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Las páginas de la sección de anuncios clasificados de uno de los diarios europeos de mayor circulación reflejan los requerimientos del mundo moderno: ingenieros químicos industriales y de sistemas para plantas nucleares, ingenieros en mecatrónica, cirujanos plásticos especializados en la reconstrucción de rostros desfigurados por actos de terrorismo, extinguefuegos con experiencia en el control de incendios en bosques, profesionistas en disponer de basura radioactiva, agentes especiales en control de terrorismo y narcotráfico.

Todos los puestos ofrecían sueldos y prestaciones considerables, menos uno: el que estaba en el centro mismo de la primera página, con mayúsculas, en tinta roja. Un orfanato solicitaba madres, sí, mamás de tiempo completo para cuidar niños enfermos abandonados. Niños prematuros y con defectos físicos olvidados en incubadoras. Niños con SIDA extraviados en los supermercados. Niños con enfermedades incurables abandonados en hospitales.

El anuncio no ofrecía sueldo alguno por el trabajo de mamá.  Tal vez buscaban personas que, como las madres, estuvieran dispuestas a entregarse a los pequeños pacientes sin esperar retribución alguna.  Decía en letras rojas: "Se solicitan madres de tiempo completo, dispuestas a trabajar faenas dobles fines de semana, días festivos, períodos vacacionales.  Personas con energía, imaginación, inteligencia, flexibilidad y resistencia extrema. Deberán poseer dotes de motivación y liderazgo. Requisito indispensable: personalidad de maestra amorosa, sincera y paciente.  Entusiasta, alegre, y de buen humor, sobre todo, compasiva: los niños necesitan mucho amor para soportar el dolor."

La ciencia médica ha corroborado en los últimos años que la medicina holística o integral, al elevar el estado de ánimo de los pacientes, estimula su sistema de defensas naturales. Además de los medicamentos y sofisticados tratamientos modernos que la ciencia ofrece, es importante rodear al enfermo de cuidados amorosos para desencadenar esa fuerza extraña y determinante que el conjunto de mente-cuerpo-espíritu ejerce en los enfermos, aún los desahuciados.

Es interesante que el orfanato en cuestión buscara mamás y no a profesionales de la medicina para dar atención a esos pequeños enfermos. Tal vez consideró que la aportación de las madres a la sociedad es algo tan intangible y exquisito que no se puede materializar en palabras en libros de texto, ni en materias universitarias.  Siendo la madre el eje en torno al cual gira la vida, con un amor que se traduce en sentido de responsabilidad, ¿quién mejor que ella para atender y dar consuelo a los niños desahuciados? ¿Quién podría ser capaz, con ternura tranquila, despertar el alma del niño a la vida del espíritu?

Se necesita alguien especial para crear un ambiente alegre en medio del dolor.  Alguien con suficiente alegría de vivir que logre motivar al enfermo, aunque sea por unos instantes, al gozo de estar vivo.  Un corazón de madre que destierre con un abrazo los terrores infantiles nocturnos, acrecentados por la angustia de la enfermedad y del miedo a la muerte.

Sólo en el regazo y rodeado de los cálidos brazos de una madre, puede la pequeña víctima de violación aquietar los sollozos provocados por las pesadillas recurrentes.  Sólo las caricias y los besos de una madre logran cicatrizar el trauma de los niños maltratados.  Sólo ella, con dulces canciones y suaves murmullos puede lograr que el niño seque sus lágrimas y escape de su insufrible agonía, más allá del umbral de la esperanza, al mundo de la dicha eterna.

Es difícil, en términos económicos, asignar un valor al trabajo permanente de ser madre.  El esfuerzo y dedicación depende de ella, el resultado no.

Tiempo y costo en la Profesión de Madre, ¿cuánto vale?  ¿Quién lo determina?