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La líder de la minoría de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi (D-CA) celebra una conferencia de prensa después de las elecciones de mitad de período de 2018 en el edificio del Capitolio el 7 de noviembre de 2018, en Washington, DC. Zach Gibson/Getty Images.
La líder de la minoría de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi (D-CA) celebra una conferencia de prensa después de las elecciones de mitad de período de 2018 en el edificio del Capitolio el 7 de noviembre de 2018, en Washington, DC. Zach Gibson…

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Mientras el país sigue debatiendo si existió o no la Ola Azul demócrata después de las elecciones de mitad de período, los 219 asientos ganados por el partido en la Cámara de Representantes representan el preámbulo a una nueva batalla.

Antes de los resultados definitivos la líder del partido, Nancy Pelosi, aseguró que los demócratas pretenderán a partir de ahora “mostrar a los votantes que somos un partido que gobierna, no la mafia de izquierda que describe el Sr. Trump”.

La estrategia de campaña de los Demócratas se enfocó en restar importancia a la demagogia presidencial y enfocarse en conseguir los votos necesarios, algo que evidentemente funcionó.

Sin embargo, y según reportó el New York Times, tras los resultados el partido ha decidido reformular la estrategia para esta nueva etapa, poniendo especial énfasis en la manera de enfrentar las erráticas decisiones del presidente Trump como despedir a su Fiscal General, por ejemplo.

Además de llevar a término sus promesas electorales (reducir el costo de los medicamentos, inversión en infraestructura y atacar la corrupción gubernamental), los demócratas ahora deberán “ocuparse de las provocaciones de un presidente que disfruta de la confrontación y desprecia las normas institucionales”.

Según explicó David Axelrod, estratega demócrata y ex asesor principal de Barack Obama, al Times, “el gran genio de Trump es tratar de reducir a todos a su nivel y enfoque, y quiere poder pintar a los demócratas como si estuvieran decididos a destruirlo”.

Sin embargo, y como agrega Axelrod, en las boletas de votación no se preguntaba a los electores si querían o no que se atacara o defendiera al presidente, a pesar de que muchos interpretaran su ejercicio como una afirmación de ese tipo.

“Conseguir un equilibrio (entre ambas agendas) va a ser difícil”, concluye el estratega.

De una u otra manera, los Demócratas tendrán que morderse la lengua y cumplir lo prometido en sus campañas, no sólo porque es su deber sino porque seguirle el juego al presidente puede ser una estrategia contraproducente.

El representante demócrata de California, Eric Swalwell, aseguró que el Partido debe “demostrar a los estadounidenses que hay un propósito detrás de todo lo que hacemos”, aún cuando muchos dentro de su bancada se encuentren ansiosos por hacer rendir cuentas a la Administración.

Y no es para menos.

El nuevo control de la Cámara de Representantes le otorga a los Demócratas una capacidad amplia de iniciar investigaciones sobre el presidente y su Administración, que deberán ser llevadas a cabo con precaución si se pretende que den frutos reales.

A pesar de que el representante recién electo Elijah E. Cummings (D-Md.), quien se transformará en el próximo presidente de la Comisión de Supervisión y Reforma del Gobierno, aseguró que “no entregará citaciones como si fueran dulces en Halloween”, los Demócratas podrán hacer mucho a partir de enero.

Según explicó el Washington Post, el partido podrá llegar a fondo en cuanto a la investigación rusa, investigar los conflictos de interés del fiscal general en funciones Matthew G. Whitaker para proteger la investigación de Robert Mueller, solicitar la declaración de impuestos del presidente e incluso evaluar la confirmación de Brett M. Kavanaugh a la Corte Suprema.

Pareciera entonces que, tras dos años de gobierno de Donald Trump, la agenda de la Cámara dará para años de trabajo.