Si usted es aún uno de esos casos incomprensibles que cree que Donald Trump merece una oportunidad (¿?) o que se le critica injustamente, sólo piense que recientemente su gobierno ordenó que se suspendiera la Acción diferida por causas médicas.

Esto equivale a sentenciar a muerte de miles de niños que sufren de cáncer u otras afecciones serias que permanecen en los EE.UU. para recibir el tratamiento médico que no podrían obtener en sus propios países.

Trump y sus secuaces enviaron cartas a los padres de familia aconsejándoles que salgan de los EE. UU. dentro de 33 días.

“Esta es una sentencia de muerte para esos niños y una sentencia de sufrimiento eterno para sus padres. Es imposible caer más bajo, ni siquiera en los campos de concentración para inmigrantes o las prisiones para los bebés”, publicó Guennady Rodríquez en Facebook. “Ahora tienen que expulsar a los niños con cáncer. Es imposible concebir que exista una crueldad tal”.

No tengo más que agregar.

Así pues, como dijo Rodríguez en su publicación, siéntanse libres de bloquearme o lo que quieran. Sería un honor.

Cada día se evidencia con mayor claridad que la crueldad más repudiable es la que se aprueba como la política de inmigración de Trump. Mi padre solía decir, al referirse a ciertos políticos del sur de la Florida, “el problema con esta gente no es político; el problema es que son malas personas”.

Esto le queda como guante a Trump y a sus seguidores.