Clinton, Trump y el hambre de los niños
No es que nadie crea ni por un momento que lo hará, pero Trump podría comenzar su inútil esfuerzo por vender una imagen más tragable rechazando un proyecto de…
La campaña de Donald Trump prometió oficialmente al partido republicano un candidato nuevo y mejor. Según dijeron, su personalidad racista y ofensiva era solo teatro. De ahora en adelante, como por arte de magia, el insoportable multimillonario atraerá votantes de las minorías, las mujeres y hasta los mexicanos en una elección general.
No es que nadie crea ni por un momento que lo hará, pero Trump podría comenzar su inútil esfuerzo por vender una imagen más tragable rechazando un proyecto de ley de reautorización de nutrición infantil que es un inmisericorde atentado contra la salud de millones de niños.
El representante Todd Rokita (R-IN), que preside el subcomité de la Cámara sobre la Niñez Temprana, y la Educación Elemental y Secundaria, fue quien introdujo el proyecto de ley.
Como ha dicho la organización Hunger Free America, esa ley de la mayoría republicana hará más difícil para los niños con hambre obtener comidas escolares. Además, aumentará la burocracia y el papeleo de los distritos escolares locales, echará atrás las mejoras nutricionales en las comidas escolares, y proveerá fondos inadecuados para las comidas veraniegas.
“[Es] la política más estúpida y desalmada imaginable”, afirmó Joel Berg, director ejecutivo (CEO) de Hunger Free America.
Cuan desalmada es esta política se hace evidente al enterarnos de que hay 15 millones de niños que padecen hambre en EE.UU. El hambre, siempre trágica, nunca es peor que cuando la sufren los niños. Y si sucede en el país más rico del mundo, entonces la tragedia se convierte en un crimen.
Mientras los cinco aspirantes presidenciales que aún quedan se preparaban para la primaria de Pensilvania, Berg les pidió a todos que declararan su oposición a esta nefasta ley.
“Todos los candidatos presidenciales, de ambos partidos, debieran denunciar de inmediato esta ley estúpida, insensible y contraproducente. El futuro de decenas de millones de niños americanos está en juego”, señaló.
¿Prestarán atención al menos los dos candidatos que marchan al frente en la contienda?
Nadie espera que Trump —en su nueva o vieja versión— condene el proyecto de ley de Rokita, por supuesto.
Del lado Demócrata, Hillary Clinton ha evadido discutir el tema de la pobreza— y su secuela el hambre— durante su campaña actual. Pero nadie debe olvidar su papel ayudando a su esposo, el entonces presidente Bill Clinton, a hacer pedazos la red de seguridad que ofrecía alguna protección a los miembros más vulnerables de la sociedad.
Ella lo alentó a firmar la Ley de Reconciliación de Responsabilidad Personal y Oportunidades de Trabajo de 1996 (Personal Responsibility and Work Opportunity Reconciliation Act), por la cual también había cabildeado. Dicha ley sumió a un número sin precedentes de niños latinos y negros en una terrible pobreza.
“Estuve de acuerdo en que él debía firmarla y trabajé duro para reunir los votos para su aprobación”, recuerda con orgullo en Living History, sus memorias publicadas en 2003.
Sus razones para hacerlo son indefendibles. El plan para transformar el ‘welfare’ (asistencia social) era en realidad un complot para atraer a votantes blancos de vuelta al partido demócrata mediante seguirles la corriente en cuanto a estereotipar a las madres latinas y negras que recibían asistencia social como vagas y “dependientes”.
Como candidata a la presidencia, Clinton está llamada a denunciar la ley de Rokita. ¿Lo hará?
“Todos los candidatos de todos los partidos deben comprometerse de nuevo con los esfuerzos bipartidistas para reducir el hambre infantil y darles a nuestros niños vidas más felices y saludables”, dijo Berg.
Estamos de acuerdo. Pero, por si acaso, esperemos sentados.
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