El gobierno puede estar cerrado, pero las campañas presidenciales no
Mientras el país sufre los caprichos presidenciales, una fracción de la bancada demócrata toma el desvío y busca la manera de sacar provecho.
Es cierto, no podemos juzgar a quienes aprovechan las circunstancias para hacer campaña política, sobre todo cuando el presidente Trump se los pone tan fácil.
Sin embargo, llama profundamente la atención la movida estratégica demócrata durante los últimos días hacia las elecciones primarias presidenciales.
Pareciera que nos hubiésemos saltado un año y el 2020 estuviera encima.
Desde que el ex secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano, Julián Castro, anunciara su “primera exploración” para una candidatura presidencial a mediados del mes de diciembre, un puñado de personas han salido a demostrar también su interés en la carrera, incluso desplazándose hacia Iowa, New Hampshire y Carolina del Sur, estados clave para las primarias, según explicó ABC News.
Entre ellos la Senadora Elizabeth Warren, quien después de anunciar su campaña la semana pasada, dedicó el fin de semana a visitar a los votantes de Iowa, al mismo tiempo que Castro hacía campaña en el estado abogando por la asistencia de salud universal y la vivienda asequible.
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Para el New York Times, la visita de Warren fue “el despegue no oficial de las elecciones primarias”, abriendo la puerta a posibles candidaturas subsecuentes como la del Senador independiente Bernie Sanders, la del Senador Sherrod Brown o incluso la de la Senadora Kamala Harris.
Harris, por su parte, ha combinado – quizás involuntariamente – la campaña de su nuevo libro con un presunto anuncio de su candidatura presidencial, aunque dijo a los medios entre risas que “anunciaba no estar lista todavía para hacer un anuncio”.
De una u otra manera, las primarias demócratas para el 2020 se prevén como las más pobladas desde 1992, en una clara desesperación no sólo por vencer a Donald Trump, sino con aprovechar la oleada de rechazo que genera la actual Casa Blanca.
Desde el ex vicepresidente Joe Biden y el ex alcalde de Nueva York Michael Bloomberg, pasando por los senadores Sherrod Brown, Cory Booker y Kirsten Gillibrand, hasta el representante Beto O’Rourke en Texas, todos creen tener una oportunidad para hacerse con la presidencia de Estados Unidos.
El riesgo es que, entre tantas opciones, la base de Trump permanezca sólida, y la diversidad demócrata resulte contraproducente.
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