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Getty Images / Mason Trinca
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Cómo Portland se ha transformado en el epítome de la realidad que vive Estados Unidos

Entre una pandemia que no cede y las no-respuestas del gobierno, la ciudad de Portland parece ser el principio de una erupción social y administrativa…

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¿Recuerda cuando Donald Trump advertía de una guerra civil si el impeachment en su contra terminaba con su salida del poder? Aquella no era la primera vez que el presidente estadounidense avivaba los fuegos del divisionismo nacional, pero visto en retrospectiva, parecía una suerte de presagio.

Después de que el país pudiera ver repetidas veces el vídeo en el que George Floyd clamaba por su vida bajo la rodilla de un agente policial blanco, las calles se inundaron de personas cansadas del racismo estructural y el abuso de poder.

Más de treinta días después, ese sentimiento ha mutado a un cansancio de todo lo que no funciona en el sistema estadounidense –incluido el presidente.

El escenario que vive la ciudad de Portland es el mejor ejemplo de ello.

La falta de respuestas por parte del gobierno al racismo en el país, y su caótico manejo de la pandemia del coronavirus, han mantenido a las personas de la ciudad en las calles, en una suerte de catarsis generalizada contra el germen del descontento acumulado durante meses –sino, años– en la sociedad estadounidense.

A principios de mes, y ante las protestas sostenidas, el Departamento de Seguridad Nacional y el Servicio de Jefes de Policía de Estados Unidos desplegaron oficiales federales en Portland, Oregón, para reprimir a los manifestantes, en contra de la voluntad del gobierno del estado.

El resultado ha sido nada menos que una batalla campal improvisada entre quienes protestan contra la violencia policial y los agentes que responden con más violencia.

Los vídeos en las redes sociales muestran el excesivo uso de la fuerza por parte de agentes vestidos en camuflaje y sin identificación, lo que el Senador Jeff Merkley ha calificado de movidas “autoritarias” por parte del gobierno.

“Los agentes de la ley no tienen como objetivo a los manifestantes que han ejercido la violencia,” escribió Ruth Marcus en su columna para el Washington Post, “parecen estar barriendo al azar a las personas que han ejercido sus derechos bajo la Primera Enmienda.”

Dos jueces federales parecen haber estado de acuerdo con esa aseveración y han emitido dos órdenes de restricción temporal para reprender a la oficina de policía de Portland por probables violaciones de los derechos de los manifestantes a la libertad de expresión y contra el uso excesivo de la fuerza, y para ordenar a la policía que deje de arrestar a periodistas y observadores legales que pretenden documentar lo que sucede.

Dos conflictos coinciden

La situación en la ciudad se ha transformado en la yuxtaposición de dos duelos: el que existe entre el gobierno local y las autoridades federales, y el de las comunidades minoritarias contra la epidemia de violencia policial.

La paradoja, según explica Tim Dickinson en su artículo para Rolling Stone, es precisamente que este fenómeno surge en una ciudad conocida por su liberalismo y progresismo.

“Esta paradoja es aguda en Portland, pero está viva en toda América, desde Denver a Minneapolis hasta la ciudad de Nueva York, donde los alcaldes ostensiblemente liberales permiten que los departamentos de policía funcionen como una rama casi autónoma del gobierno, como si estuvieran fuera de su control,” escribe.

Mientras tanto, la Casa Blanca no hace sino avivar la ira, enviando tropas federales que instiguen a la violencia y den una imagen de “mano dura”, esa que tanto le gusta al presidente.

El domingo pasado, el presidente tweeteó que su administración está “tratando de ayudar a Portland, no de perjudicarla.”

"Su liderazgo ha perdido durante meses el control de los anarquistas y agitadores", escribió. "Están desaparecidos en acción. Debemos proteger la propiedad federal, y a nuestra gente. Estos no eran simplemente manifestantes, ¡son un asunto real!”

El alcalde Ted Wheeler respondió rechazando la intervención del gobierno y asegurando que las tácticas de la administración en su ciudad “son aborrecibles,” según reportó NBC News.

"Las tácticas que la administración Trump está usando en las calles de Portland son aborrecibles", dijo. "La gente está siendo literalmente sacada de la calle en furgonetas sin marcar, coches de alquiler, al parecer. Se les niega la causa probable y se les niega el debido proceso".

"Ni siquiera saben quién los está metiendo en las furgonetas", continuó. "La gente no se está identificando. Y, hasta donde puedo ver, esto es completamente inconstitucional."

¿Negligencia institucionalizada?

Los agentes desplegados en Portland han sido denunciados varias veces por no estar identificados como ordena la ley, en lo que muchos sospechan es una estrategia del gobierno de proteger la identidad de quienes ahora tienen su autorización de recurrir al uso de la violencia extrema sin miedo a la reprensión.

Según explicó el New York Times, quien obtuvo acceso a un memorándum federal, los agentes federales en Portland “no fueron entrenados específicamente en el control de disturbios o manifestaciones masivas”.

El documento, fechado el pasado día jueves, fue preparado por la agencia para Chad F. Wolf, secretario interino de Seguridad Nacional, quien lo recibió a su llegada a Portland para evaluar la situación.

El memorándum, que parece anticipar futuros encuentros con manifestantes en otras ciudades mientras el departamento sigue la guía del presidente Trump para reprimir los disturbios, advierte: "En el futuro, si este tipo de respuesta va a ser la norma, se debe desplegar entrenamiento especializado y equipo estandarizado a las agencias de respuesta".

Entre los agentes tácticos desplegados por el Departamento de Seguridad Nacional figuran funcionarios de un grupo conocido como BORTAC, el equivalente de la Patrulla Fronteriza a un equipo S.W.A.T., un grupo altamente capacitado que normalmente se encarga de investigar a las organizaciones de contrabando de drogas, a diferencia de los manifestantes en las ciudades.

El senador Jeff Merkley, demócrata de Oregón, dijo en un tweet que él y el otro senador demócrata de Oregón, Ron Wyden, introducirán la próxima semana una enmienda al proyecto de ley de defensa para impedir que la administración Trump "envíe sus escuadrones paramilitares" a las calles de Estados Unidos, según continúa el Times.

Los manifestantes, por su parte, desviaron su foco de ira hacia la presencia de las fuerzas federales en la ciudad.

De esta manera, lo que comenzó como una protesta contra la violencia policial y el racismo estructural, se transformó en una protesta contra el abuso de poder del gobierno federal y el autoritarismo que parece crecer cada día en la Casa Blanca.