La renuncia de Mattis lanza una alarma de caos inminente
La decisión del presidente Trump de retirar las fuerzas estadounidenses de Siria fue la gota de derramó el vaso para su Secretario de Defensa, quien ha…
Es hora de dejar la retórica de lado y asumir la responsabilidad de comunicar clara y contundentemente sobre lo que está sucediendo en este momento.
Si bien la Administración Trump ha transformado la política nacional e internacional en un show de realidad mediática, las decisiones de último momento del presidente, y sus consecuencias, han puesto al mundo entero al borde de un conflicto mundial de gran envergadura.
En un momento en el que el gobierno estadounidense está en un callejón sin salida por la confusión perenne entre campaña política y administración responsable – con un cierre gubernamental en puertas, el desplome de los mercados accionarios, una investigación por presunta colusión y traición, y el surgimiento de escándalos cada minuto que pasa – el presidente ha decidido invertir las alianzas mundiales en lo que pareciera ser la peor crisis internacional desde la crisis de los misiles en 1962.
Durante el día jueves, el Secretario de Defensa Jim Mattis anunció su renuncia después de “enfrentarse con el presidente Trump por el retiro de las tropas estadounidenses de Siria y Afganistán”, según reportó el Washington Post.
En una muestra de lo poco que queda de diplomacia en la Casa Blanca, Mattis aseguró que “el presidente necesita a alguien que se alinee mejor con sus puntos de vista”.
La discrepancia entre uno de los últimos funcionarios respetables de la Administración y el presidente es un grave síntoma de lo que puede suceder en los próximos meses.
Tanto el Pentágono como los asesores más cercanos a Trump han hecho eco de las advertencias internacionales de que la retirada de Estados Unidos de Siria supondría entregar en bandeja de plata un territorio estratégico a enemigos naturales del país como Rusia e Irán, subrayando de igual forma la constante contradicción diplomática del presidente a la hora de relacionarse con ambos países.
Asimismo, y según explica CNN, la presencia de Mattis en la Casa Blanca era la salvaguarda para cualquier crisis irreversible, pues su trayectoria y experiencia daban cierta confianza a los aliados a la hora de discutir con el errático presidente.
Adam Kinzinger, legislador republicano y veterano conservador de la Cámara de Representantes, dijo al medio que es realmente el momento de preocuparse pues “es posible que las ruedas se estén saliendo”.
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Peor aún, la carta de renuncia del general advierte que el país está en manos de “un presidente que ya no cree que debe escuchar a nadie”.
De esta manera, y para analistas nacionales, la salida de Mattis deja a Trump sin ningún representante respetable y sin la más mínima dosis de decencia. Es como si el parapeto de legalidad y constitucionalidad finalmente se hubiese caído.
Según explicó Blake Hounshell, editor en jefe de Politico, la decisión impulsiva del presidente de emitir órdenes a través de Twitter, pasando por encima del Pentágono, “es un nivel de caos que no había visto en una década cubriendo políticas exteriores estadounidenses”.
Hounshell describió cómo la administración fue incapaz de explicar las decisiones del presidente a los medios y cómo se pasaron la pelota entre el Pentágono y la sala de prensa de la Casa Blanca, sin saber exactamente qué decir.
Finalmente, y para mayor preocupación de todos, Mattis pareciera haber utilizado su carta de renuncia como advertencia para todas las partes involucradas.
“Una creencia fundamental que siempre he sostenido es que nuestra fortaleza como nación está indisolublemente unida a la fortaleza de nuestro sistema único y completo de alianzas y asociaciones”, escribió el general. “Si bien los EE.UU. siguen siendo la nación indispensable en el mundo libre, no podemos proteger nuestros intereses ni desempeñar ese papel de manera efectiva sin mantener alianzas sólidas y mostrar respeto hacia esos aliados”.
La decisión de Trump de retirarse de Siria no sólo traiciona la base sólida de organizaciones post-Segunda Guerra Mundial como la OTAN, sino que cede el poder estratégico a súper potencias militares como Rusia, bajo argumentos dudosos, y eso es algo con lo que cualquier soldado orgullosamente estadounidense no podría colaborar.
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