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02/11/2016.- Donald Trump ofrece un discurso durante un acto de su campaña. EFE/Cristobal Herrera
02/11/2016.- Donald Trump ofrece un discurso durante un acto de su campaña. EFE/Cristobal Herrera

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El panorama estratégico internacional tiene ahora dos cabecillas importantes: Donald Trump y Kim Jong Un, dos de los jefes de Estado con más armamento nuclear a la vista, y cuyos intereses no parecen coincidir en ningún momento, excepto en quién es el más fuerte.

Tras el viraje de Trump en cuanto a su política intervencionista en Siria, su relación con Moscú se vio resquebrajada de manera irreversible, favoreciendo así los procesos de investigación interna a los que ha sido sometido desde que se declarase su victoria en Noviembre del año pasado.

Negocios con la mafia rusa, su admiración hacia Putin y las relaciones íntimas entre su compañía y grandes inversionistas rusos, suponían que su intervención en la pequeña mina de oro de Moscú – Siria – sería ínfima, si no inexistente.

Pero después de ser testigo del ataque químico perpetrado por Al-Assad sobre la provincia de Idlib en Siria, la presión mediática internacional pudo más y el moldeable presidente tomó una decisión con el corazón, lanzando un ataque a una base aérea en el país árabe, donde se encontraban oficiales rusos, tomando por sorpresa a los observadores internacionales y marcando la pauta en su relación con el gobierno de Vladimir Putin.

Hoy en día los medios oficiales rusos han cambiado radicalmente su maquinaria propagandística en contra de Donald Trump – quien alguna vez alabaran como el nuevo presidente de la potencia con quien han estado en conflicto durante más de 70 años.

“La decisión de Trump de lanzar un ataque aéreo contra Siria, un aliado ruso, soltar una bomba gigante en Afghanistán y mantener las políticas de la era Obama sobre Crimea, significa que las esperanzas de Rusia de amistad entre él y el Kremlin han sido depuestas por el momento”, asegura Andrew Osborn en su columna de análisis para Reuters.

Dmitry Kiselyov, el presentador del programa televisivo de noticias más importante de Turisa “Vesti Nedeli”, ha comenzado a criticar al presidente Trump y ha asegurado que entre Kim Jong-Un y Donald Trump, el segundo es mucho más peligroso a la hora de una guerra nuclear.

El argumento de Kiselyov es la “impulsividad e imprevisibilidad” del primer mandatario estadounidense, así como su “limitada experiencia internacional y su disposición a ir a la guerra”, según continúa el análisis de Osborn.

Pero Rusia no es el único aliado de Siria. Corea del Norte ha sido partidario del gobierno de Bashar Al-Assad y, si bien ha negado públicamente cualquier tipo de colaboración armamentística o militar, es bien sabido que su asesoría ha radicalizado su postura en el conflicto, poniéndole codo a codo con Moscú.

La amenaza nuclear que representa Corea del Norte ha sido una situación álgida en política internacional, que se ha logrado manejar con guante de seda para evitar incitar la impulsividad de Jong-Un.

Al ser interpelado sobre la colaboración con China para reducir la amenaza nuclear de Corea del Norte, Donald Trump respondió: “Bueno, si China no resuelve el asunto con Corea del Norte, nosotros lo haremos. Es todo lo que te voy a decir”, según reportó The Atlantic.

Semanas después, la hostilidad en el noreste de Asia no parecía disminuir mientras un portaviones norteamericano se desplazó hacia la península Coreana, incitando el despliegue armamentístico en el desfile del “Día del Sol” y la prueba de armas – fallidas, por cierto – que Jong-Un llevó a cabo para demostrar “quién es el que manda” en asuntos nucleares.

La irreparable relación entre los Estados Unidos y Corea del Norte no plantea un escenario mundial favorable, con muchas opiniones derivadas hacia un inminente conflicto nuclear, pero ¿cómo estamos en casa?

Con un 20% de disminución en las encuestas, Donald Trump no pareciera cumplir con sus promesas electorales. Una manifestación demandando su reporte fiscal y una guerra campal en Berkeley son tan sólo el principio de lo que una política internacional agresiva quiere disimular en el escenario de problemas domésticos.