¿Vale la pena el costo ambiental del Tren Maya?
Lo que comenzó como uno de los mayores proyectos de turismo sostenible de AMLO podría convertirse en uno de los más perjudiciales para el ecosistema.
Con la situación de COVID-19 en pleno apogeo, y el discurso público argumentando si las estadísticas de muertes son exactas o no, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha aprovechado la inesperada situación para acelerar el proceso de construcciones controvertidas desarrolladas por su gobierno, como el Tren Maya.
El Tren Maya, junto con el nuevo aeropuerto de Santa Lucía y la refinería de Dos Bocas son algunos de los proyectos más importantes que se construirán durante el mandato presidencial de AMLO.
El proyecto ferroviario fue introducido por el presidente durante su campaña electoral con la idea de promover el turismo e impulsar la economía de la Península Maya, y facilitar las conexiones entre las ciudades más importantes de la región sur: Chiapas, Tabasco, Campeche y Yucatán.
El proyecto, con un trazado previsto de más de 630 km, fue concedido como una de las mejoras sostenibles y tecnológicas presentadas por el nuevo gobierno.
De hecho, durante una conferencia de prensa celebrada en 2018, pocos meses después de que el presidente fuera elegido, declaró que "no se retirarán árboles para la construcción del proyecto", en un intento de calmar las preocupaciones sobre el posible daño ambiental que podría causar una construcción de la magnitud del ferrocarril.
Sin embargo, en un informe presentado este fin de semana por el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), declaró que se cortarán más de 10.000 árboles y que alrededor de 2.500 hectáreas de áreas naturales protegidas también sufrirán daños ambientales.
De la superficie total, el 24% de ella forma parte actualmente de la selva maya, y el 12% de las tierras agrícolas que aún pertenecen a la propiedad privada. Según las estadísticas presentadas por Milenio, "el 64% restante de la construcción es parte de los canales de comunicación existentes".
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La misión del proyecto ferroviario era construir un circuito de casi 635 km que pudiera mejorar las conexiones entre algunas de las regiones más turísticas de la península maya, como Chiapas, Campeche, Tabasco y Yucatán.
Sin embargo, tras la publicación de la evaluación de impacto ambiental (EIA), así como el hecho de que el tren esté propulsado por gasóleo, uno de los combustibles fósiles más perjudiciales para el medio ambiente, no es de extrañar que se cuestione la sostenibilidad del proyecto.
Según El Universal, "el proyecto está siendo continuado sin considerar los impactos ambientales que puede causar".
Yucatán es la segunda región de jaguares más importante del mundo y el impacto ambiental también dañará la flora de la región, incluyendo cinco especies en peligro de extinción.
En caso de que s e complete la propuesta del tren, lo que comenzó como uno de los mayores proyectos de turismo sostenible del actual presidente, se convertirá en la inversión más perjudicial para el ecosistema.
Teniendo en cuenta también la pandemia mundial que ha afectado al país, en la que el número de víctimas sigue aumentando cada día, la construcción del Tren Maya puede no ser la mejor decisión en este momento.
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