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El presidente estadounidense, Donald J. Trump (i), y su homólogo ruso, Vladimir Putin (d), ofrecen una rueda de prensa conjunta tras la cumbre formal entre ambos dirigentes celebrada en el Palacio Presidencial de Helsinki, Finlandia, el 16 de julio de 2018. EFE/ Anatoly Maltsev
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La visita del presidente Donald J. Trump a Europa esta semana ha sido un huracán de desestabilización política.

Después de atacar a los miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) e insultar a la Primer Ministro inglesa por su gestión, el presidente estadounidense ha dejado al mundo boquiabierto al abrazar e incluso defender la figura del mandatario ruso Vladimir Putin durante su reunión llevada a cabo este lunes en Helsinki.

Tan sólo horas antes de la reunión, el presidente escribía en Twitter que “nuestra relación con Rusia nunca ha sido peor”, culpando a administraciones previas por la “tontería y estupidez”.

No es de extrañar que el huésped de la Casa Blanca culpe a otros por asuntos que él debe resolver, pero tan sólo días después de que el Fiscal General Adjunto Rod Rosenstein anunciara nuevos cargos contra una decena de funcionarios militares rusos por “piratería informática” contra el Partido Demócrata y la campaña de Hillary Clinton, cualquiera esperaría que el presidente de la nación defendiera los derechos democráticos de sus ciudadanos, algo que Trump pasó olímpicamente por alto.

Por el contrario, el presidente estadounidense aseguró que Putin le había “negado vehementemente” que su país hubiera intervenido en asuntos domésticos, una garantía que para Trump fue suficiente al punto de que la puso por encima de las agencias de inteligencia de su propio país.

Putin insistió en que “el estado ruso nunca ha interferido y no va a interferir en asuntos estadounidenses internos” y, aunque confesó que sí quería que Trump ganara las elecciones en el 2016 “porque habló de normalizar las relaciones”, insistió en que Moscú no tuvo nada que ver.

En lo que Trump catalogó de “idea interesante”, Putin incluso sugirió que funcionarios del abogado especial Robert Mueller se trasladaran a Rusia para participar de los interrogatorios que su servicio de inteligencia está haciendo sobre el caso.

“Que la comisión de Mueller nos envíe una solicitud, y nosotros haremos lo necesario para responder”, agregó. “Podemos expandir esta cooperación, pero entonces también esperaremos que Estados Unidos nos ofrezca acceso lateral a las personas que creemos que son miembros de las agencias de inteligencia”.

Para cualquiera que recuerde un poco la Guerra Fría, este tipo de colaboraciones entre ambos países eran sencillamente impensables hace tan sólo algunos años.

Trump prosiguió entonces a culpar a los Demócratas, al FBI, a los medios y a la “cacería de brujas” por el asunto, haciendo entender que para él la palabra de Putin basta y sobra.

En un momento dado, uno de los reporteros interpeló al mandatario ruso sobre la presunta “información comprometedora” que Moscú podría tener sobre el presidente Trump, a lo que Putin respondió en tono de burla diciendo “es difícil imaginar algo más incoherente”, agregando que ambos mandatarios no se conocían en el momento, algo que ha sido refutado por conocedores en el tema.

En casa, las reacciones han sido radicales.

El Senador republicano de Arizona, Jeff Flake – frecuente crítico de la administración – declaró que “nunca pensé que vería el día en el que nuestro presidente estadounidense estaría en el escenario con el presidente ruso y culparía a Estados Unidos por la agresión rusa. Esto es vergonzoso”.

Para Diana DeGette, representante del Congreso en Colorado, “Trump de hecho se ha transformado en la marioneta de Putin”. La Congresista declaró que es “peligroso, falso y absurdo que un presidente de Estados Unidos confíe en la palabra de Putin por encima de nuestra comunidad de inteligencia”.

La senadora de Nueva York, Kirsten Gillibrand, por su parte, escribió en Twitter que “acabamos de presenciar cómo el Presidente de Estados Unidos abdica sus responsabilidades de seguridad nacional como comandante en jefe”.

A todas vistas, y a pesar de ligeros comentarios sobre desarme nuclear y “futuras colaboraciones”, la histórica reunión entre ambos mandatarios no dio fruto a acuerdos sólidos en cuestiones como Siria o la competencia por el suministro de energía a Europa, y todos nos preguntamos lo mismo que la ex candidata presidencial Hillary Clinton: “Gran Copa Mundial. Una pregunta para el Presidente Trump: ¿sabe para qué equipo juega?”