Con la serpiente amarrada
La Embajada de México en Estados Unidos declaró que la caricatura que recién apareció en las noticias norteamericanas de la bandera mexicana que muestra el…
La Embajada de México en Estados Unidos declaró que la caricatura que recién apareció en las noticias norteamericanas de la bandera mexicana que muestra el águila baleada y destrozada como víctima de la guerra contra el narcotráfico, puede herir la susceptibilidad de algunos de sus ciudadanos y, aunque aclara que si bien las autoridades mexicanas respetan el derecho a la libertad de expresión, consideran que la caricatura puede lastimar a algunos de sus ciudadanos que la consideran como uno de sus símbolos más sagrados.
Para los mexicanos la bandera tiene un significado profundo: el verde simboliza la esperanza del pueblo de México en el destino de su raza, el blanco representa la pureza de los ideales, y el rojo simboliza la sangre que derramaron y siguen derramando los héroes por la patria. En el centro de la bandera aparece el escudo que tiene su origen en el jeroglífico que usaron los Aztecas para representar la fundación de Tenochtitlan: un águila que pisa y devora una serpiente. El águila, dotada de potentes alas, las despliega majestuosamente y emprende el vuelo porque ha sido llamada a elevarse a la cumbre misma de la montaña.
La leyenda narra que una de las tribus indígenas más destacadas de México, los Aztecas, vivían tranquilos en el valle cuando Huitzilopochtli, su dios principal, habló con los sacerdotes y les indicó abandonar Aztlán para buscar una tierra nueva donde tendrían riquezas y bienestar, y donde nacería un pueblo nuevo. El símbolo que representaría la tierra prometida era un águila posada en un nopal devorando una serpiente. Después de 302 años de constante búsqueda encontraron la señal, y ahí fundaron Tenochtitlan; este acontecimiento es considerado como la fundación de México, y por su importancia se adoptó como símbolo del Escudo Nacional.
Montaña, águila, serpiente. La montaña constituye el mundo de los valores, el deber ser, el bien ser, el bien estar y el bien tener. El águila representa la libertad y la realización personal, el desplegar majestuosa y dignamente la voluntad, los conocimientos, habilidades y talentos para encauzarlos a la cima de la montaña. La serpiente rastrera es sinónimo de servilismo, hipocresía, cobardía; encarna las pasiones más bajas del ser humano.
Hay águilas que guardan sus alas bajo el hombro y prefieren vivir en el valle como aves de corral. Conformistas, indiferentes, desean el cautiverio para no esforzarse en subir a la montaña: el valle es seguro, apacible, tranquilo, sin peligro ni exigencias.
Es difícil dejar el valle, claro está, dejar lo cómodo, aunque mediocre, y cambiarlo por lo arriesgado, atrevido, esforzado. Sin embargo, esta seguridad es engañosa porque se nace para ser libre como las águilas: vivir y volar en las alturas. Permanecer en el valle, dentro del propio cautiverio, es como tener las alas rotas, reptar sobre la tierra, conformarse con las circunstancias, enterrar los talentos.
La montaña sigue ahí; símbolo desafiante de la vida: el ideal de regir el propio destino, el reto de superar cualquier situación esclavizante. Símbolo de la excelencia: el ser humano es llamado a vivir en las alturas porque desde ahí es posible observar la naturaleza, los seres y los bienes de la tierra con objetividad, arrobo, curiosidad, inclusive con dulzura.
Es difícil llegar a la montaña; más difícil aún aprender a volar: aceptar un desequilibrio momentáneo, entrar en crisis tal vez, un rompimiento, profunda desolación y, después, como las águilas, dejar la obscuridad y seguridad del valle para buscar la luz y las alturas más cerca del sol. Descubrir que las crisis son dolorosas pero necesarias porque afirman y desarrollan el espíritu: de las borrascas no hay que esconderse sino aprender a desafiarlas.
Hay personas favorecidas por la naturaleza, por las circunstancias, las oportunidades, el esfuerzo y preparación personal, en cuyas manos descansa el destino de México. Y aunque han desarrollado suficiente talento para marcar el rumbo y el ritmo del país, y han nacido para ser águilas y liberar al pueblo de la ignorancia, pobreza e indignidad, desaprovechan su situación única, y optan por quedarse en el valle como aves de corral. Cacaraqueando. Con la serpiente amarrada al pescuezo.
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