Un plan para convertir a Philly en una ciudad del siglo XXI
"Basura Cero" es el nombre de la estrategia con que la alcaldía se propone revolucionar en 18 años la manera como maneja sus desechos.
Filadelfia es una ciudad sucia, eso es un hecho indiscutible; hay sectores donde se camina literalmente sobre montañas de basura. Y eso no solo causa lástima, también da asco.
Según cifras oficiales, la ciudad produce 1.5 millones de toneladas de basura al año, lo que equivale a una tonelada por cada persona que vive –y contamina– aquí.
El que una urbe tan pequeña produzca semejante cantidad de basura sugiere que sus habitantes tienen por lo menos un grave problema de consumo –además de una pésima conducta cívica y ambiental–.
Aunque en términos generales la ciudad tiene un buen sistema de reutilización de residuos –recicla el 46 por ciento de sus desechos mientras que otro 28% es convertido, mediante quema, en energía–, un 26 por ciento de estos (390.000 toneladas) termina pudriéndose en rellenos sanitarios; léase contaminando el suelo.
Pero que esta realidad sea indiscutible no significa que no pueda cambiarse. Eso es precisamente lo que se propone la alcaldía con su “Zero Waste and Litter Action Plan”, una hoja de ruta cuyo objetivo es reducir la producción de basura, aumentar el aprovechamiento de residuos y eliminar para siempre la quema o disposición de desechos en rellenos sanitarios. Un esfuerzo complejo desde donde se le mire, porque compromete a muchas partes y sugiere una revolución cultural... y no es nada fácil articular a tanta gente.
El documento se concentra en cinco áreas de trabajo: reducción de la producción de desechos y residuos sólidos, control del abandono de basuras en calles y limpieza de espacios públicos, banco de datos, ciencia de comportamiento y comunicación.
La primera tarea es la gestión sostenible y el aprovechamiento de residuos, tanto sólidos como orgánicos. La idea de la alcaldía, por un lado, es implementar programas y auditorías para asegurar el reciclaje y la reutilización en un 90 por ciento de los residuos sólidos que se producen en edificios públicos, privados y en eventos culturales. Por otro lado, la idea es convocar a la ciudadanía, organizaciones comunitarias y sector privado para que adopten prácticas de recuperación de material orgánico para utilizarlo como abono en proyectos de agricultura urbana, parques y zonas verdes.
La segunda tarea es más compleja porque se concentra en atacar un problema cultural cuyas raíces son muy profundas y sus consecuencias multimillonarias: el abandono de basuras y materiales en lotes y calles. El año pasado, el City’s Life Improvement Program y el Departamento de Calles removieron 13.125 toneladas de material abandonado en 1.049 lotes de la ciudad.
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Para ponerle fin a este problema, la alcaldía “combinará todas las formas de lucha”, que no es otra cosa que 31 recomendaciones para endurecer las acciones punitivas (multas, persecución y penalización) e implementar otras de tipo proactivo que involucren a la ciudadanía y a organizaciones comunitarias.
Lograr que la gente arroje menos basuras en lotes abandonados, y recuperar zonas públicas, significaría un ahorro de 8 millones de dólares, lo que costó la remoción de basura el durante año fiscal pasado.
El tercer frente es lo que tiene que ver con la gestión del conocimiento, que no es otra cosa que hacer un estricto seguimiento y análisis de las acciones y puntos más críticos para aplicar correctivos en los casos necesarios. Esto se haría con la implementación del Litter Index, un software de mapeo, medición y clasificación de las condiciones de contaminación por abandono de basura en la ciudad.
La cuarta tarea parte de la premisa de que la administración municipal no puede dedicarse exclusivamente a limpiar la basura que la gente va dejando a su paso, sino que debe entender las razones sociales, culturales y económicas que explican ese comportamiento. Esto con el propósito de mejorar el diseño e implementación de políticas públicas y la comunicación con la ciudadanía.
La quinta tarea se concentra en el aspecto comunicativo. Para ello, la alcaldía creó la página web CleanPHL.org, donde se puede acceder a información sobre diferentes programas, recursos y oportunidades para facilitar la vinculación de cualquier persona a los esfuerzos por cambiarle la cara a la ciudad. También incluye acceso a información en tiempo real sobre la clasificación de barrios y calles, según el índice de contaminación, horarios de recolección de basuras, centros de recepción de materiales y escombros, entre otros.
Con este plan, Filadelfia define su mapa para quitarse el mote de “Filthadelphia” (“Suciadelfia”) que la acompaña desde 1919 y convertirse de una vez por todas –antes del 2035– en una ciudad sostenible del siglo XXI.
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