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El presidente Trump y compañía quieren acabar con lo que los conservadores llaman una “discriminación inversa” contra lo que, consideran, es un tipo de víctimas pobres y asediadas: los hombres blancos.

Trump acierta finalmente en el tema racial, pero por motivos equivocados

El gobierno de Trump está adoptando una postura correcta al oponerse a las políticas de admisión en educación que toman en cuenta la raza. Pero lo está…

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El presidente Trump y compañía quieren acabar con lo que los conservadores llaman una “discriminación inversa” contra lo que, consideran, es un tipo de víctimas pobres y asediadas: los hombres blancos.

Trump debe su presidencia a la gente blanca, y cuida de los suyos. Y si eres un votante de Trump y tu vida no se convirtió en un jardín de rosas, ¿por qué no culpar a las minorías? Es mejor que ir a la escuela nocturna.

A los hombres blancos les está yendo bien. Ya no se devoran el pastel entero, pero todavía les toca una buena porción.

Es muy raro, entretanto, que se utilice el mejor argumento posible para acabar con las políticas que toman en cuenta la raza. Voy a usarlo, pero veamos primero cómo llegamos hasta aquí.

En 1961, el presidente Kennedy firmó la Orden Ejecutiva 10925, que estableció el concepto de la discriminación positiva, al ordenar que los proyectos financiados con fondos federales “adoptaran medidas de discriminación positiva” para asegurarse de que la contratación y el empleo estuvieran libres de prejuicio racial.

En 1978, en el caso Regents de la Universidad de California versus Bakke, la Corte Suprema determinó que Allan Bakke, un hombre blanco de 38 años, debía ser admitido en la escuela de medicina de la Universidad de California, Davis. Bakke había sido rechazado, reclamó, por un cupo reservado para las minorías. Pero una mayoría de los jueces también falló que sí era admisible para una universidad tomar en cuenta la raza o la etnicidad, entre otros factores.

En 2011, el gobierno de Obama instó a las escuelas primarias y secundarias, además de las universidades, a tomar en cuenta la raza de los estudiantes “de una manera estricta” para mejorar las políticas de diversidad.

Ahora el gobierno de Trump está empujando a las instituciones educativas a usar “métodos neutrales sobre la raza” para asignar los estudiantes de las escuelas primarias y secundarias y para admitir alumnos en las universidades.

En una carta conjunta, los departamentos de Educación y Justicia anunciaron que habían revocado siete lineamientos de la política de discriminación positiva de la era Obama. El gobierno de Trump afirma que estos lineamientos “abogan por preferencias y posiciones de políticas que están más allá de la Constitución”.

No se sorprenda si en poco tiempo los abogados del departamento de Justicia de Trump van a argumentar ante la Corte Suprema en favor de admisiones de ceguera racial [que ignoran la raza].

Esto pone un nuevo énfasis en las próximas audiencias de confirmación del juez de la Corte de Apelaciones de EE.UU. Brett Kavanaugh, nominado por Trump, que ha dicho esto:

“La Corte Suprema ha fallado en muchos casos de programas de discriminación positiva y, si me confirmaran, continuaría con fidelidad esos precedentes”.

Seguir los precedentes nos lleva a dos casos que la Corte Suprema falló en 2013 y que involucran a la Universidad de Michigan.

En el caso de las admisiones de estudiantes Gratz versus Bollinger, los jueces decidieron que la escuela erró al separar las solicitudes de las minorías de las solicitudes de los blancos, y al otorgar puntos a las minorías.

Aún así, en el caso que involucró a la escuela de derecho, Grutter versus Bollinger, los jueces apoyaron el intento de la escuela de procurar la diversidad en el campus, lo cual consideraron  más benigno y no parte de una cuota ilícita

Lo que es todo esto, ante todo, es un choque entre la equidad y la oportunidad. Quienes se oponen a  la discriminación positiva dicen que no es justo discriminar a los hombres blancos. Los defensores insisten en que echar atrás las admisiones que toman en cuenta la raza limitan las oportunidades para los afroamericanos y los latinos.

Hemos tenido esta discusión durante décadas. A todos nos pone nerviosos, pero en realidad no nos lleva a ningún lado.

De hecho, la manera misma  como discutimos sobre la discriminación positiva es obsoleta.

Dígale a un latino y a un afroamericano que los hombres blancos no pueden tomarse un respiro, y pondrán los ojos en blanco. La discriminación contra los no blancos persiste.

Es el momento de usar un nuevo lenguaje. Algo de este tono:

El gobierno de Trump tiene razón a medias. La discriminación positiva está haciendo daño a alguien, pero no precisamente a los hombres blancos. Más bien a los beneficiarios que ya estaban previstos para este programa: los afroamericanos y los latinos.

Cuando se practica de forma agresiva, la discriminación positiva degrada con frecuencia los estándares académicos, estigmatiza como no meritorios a sus destinatarios y disimula la inequidad, causada por las bajas expectativas, en todos los niveles de la educación que son cruciales, desde el kindergarten hasta la secundaria.

También permite que se beneficien las minorías acomodadas, que apenas han sufrido dificultades raciales o no han sufrido ninguna, mientras se descuida a quienes están realmente necesitados. De esta forma, se promueve el elitismo dentro de las comunidades de color, al permitir que entre un espacio privilegiado un selecto grupo de latinos y afroamericanos que acaparan todos los beneficios.

Mientras tanto, a la mayoría de los muchachos de estas comunidades se les defrauda con escuelas públicas mediocres y de bajo rendimiento; por lo tanto, no estarán nunca en posición de aprovechar alguno de estos programas que toman en cuenta la raza.

La política de afirmación positiva tiene casi 60 años. Ya que se acerca a sus años dorados, es tiempo de que la retiremos.