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La gente inspecciona edificios dañados después de un ataque aéreo en Douma, Siria, 07 de abril de 2017. Hubo más de 15 víctimas en un ataque perpretrado por el ejército sirio en las zonas de oposición en torno a Damasco. (Damasco, Siria). EFE/EPA/Mohammed Badra
La gente inspecciona edificios dañados después de un ataque aéreo en Douma, Siria, 07 de abril de 2017. Hubo más de 15 víctimas en un ataque perpretrado por el ejército sirio en las zonas de oposición en torno a Damasco. (Damasco, Siria). EFE/EPA…

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Actualizado el día lunes 09 de abril del 2018

Un país árabe y “conflicto armado” parecieran ser siempre sinónimos. Lo que sucede es que las condiciones suelen pasarse por alto y la política internacional es sencillamente un cantidad avasalladora de datos que toman mucho tiempo en ser desenredados, sobretodo en una sociedad en la que los titulares hacen la mayor parte del periodismo.

El caso de Siria no es ajeno a esta generalización, y comprender lo que allí sucede necesita mucho más tiempo y dedicación, sobretodo por la velocidad con la que los hechos se han ido desarrollando.

La posición geográfica de Siria es sumamente importante para la política de los países árabes, pues forma parte de uno de los 15 territorios conocidos como La cuna de la Humanidad. Siria es el punto de confluencia entre tres continentes: África, Asia y Europa, transformándole en un foco comercial entre varios países.

Siria posee una franja costera de 193 kilómetros que son el acceso inmediato al mar mediterráneo, y colinda con Irak, Israel, Jordania, Líbano y Turquía. Su territorio es rico en yacimientos de petróleo, lo que transforma su territorio en un canal importantísimo para la producción y distribución del oro negro.

El origen

Todo comenzó en un conflicto interno consecuencia de un levantamiento social en contra de la dictadura del “presidente” Bashar Al-Assad, quien heredó un país sumamente controlado y sometido, que había sido gobernado por su padre en las décadas anteriores.

El conflicto civil, impulsado por las desigualdades sociales y la necesidad de un cambio de gobierno – eco de la llamada Primavera árabe, que liberó a países como Libia y Egipto de gobiernos dictatoriales – desató una fuerte represión por parte del gobierno de Al-Assad que permitió el surgimiento de grupos religiosos extremistas que se unieron al movimiento radical islamista mejor conocido como ISIS.

Para julio del 2011, ya eran cientos de miles de personas que se manifestaban en contra del régimen y sus medidas de represión y tortura contra los “desertores”, según un reporte de la BBC.

Pero el ataque perpetrado por Assad en contra de su población utilizando armas químicas, hizo que la comunidad internacional girara su atención sobre lo que parecía tan sólo un conflicto más.

La comunidad internacional, liderada por Estados Unidos, hizo una breve aparición en escena, solicitando el desarme químico del gobierno sirio, pues atentaba contra los acuerdos internacionales de Paz, y el mediador no fue otro que Vladimir Putin. Pero tras bastidores, Estados Unidos apoyó con armas y refuerzos a los rebeldes.

Un perfil religioso

Como un efecto dominó, el conflicto civil detonó también los desencuentros religiosos latentes durante toda la historia de la comunidad árabe, adquiriendo pronto “características sectarias enfrentando a la mayoría sunita del país, contra los chiitas alauitas, la rama musulmana a la que pertenece el presidente”, según continúa el medio.

La oposición no quiso retroceder. Por el contrario, mientras más violenta e inhumana era la represión del gobierno, más personas se sumaban a la revuelta, mientras más de la mitad del país huía a través de las fronteras, transformándose en una de las comunidades refugiadas más grandes de los últimos tiempos.

La fusión de combatientes no tardó en forjarse, juntando grupos moderados y radicales como el Ejército Libre Sirio (ELS), grupos islamistas y yihadistas y el Frente al Nusra, afiliado a al Qaeda.

Para principios de este año, todos los grupos se juntaron en el segundo grupo rebelde más grande en contra del gobierno de Al-Assad, denominado Tahrir al Sham. Pero tal coalición no ha evitado los desencuentros entre los opositores radicales y moderados, quienes frecuentemente se han visto combatiendo entre ellos.

Momento de intervenir

La intervención internacional fue inmediata, como era de esperarse. Tradicionalmente, los imperios económicos mundiales no dudan dos veces antes de echar mano a un territorio en conflicto con yacimientos petrolíferos y ubicación geográfica adecuados.

La excusa esta vez fue la de combatir al Estado Islámico que comenzaba a infundir terror en países europeos. Por lo tanto, los primeros en sumarse al conflicto fueron los Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Rusia, quien decidió ponerse del lado del gobierno de Al-Assad y “proteger la soberanía” del país.

La fuerza de Rusia ayudó al gobierno sirio a recuperar zonas perdidas en manos de los rebeldes como Alepo, una de las ciudades más importantes histórica y políticamente, y continúa actualmente abasteciendo y asesorando al gobierno, cuyos intereses corresponden a las negociaciones económicas y estratégicas que tiene Moscú sobre Siria, la joya de los países árabes.

Asimismo, Irán, de mayoría chiita (como Al-Assad), es el mayor aliado del gobierno sirio, pues el territorio del país en conflicto es un canal de tránsito “para armamentos que Teherán envía al movimiento chiita Hezbolá en Líbano, el cual también ha enviado a miles de combatientes para apoyar a las fuerzas sirias”, según continúa la BBC.

El norte de Siria fue intervenido por el gobierno de los Estados Unidos a través de grupos kurdos que intentan controlar la zona, pero la intervención de la armada estadounidense siempre se mantuvo en una posición estratégica, no agresiva.

Por el contrario, Arabia Saudita no dudó en apoyar a los rebeldes, no sólo por apoyar la contrapartida religiosa sino para “contrarrestar” la presencia de Irán en el conflicto.

Estados Unidos descruza los brazos

Durante los primeros días de su gobierno, Donald Trump aseguró que la situación en Siria no era de interés para los americanos, y enfocó sus energías en desmantelar las medidas tomadas por su predecesor, en coherencia con su campaña electoral en la que aseguró que “Estados Unidos va primero”.

Pero nuevamente el gobierno de Bashar Al-Assad atacó con armas químicas la zona de Khan Sheikhoun, dominada por fuerzas rebeldes, a las 6:30 AM del día 4 de abril, utilizando armas de gas sarín, matando a más de 70 personas y dejando centenares de heridos.

Las imágenes fueron devastadoras y se difundieron inmediatamente por todo el mundo, llegando a manos de Donald Trump, quien cambió radicalmente de posición, lanzando un ataque sorpresa sobre una base aérea Ruso-Siria, el día jueves 06 de abril, rompiendo con su proclama aislacionista y transformándose en el “guardián del orden mundial”, como lo ha calificado el medio español El País.

Un nuevo tablero de ajedrez

Las acciones dirigidas por Donald Trump se ubican en el plano político-militar internacional como una contrapartida a las fuerzas Iraníes, Rusas y Chinas, que respaldan el gobierno de Bashar Al-Assad, transformando el conflicto interno sirio en un paulatino campo de batalla internacional que, para muchos, sugiere el escenario de un tercer conflicto armado mundial.

El gobierno sirio ha respondido con una declaración rechazando rotundamente la intervención de los Estados Unidos, calificándole de apoyo a las fuerzas rebeldes y extremistas islámicas, y asegurando que responderán con fuerza ante cualquier otro ataque que pudiera continuar sobre el territorio.

Por su parte, la embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Nikki Haley, aseguró que “no existe solución política alguna para el conflicto en Siria y que si el presidente Bashar Al-Assad continúa en el poder, las autoridades estadounidenses estarán dispuestas a hacer algo más al respecto”.

Un conflicto sin fin

Después de un caótico primer año en el cargo, el presidente Trump anunció hace apenas dos semanas, y durante un mitin en Ohio, que "saldremos de Siria muy pronto. ¡Dejemos que otras personas se encarguen de eso ahora!"

Como recuerda el Washington Post, "al día siguiente, se supo que Trump había suspendido más de $ 200 millones en fondos de estabilización para los esfuerzos de recuperación en Siria".

Y como si fuera una cuestión de causa y efecto, el anuncio del presidente de Estados Unidos fue suficiente para que el régimen de Bashar Al Assad atacara nuevamente a su población con una fuerza brutal.

El presidente Trump anunció el lunes que se tomarían "acciones rápidas" en respuesta al "bárbaro" ataque químico del sábado, diciendo que "todas las opciones, incluida la acción militar, estaban sobre la mesa", informó Reuters.

LEE AQUÍ: "Cómo Trump sigue rindiendo pleitesía a Putin, incluso en Siria"