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Un grupo de personas espera frente a un hospital en Medellín, Colombia.JOAQUIN SARMIENTO / AFP
Un grupo de personas espera frente a un hospital en Medellín, Colombia.JOAQUIN SARMIENTO / AFP

Latinoamérica verá su crisis más profunda desde la Gran Depresión

La CEPAL estima que durante este año las economías de América Latina y el Caribe tendrán su contracción más fuerte desde 1930 y 1914.

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La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) publicó su segundo Informe Especial sobre los impactos del COVID–19 y sus conclusiones son muy inquietantes, por ser discretos. La preocupación por el impacto económico que la pandemia tendrá en la región ya lleva, por lo menos, un mes, pero sólo hasta ahora está siendo posible empezar a predecir su proporción.

Si bien la gravedad final que tenga dependerá de factores que en este momento están en constante cambio (como el número de contagios y fallecimientos que haya o las decisiones que tomen entes multilaterales) ya hay elementos tan grandes como para que el CEPAL afirme que “la economía mundial no volverá a la ‘normalidad’”. 

En términos generales, el informe de la CEPAL llega tres grandes conclusiones:

  • El PIB de la región caerá más del 5% en el 2020, lo que sería la contracción más fuerte de la economía de la región desde 1930 y 1914.
  • El desempleo aumentaría un 3,4%, lo que equivale a más de 37 millones de personas.
  • La caída del PIB y el aumento del desempleo podría llevar 30 millones de personas a la pobreza, dentro de los cuales 15 millones podrían caer en la pobreza extrema.

Para poner esos “millones de personas” en perspectiva, un dato: actualmente Perú tiene 33 millones de habitantes.

Esto será así por cinco razones, predice la CEPAL:

  1. La reducción del comercio internacional será radical.

Tanto por las medidas sanitarias que todos los gobiernos están tomando (cuarentenas y cierre de fronteras) como por el interés que tienen los países por mantener dentro de sus territorios ciertos productos claves (como mascarillas y ventiladores, estamos viendo ahora mismo) y la búsqueda de reducir costos minimizando los traslados de productos y materias.

  1. La caída de los precios de productos primarios.

Productos de los cuales las economías latinoamericanas tienen una alta dependencia. La caída del precio del petróleo ha sido el ejemplo más notorio de todos, pero otros productos primarios han tenido caídas notables también, como el cobre.

  1. Las condiciones financieras mundiales van a empeorar, lo que aumentará el miedo al riesgo de inversores.

Lo que hará que la reactivación de las economías sea más lenta y probablemente que los países tengan menos recursos para inversión social.

  1. Menor demanda de servicios turísticos.

Tanto por las restricciones a la movilidad actualmente impuestas por todo el continente (que probablemente tendrán que levantarse y reestablecerse varias veces a lo largo de los siguientes dos años) como por la menor liquidez de la población, la industria turística será una de las más fuertemente afectadas en la región. La CEPAL estima que el golpe más fuerte en este sentido lo recibirán los países del Caribe, que son los que tienen una mayor dependencia de esta industria.

  1. Reducción de remesas.

El aumento en el desempleo en Estados Unidos, así como la falta de auxilios financieros para migrantes en la crisis, hará que el envío de dinero a países latinoamericanos y del Caribe sea mucho menor. La CEPAL predice que esto impactará particularmente a las economías centroamericanas más vulnerables, como Haití, Honduras, Guatemala y El Salvador.

¿Qué viene?

La CEPAL pronostica que la globalización no se va a revertir: no vamos a regresar a tener economías con mercados nacionales estrictamente protegidos, pero lo que sí puede suceder es que la economía tienda a regionalizarse mucho más en tres ejes: América del Norte, Europa y Asia Oriental.

Por eso, concluyen, las economías de la región tendrán que integrarse y fortalecer su cooperación.

América Latina y el Caribe es una región de 650 millones de habitantes, que integrado constituiría un mercado suficientemente grande para estimular el desarrollo de sectores estratégicos (como el farmacéutico, por ejemplo) y protegernos de perturbaciones generadas fuera de la región.