El día de hoy, el Primer Ministro del Reino Unido, Boris Johnson, ha decretado la cuarentena para todos: “Debo darle a una instrucción muy simple a los británicos: deben quedarse en sus casas. […] Simplemente, no hay una opción fácil”.

La declaración del mandatario esclarece que contarán con las siguientes excepciones: comprar víveres, buscar ayuda médica, cuidar de población vulnerable, ir a trabajar (para aquellos casos en que no pueda ser hecho desde casa) y una forma de ejercicio, ya sea en soledad o acompañado de miembros del núcleo familiar.

Al momento de tomar esta decisión, el Reino Unido ya era décimo el país con mayor número de contagios diagnosticados en el mundo (6.726) y el sexto con mayor número de muertes a causa del COVID–19 (335).

En un contexto ya política y económicamente complejo a causa del Brexit, la crisis de la epidemia seguirá aumentando la incertidumbre y dificultando las negociaciones económicas con la Unión Europea.

El Reino Unido salió oficialmente de la Unión Europea el 31 de enero de este año, teniendo aún un año de prórroga para culminar las negociaciones comerciales, periodo que según todos los analistas era ya demasiado estrecho aún sin contar con la disrupción de la pandemia.

En adición a las negociaciones con la Unión Europea, que concernían todos los sectores económicos, estaban pendientes las negociaciones con otros países como Estados Unidos y Australia.

Haber priorizado la productividad de la población por encima de su seguridad hará que la curva epidemiológica tarde más tiempo en bajar, lo que a su vez seguirá retrasando las negociaciones y la reactivación de la economía.

Por lo pronto, que Dios salve a la reina y al sistema de salud inglés.