La administración Trump ha sido tan caótica, que las presidenciales del 2020 parecen un río revuelto que atrae más y más pescadores.

Desde que los primeros candidatos anunciaran sus campañas a finales del año pasado, estas se han vuelto unas primarias demócratas muy concurridas, donde no paran de sumarse personas que consideran tener un mejor plan que los otros para vencer al presidente Trump en su gesta por la reelección.

Mientras las encuestas se mantuvieron más o menos regulares durante gran parte del año – dando la ventaja al ex vicepresidente Joe Biden y a los senadores Elizabeth Warren y Bernie Sanders – una encuesta reciente ha dado una asombrosa delantera al alcalde de South Bend, Pete Buttigieg.

Datos recopilados entre votantes de Iowa y publicados el sábado por la noche muestra a Buttigieg con un apoyo del 25% de los posibles participantes, seguido por un empate entre Warren, Sanders y Biden, quienes son los únicos en contar con un apoyo de dos dígitos (15%).

Según reportó el Washington Post, la encuesta no está corroborada por otros sondeos, que muestran a Buttigieg, Biden, Warren y Sanders muy cercanos en aprobación.

El alcalde de South Bend comenzó su campaña detrás de nombres pesados como el de Kamala Harris o Corey Booker, y pasó de enseñar a los votantes cómo pronunciar su nombre a transformarse en uno de los candidatos predilectos.

Con tan sólo 37 años, Buttigieg se dio a conocer por su perfil de ser el primer candidato abiertamente homosexual en una contienda por la presidencia y por su ferviente catolicismo.

En tan sólo el primer cuarto de su campaña logró recaudar la impresionante cantidad de siete millones de dólares, y utilizó su impecable desempeño como alcalde de South Bend para ir ganando terreno, un día a la vez.

Sin embargo, este sorprendente aumento de 9 puntos en su aprobación en el primer estado votante no representa ninguna garantía, en especial cuando más nombres se suman a la contienda y en el ala centrista en la que Buttigieg se ha sentido tan cómodo.

Deval Patrick, ex gobernador de Massachusetts, y Michael R. Bloomberg, ex alcalde de Nueva York, se han incorporado a la carrera este mes, ambos bajo el argumento de que no existe un candidato lo suficientemente fuerte como para vencer a Trump el año que viene.

Mientras la riqueza infinita de Bloomberg le podría dar la ventaja a la hora de invertir en publicidad y en tener, virtualmente, ningún obstáculo para su campaña, la trayectoria de Patrick podría transformarle en un candidato muy atractivo para quienes temen que el Partido Demócrata se esté yendo mucho “hacia la izquierda”.

El New York Times lo explica de una manera más sucinta:

“Con el incremento de dudas sobre la capacidad del ex vicepresidente Joseph R. Biden para financiar una campaña de primarias de varios estados, las persistentes preguntas sobre la viabilidad de la senadora Elizabeth Warren en las elecciones generales y el escepticismo de que el alcalde Pete Buttigieg de South Bend, Indiana, pueda ampliar su atractivo más allá de los votantes blancos, los líderes demócratas se están involucrando en un rito familiar: preocuparse sobre quién está en la carrera y anhelando que un caballero blanco participe en la contienda en el último momento”.

¿Es esto también lo que esperan los votantes demócratas?

La consecuencia de este riesgo está por verse.