El pasado jueves los Republicanos en el Congreso pisaron el acelerador en la revisión del código fiscal estadounidense, a pesar de las advertencias de los funcionarios de la Reserva Federal en que el plan de impuestos del presidente Trump podría conllevar altas tasas de inflación y una deuda federal “insostenible”.

El procedimiento de voto en la Cámara de Representantes controlada por los Republicanos, aprobó el plan de gastos fiscal para el 2018 con 219 votos a favor y 206 en contra, poniendo en vigencia una herramienta legislativa que podría permitir a los Republicanos aprobar la ley fiscal con un voto de mayoría simple en el Senado, según reportó Reuters.

Tanto el presidente como los Republicanos en el Congreso esperan aprobar un paquete de recortes fiscales a corporaciones, empresas pequeñas y particulares antes del mes de enero, argumentando que los recortes “impulsarán el crecimiento económico de Estados Unidos, el empleo y las ganancias”.

El portal Philly.com ha resumido los tres puntos fundamentales de la reforma, partiendo de la aseveración de que “el código fiscal es mejor que el estatus quo”: “Cuando los economistas hablan de códigos fiscales ‘buenos’ o ‘malos’, se refieren a si es más o menos eficiente. La eficiencia es la palabra clave en la economía, y mientras más eficiente sea un código fiscal para un país, tanto mejor”.

Esto implica que el código fiscal sea “simple, transparente y justo”. Si bien el proyecto es claramente más simple y transparente – facilitando un sistema de negocios internacionales – su condición de “justo” ha quedado por fuera de los detalles.

Durante las próximas semanas, las negociaciones en el Congreso deberán demostrar qué tanto afectará el nuevo plan a los impuestos de particulares.

Un segundo punto es, según continúa el portal, que la propuesta de impuestos ayudaría a la economía a crecer mucho más rápido de lo que lo haría bajo el código fiscal actual. “La propuesta haría a Estados Unidos más competitivo desde un punto de vista de negocios internacionales, e incentivará la inversión durante los próximos cinco años”.

Pero no todo lo que brilla es oro. Un tercer aspecto será el costo que esta reforma contraerá. Según la Resolución Presupuestaria del Senado, esta reforma le costará al país alrededor de 1.5 billones de dólares en los próximos 10 años.

Para que esta reforma fiscal “se pague a sí misma”, necesitará un crecimiento del PIB de más de 0.5 puntos porcentuales, algo que es casi imposible en el modelo económico actual.

Para los demócratas esta reforma iría en contra de los estatutos del presupuesto de la cámara, pues un déficit de 1.5 billones de dólares es simplemente indiscutible.

Así pues, aseguran que el plan de los Republicanos está dirigido exclusivamente a “hacer al rico más rico”, mientras se recorta el presupuesto a programas sociales, incluyendo el Medicare y el Medicaid.

“¿De dónde vendrá todo este dinero?”, preguntó John Yarmuth, representante y principal demócrata en el Comité de Presupuesto de la Cámara, en el suelo del senado. “Si usted está escuchando esto y no es millonario, probablemente venga de su bolsillo”, declaró.