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El entonces presidente George W. Bush habla durante la ceremonia de juramento de Brett Kavanaugh (C) para ser juez en 2006. Fuente: Getty.
El entonces presidente George W. Bush habla durante la ceremonia de juramento de Brett Kavanaugh (C) para ser juez en 2006. Fuente: Getty.

Brett Kavanaugh: lo que Trump heredó de Bush

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En tan sólo 3 meses, la Administración Trump logró cambiar para siempre la Corte Suprema de Los Estados Unidos.

La velocidad con la que sucedió todo – desde la renuncia del juez Kennedy hasta la confirmación de Brett Kavanaugh – no ha dejado espacio para detallar los análisis más profundos.

Hasta ahora.

La llegada a la Corte Suprema de Brett Kavanaugh supone el enraizamiento del conservadurismo tradicional del Partido Republicano, y cada vez es más difícil encontrarle el lado bueno a esto.

Para columnistas como Tim Dickinson, el ascenso de Kavanaugh es símil irrefutable de la fuerza del Trumpismo, algo que el autor describe como “la perversión del verdadero GOP”.

En su pieza para Rolling Stone, Dickinson asegura que “Kavanaugh es el puente entre (George W. Bush) y Trump”, y se ha transformado en “un escudo en la Corte Suprema, instalado para proteger a ambos presidentes”.

El autor dibuja la conexión de la siguiente manera:

¿Por qué Kavanaugh es importante para los Bush? Para empezar, la presidencia de W. Bush violaba la ley repetidamente, y nunca ha rendido cuentas al respecto. Hay que recordar la nominación fallida de Harriet Miers a la Corte Suprema, una de las principales abogadas del gobierno de W. Bush. Miers fue vista, en ese momento, como una lealista a Bush, quien podría proteger el legado de la Administración para una próxima generación, incluso contra casos judiciales derivados del uso de la tortura, los sitios negros y la vigilancia masiva por parte de la Administración, por no hablar de su marcha a la guerra contra Irak bajo falsos pretextos.

Para Dickinson, Kavanaugh – quien sirviera como lugarteniente, abogado en el recuento del 2000 en Florida y secretario de personal de Bush – es la versión evolucionada de Miers.

El autor corrobora nuestras presunciones de que la llegada estratégica de Kavanaugh a la Corte Suprema no es más que una medida urgida y acelerada de la Administración y del GOP por proteger al presidente de una investigación que acecha a las puertas de la Oficina Oval y, ahora, por proteger también los residuos de la Administración Bush.

De hecho, si usted todavía tenía dudas del porqué del voto a favor de Kavanaugh por parte de la Senadora Susan Collins, la explicación es la misma: los Bush.

Según explicó The Intercept, “Collins es un miembro honorario de la familia Bush” desde que sus inicios en la carrera política le relacionaran directamente con cercanos a la familia como el Senador William Cohen, a quien finalmente sustituiría en el puesto algunos años después.

La relación Collins-Bush está cimentada en la participación económica de la familia presidencial en Maine y años de relaciones públicas, al punto de que W. Bush “llamó repetidas veces a Collins para convencerle de que votara por Kavanaugh”, según reportó CNN.

La presencia Bush detrás de la confirmación de Kavanaugh llegó incluso a definir las estrategias públicas que el GOP adoptó tras las acusaciones de abuso sexual en contra del nominado.

La firma de relaciones públicas que promovió el récord de batalla de John Kerry en Vietnam para ayudar a la reelección de W. Bush en el 2004, CRC Public Relations, fue la misma que diseñó la estrategia del GOP para conseguir que Kavanaugh llegara al puesto: “aceptar que la experiencia de abuso que sufrió la Dra. Christine Blasey Ford cuando era adolescente fue genuina, pero introducir la duda de que el asaltante hubiese sido Kavanaugh”, continúa Dickinson.

La Senadora Collins, por ejemplo, siguió el guión al pie de la letra, y ahora la perversión y la manipulación tradicional del GOP tienen su puesto seguro en el órgano judicial más importante en el país.