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Bin Laden: Muerte en Domingo

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La oportunidad, si así se lo propusieron, no
pudo ser mejor.  Esa muerte no
opacó la tradición religiosa ni el cuento de hadas real, mas bien destacó el
fin de la era de los súper villanos.

Equiparando el llamado de Bin Laden a una Jihad
con la convocatoria a una Cruzada por parte del ex Presidente Bush, el mundo
fue inducido a creer que Estados Unidos y Al Qaeda estaban peleando una guerra
sagrada.

Para el mundo árabe, el cálculo también fue
perfecto.  Sucedió en tanto los
civiles, la gente común del mundo árabe buscaba su libertad, del tipo que
Estados Unidos promueve, y lograba derrocar tiranías que duraron décadas.  El momento reveló también que eran los
campeones de la libertad en Occidente los que financiaban y apoyaban a  las criminales y brutales tiranías del
Oriente Medio.

Como en los matrimonios de conveniencia, las
potencias, incluido Estados Unidos, no tuvieron reparos en sostener aparatos
estatales criminales, supuestamente para mantener a raya a grupos radicales,
pero ostensiblemente para asegurar el acceso al petróleo, el tráfico de armas,
y tal como sucede en Afganistán para proteger los cultivos de amapola para el
tráfico creciente de opio.

Bin Laden fue de hecho un ex operativo de la
CIA, entrenado y financiado en la década de los 80 para combatir a los
Soviéticos durante la invasión y fallida guerra en Afganistán.

Esta selección de malos aliados por parte de
Estados Unidos no es nueva, son muchos los brutales tiranos que han gozado de
su favor en Latinoamérica, el Sudeste Asiático, y en el Medio Oriente.

Sadam Hussein fue también otro de los
repulsivos aliados que eventualmente se volteó en contra de su ex patrono.  Fue hace tan solo 30 años, durante la
década de los 80 que Sadam Hussein fuera uno de los clientes selectos de armas
químicas, un trato que fuera negociado por Donald Rumsfeld.

Hussein fue ejecutado luego de un juicio
fingido para así mantener las apariencias;  Bin Laden fue eliminado, o sumariamente ejecutado, la Casa
Blanca aún sigue revisando su relato sobre si Bin Laden ofreció resistencia o
no.

Pese a todo, la muerte de estos dos villanos
calza más un ajuste de cuentas entre mafiosos, antes que un acto de justicia.

El único testimonio de los últimos momentos
de Bin Laden es la cara de angustia de Hillary Clinton siguiendo en vivo el último
"reality TV" de la Casa Blanca.