Elecciones ‘off-year’: ¿premonición o consecuencia?
Los resultados de las elecciones en año no electoral parecieran hablar de un cambio de consciencia en el país, y de una profunda transformación política.
Ser Republicano es muy difícil en los Estados Unidos de Donald Trump.
Formar parte del partido de un presidente que enfrenta un juicio político y observar los resultados de una votación que favorece al partido contrario es, cuando mínimo, esclarecedor.
El país está hablando desde el podio democrático del ejercicio electoral, y está pidiendo a gritos un cambio. O eso parecen demostrar los resultados de las elecciones en Virginia y Kentucky el pasado 5 de noviembre.
El Demócrata Andy Beshear venció al titular republicano Matt Bevin en la gubernatura de Kentucky, en un territorio que el presidente Trump ganó por 30% de los votos en el 2016, mientras los demócratas se hicieron con el control de la legislatura estatal de Virginia (tanto la Cámara como el Senado) por primera vez “en una generación”, según explicó el Washington Post.
“El barrido completó una dramática conversión política, de rojo a azul, en un estado del sur a las puertas de Washington”, agrega el medio.
En una delgada mayoría de 20 a 19 en Senado estatal y de 51 a 48 en la Cámara de Delegados, los 140 escaños en la legislatura estaban abiertos para competición, y la victoria de los demócratas marca un hito en la historia del estado, en especial después de años en control republicano gracias a la inequidad del dibujo distrital.
Fue tan sólo en julio de este año que la Corte Suprema determinó que la Cámara de Delegados Republicana del estado no tenía el derecho legal de refutar la orden de una corte menor que ordenó la ruptura del gerrymandering que minaba Virginia.
Los Republicanos no habían ganado por votos una carrera estatal desde el 2009, pero se habían hecho con los puestos en el Senado y la Cámara por márgenes mínimos en los resultados gracias a la distribución de los distritos.
De igual manera, esta victoria reforzó la posición del gobernador demócrata Ralph S. Northam, quien enfrentó sus propios obstáculos durante el último año.
Por otro lado, el impopular gobernador republicano de Kentucky, Matt Bevin, perdió contra el fiscal general demócrata Andy Beshear por alrededor de 5.100 votos, y se rehusó a conceder la victoria hasta después de cerrados los últimos precintos.
El estado es tan clave para el GOP que el mismo presidente organizó un mitin la noche previa a las elecciones para convencer a los electores de apoyar a Bevin.
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“Si perdemos, dirán que Trump sufrió la peor derrota en la historia del mundo”, dio el presidente. “¡No pueden dejar que eso me suceda!”
A pesar de que el GOP logró hacerse con todas las demás carreras en el resto del estado, la victoria de Beshear no es menos que simbólica, en especial en un territorio profundamente republicano y que abrazó a Donald Trump de manera casi unánime durante las elecciones del 2016.
“Esta noche, los votantes de Kentucky enviaron un mensaje alto y claro para que todos lo escucharan”, dijo Beshear en su discurso de victoria. “Es un mensaje que dice que nuestras elecciones no tienen que ser sobre derecha versus izquierda, sino sobre lo correcto versus lo incorrecto”.
Y es precisamente este mensaje el que parece resonar en todo el país.
Otras elecciones como la de la gobernación de Mississippi y la legislatura de Nueva Jersey daban alguna esperanza a los Republicanos de mantener cierta presencia en terrenos clave, pero se vieron derrotados en condados suburbanos conservadores en Filadelfia.
De igual manera, Regina Romero llevó una carrera gloriosa hacia la alcaldía de Tucson, transformándose en la primera latina en liderar la ciudad.
Y es que la turbulenta administración de Donald Trump tiene su eco en la opinión pública, y sus políticas enfrentan un rechazo que se siente cada vez más presente en las urnas.
Después de la ola azul de las elecciones de mitad de período en el 2018, las elecciones especiales de este noviembre dibujan un nuevo panorama hacia las presidenciales del 2020, donde cada día el impeachment contra el presidente pareciera transformarse en la mejor campaña política a favor de los Demócratas.
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