la disuasión, y comienza a buscar una salida. Pero hay muchas ocasiones en que uno puede presenciar el Apocalipsis…tantas alternativas seductoras para perseguir y desechar. Inevitablemente, el debate queda estancado más o menos donde empezó: afirmando, y al mismo tiempo deplorando, la necesidad de confiar en el equilibrio del terror para preservar la paz". Eso fue escrito por Charles Krauthammer en The New Reuplic en 1984. También expresó que "la disuasión, al igual que la vejez, es intolerable, hasta que uno considera la alternativa".
Sin embargo, hoy día es la derecha quien entiende que la disuasión es una mentira. Krauthammer, la Fundación Heritage y el instituto American Enterprise entre otros, denuncian la contención y la disuasión, y en su lugar nos guiarían hacia una política que termine en una guerra preventiva. Es la versión de la derecha sobre la congelación nuclear, una solución simple que en realidad no resuelve nada. Atacar Irán probablemente retrasaría su programa durante unos pocos años, a la vez que impulsarían el apoyo interno hacia Teherán, dándole así una razón mucho más fuerte para conseguir armas nucleares. No obstante, los conservadores sofisticados prefieren este camino antes que la disuasión.
La disuasión es un concepto difícil de aceptar porque es contrario a la intuición: la perspectiva de la destrucción produce la paz.
En un brindis en 1989, Margaret Thatcher dijo a Mijail Gorbachov: "nuestros países saben por su amarga experiencia que las armas convencionales no impiden la guerra en Europa, mientras que las armas nucleares lo han hecho durante 40 años. Como medida disuasoria no hay sustituto para las mismas".
Si la disuasión no funciona, entonces ¿por qué no estamos preparando una guerra preventiva contra Rusia, que todavía tiene un temible arsenal de misiles balísticos intercontinentales? El argumento de que Irán podría ser disuadido no se basa en su racionalidad sino en el deseo del régimen de sobrevivir. Kenneth Waltz, uno de los teóricos más distinguidos en el ámbito de las relaciones internacionales expresó que "los gobernantes quieren tener un país que puedan seguir gobernando".
La angustia ante la perspectiva de un arma nuclear iraní es comprensible. Sería mejor para Israel, el Medio Oriente y el mundo que Teherán no adquiriera esas armas. El esfuerzo de Estados Unidos, en colaboración con casi toda la comunidad internacional, para impedir que esto suceda y para poner una enorme presión sobre Teherán, es la política adecuada. Pero si Teherán persistiera, si su régimen llegara a aceptar el aislamiento global y los agobiantes costos que vendrían a consecuencia de su decisión, una sólida política de contención y disuasión funcionaría respecto de Irán así como funcionó contra la Unión Soviética de Stalin, la China de Mao, Corea del Norte de Kim Jong II y el ejército paquistaní.
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