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Arriba: Nelson Diaz en Philly, foto de Max Marin/AL DÍA News Media. Otras fotos en el artículo: Ana Gamboa, Max Marin and Samantha Madera, allAL DÍA News Media.

Nelson Diaz no está a la venta

Para Nelson Díaz, las primarias resultaron ser una oportunidad para presentar soluciones profundamente analizadas sobre los desafíos de la ciudad, y para…

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El 25 de junio, cuando el Tribunal supremo dictó su sentencia confirmando el instrumento de ejecución de la Ley sobre la Vivienda Justa, Nelson Díaz recibió un correo electrónico.

“Gracias por promover la lógica del impacto dispar (que evita formas sutiles de discriminación de vivienda como las políticas excluyentes de zonificación y desarrollo que limitan la vivienda asequible)”, escribió Henry Cisneros, ministro del HUD durante el gobierno del ex presidente Bill Clinton. 

“El tiempo en el que fungiste como Abogado general del Departamento de Vivienda y Desarrollo Humano preparó el terreno para esta victoria”. 

“Seguí tu campaña a distancia”, continuó Cisneros en su correo electrónico. “Como siempre, fuiste la voz de la consciencia”.

El juez Nelson Díaz siempre ha estado comprometido con la lucha en defensa de los derechos civiles en la plaza pública. Recientemente, se consagró como el primer candidato latino en la historia en aparecer en la papeleta de votación para las elecciones primarias para alcalde de Filadelfia.

Para un hombre de orígenes humildes cuya historia personal trata sobre la superación de posibilidades desfavorables y circunstancias difíciles, las primarias resultaron ser una oportunidad para presentar soluciones profundamente analizadas sobre los desafíos de la ciudad, y para arrojar los guantes en un proceso electoral que dice que “disfrutó muchísimo” aunque le decepcionó.

Nelson Diaz, 2015 photo by Max Marin/AL DÍA News Media

Se trata de sobrevivir

“Obtuve mucho apoyo de la comunidad latina”, dice Díaz. “Fui a las iglesias y todos rezaron por mí; fueron todos muy buenos conmigo. Todos eran muy afectuosos, muy positivos, muy entusiastas”.
Pero el adjetivo que usa con más frecuencia cuando habla conmigo sobre su candidatura es “doloroso”—y esto vuelve a esa “voz de la consciencia” que mencionó Cisneros en su correo electrónico—.
Para Díaz fue profundamente doloroso atestiguar —al ir de puerta en puerta en ‘North Philly’ y ‘South Philly’— la pobreza y los apuros abundantes que se evidenciaban en las comunidades latinas de la ciudad, especialmente en la comunidad puertorriqueña.  
“Lloré al ver a esas personas”, dijo. “Básicamente solo subsistían”. De hecho, le recordaron a sus propios años iniciales y a la necesidad desesperada que sintió por salir del caserío en el Bronx, donde se crio y donde empezó a trabajar a los 8 años de edad. 
La comunidad puertorriqueña en Filadelfia empezó pobre y basada en la mano de obra de los migrantes, pero es la persistencia de esa pobreza en los puertorriqueños de segunda generación nacidos en Filadelfia la que se grabó profundamente en su consciencia conforme hizo campaña en ‘North Philly’.
“Si uno pasea por la Calle 4 y Berks, algunas de esas personas han estado en la misma casa por quizá 50 años, en las mismas condiciones”, dijo. “No pueden pensar en otra cosa que no sea sobrevivir. Sólo de eso se trata, de sobrevivir”.
Y lo que más le duele, nos dice, es que esas personas no tienen esperanza alguna. “Existe muy poca esperanza en esa parte de la comunidad. Sí, hay algunos profesionales que empiezan a mudarse al noreste. Eso se convierte en algo importante. Pero esa comunidad, a menos que se les eduque —y por eso la educación es tan importante para mí— está relegada a la pobreza. Eso es lo que duele”.
Filadelfia es la tercera ciudad más pobre del país, y el código postal más pobre en nuestra ciudad —19133— es el corazón de El Barrio, donde más de la mitad de los hogares viven en o por debajo de la tasa de pobreza federal.
La creciente comunidad mexicana en ‘South Philly’ también padece grandes dificultades. “Sus familias aún no están aquí, muchos de ellos trabajan enviando dinero de vuelta a sus familias y es una situación difícil”, dice Díaz. Pero a pesar de lo difícil de su situación, agrega, por lo menos hay menos desesperanza en esa comunidad en comparación con los puertorriqueños de la ciudad.  
“Ni uno de los candidatos (en las elecciones primaras a alcalde) ha estado en nuestras comunidades”, me dice Díaz. Ninguno de ellos entiende la profundidad de los desafíos que enfrentan las comunidades latinas.
Por lo tanto, no es ninguna sorpresa que las primeras declaraciones oficiales publicadas por Díaz cuando se presentó como candidato fueron las que esbozaban las iniciativas de justicia social y una política de educación enfocada en el sistema de escuelas públicas que, en mejores tiempos, ha sido un instrumento para emparejar los campos de juego y ofrecer una manera para salir de la pobreza cíclica y generacional.
Desde el principio de su candidatura, no obstante cuán impresionantes eran sus declaraciones de postura oficial, sus aptitudes o su celebrada historia de servicio público, a Díaz le dijeron que no tenía oportunidad de tener éxito.
“La prensa (en inglés) siempre dijo lo apto que yo era, lo capaz que era, pero siempre dijo que no podía ganar”, dice Díaz. “Decían ‘solo si hay un golpe de rayo ganará’”.
En Chestnut Hill, la comunidad donde Díaz ha vivido durante la última década, más o menos, y donde ha sido parte del precinto electoral, dice que le dijeron “Queremos ganarle a Williams a toda costa y usted no lo puede lograr”. 
“¿Por qué?”, preguntó.
“Porque los diarios dicen que no puede lograrlo”, fue la respuesta.
El cree que los demócratas de Chestnut Hill —a quienes describe como una comunidad muy liberal llena de graduados de la Universidad de Pensilvania— “buscaban la gran esperanza blanca”. 
“Me veían como un candidato latino y no como el candidato para la ciudad”, agrega. “Después de haber hecho cosas increíbles para gobernadores y presidentes, de repente me encasillaron”.
Pero Díaz ha sido creador de coaliciones por mucho tiempo y creyó que al crear una coalición con electores afroamericanos muy  comprometidos del noroeste de la ciudad y la comunidad latina, y algunos de los sindicatos, podría de hecho ganar. Por lo que se propuso hacerlo.   
 

Nelson Diaz, 2015 photo by Ana Gamboa/AL DÍA News Media

Nelson y la maquinaria política

Su plan chocó contra un rompeolas del estatus quo de Filadelfia: la maquinaria política. Específicamente con John Dougherty, el gerente empresarial de International Brotherhood of Electrical Workers (IBEW) Local 98, y un hacedor de políticos, quien respaldaba al ex concejal municipal Jim Kenney —el candidato que finalmente ganaría las elecciones primarias—. “Los sindicatos se acercaron a nosotros y querían estar con nosotros”, dice Díaz. “AFSCME 33 (el sindicato de trabajadores municipales más grande en Filadelfia) quería respaldarme. Había una mujer, Yvonne Sutton y un hombre, Frank algo —uno de los miembros locales— y ellos contaban con un voto de 12 a 3, a mi favor. Pero Pete Matthews (el presidente) pospuso la elección hasta que pudo lograr que sus miembros de los suburbios detuvieran el voto”.
“Realmente fue un plan increíblemente organizado por Dougherty para obligar a los sindicatos a estar unidos en su votación”, dijo. 
Nunca hubo duda alguna de que Díaz tendría el apoyo del elector latino, o que su candidatura haría que las personas del Barrio salieran a votar por primera vez, o por primera vez en muchos años. Había mucho orgullo en la comunidad respecto a la candidatura de este juez puertorriqueño, y una buena opinión uniforme sobre su carácter y sus logros. A Díaz, de hecho, le habían pedido que se postulara como candidato  un grupo notable de líderes de organizaciones sin fines de lucro en la comunidad: el reverendo Luis Cortés, de Esperanza; la reverenda Bonnie Camarda, del Salvation Army; Pat DeCarlo, de la Asociación cívica Norris Square, y Nilda Ruiz, de APM.
Así que Dougherty se puso manos a la obra haciendo intermediaciones con los políticos en El Barrio.
“Creo que debido a las relaciones de Dougherty con Ángel Cruz, Tartaglione y Carlos Matos —quien, por cierto fue un criminal condenado— ya se habían reunido con Dougherty y con Kenney antes de que me depuraran” dijo Díaz. “Creían que era tan tonto que no lo sabía”.
En la “depuración” a la que se refiere Díaz, los líderes de Latinos United for Political Empowerment (LUPE) pidieron $102.000 a Díaz para financiar una campaña conjunta de alentar al voto para él y para el candidato del Distrito Siete Manny Morales, quienes esperaban que derrocaría a la titular del cargo, María Quiñones-Sánchez. Si Díaz no contribuía, le informaron, LUPE ya no lo respaldaría y respaldaría a otro candidato dispuesto a hacer el trato.
Díaz —quien pese a su respaldo inicial, ya le había pedido públicamente a Morales que se retirara de la candidatura cuando las publicaciones racistas, homofóbicas y anti-inmigrantes de ese candidato en Facebook se dieron a conocer—  rehusó. LUPE cambió su respaldo de Díaz a Kenney.
“No estoy dispuesto a sacrificar mi integridad por obtener un cargo”, dice Díaz. Esa integridad le costó cara.
“Hubo mucha intimidación a las personas que intentaban votar por mí”, dice Díaz, quien calcula que se presentó por lo menos a 20 urnas el día de las elecciones primarias.
“Quitaron toda mi literatura. Le dijeron a algunas personas que la elección ya no era para mí, que (mi elección) se llevaría a cabo en otro momento, en noviembre. E intimidaron a quienes estaban adentro (de las urnas). Les preguntaban: “¿Votará por Manny o por alguien más?” Si la persona decía que por Manny, le permitían entrar; de no ser así, hubo intimidación”.
“Es triste”, dice “(Quienes votan por primera vez o de forma infrecuente) tienen, en primer lugar, miedo de ir a las urnas, sin saber qué hacer, pero luego son intimidados por alguien así…”
Los informes de financiamiento de campañas presentados mucho después de que terminaran las elecciones primerias confirman el alcance de Doughterty en la política del Barrio. IBEW contribuyó cantidades modestas en los distritos no latinos del 6º, 13º y 65º ($2.000; $4.000 y $5.000, respectivamente) pero dio un regalo sorprendente de $25.000 al comité ejecutivo del distrito 19º, presidido por Matos, otro regalo de $25.000 a los Friends de Ángel Cruz del 7º distrito, y otros $25.000 a los Friends of Leslie Acosta —todos ellos miembros de LUPE.
Pero aún con el dinero sin precedentes de IBEW colocado en los cofres de Matos y Cruz cuatro días antes de las elecciones primarias, Morales perdió y Kenney le ganó a Díaz solo por siete puntos porcentuales en los cuatro distritos predominantemente latinos.
“Cuando la participación es baja, la maquinaria siempre controla” el resultado, dice Díaz.
Los votos emitidos para las elecciones primarias del 19 de mayo fueron, de hecho, extraordinariamente bajos y aunque la presentación del votante latino fue un poco más alta que en los últimos años, aún es testigo de una comunidad que se siente desposeída por la política municipal y, tristemente, por sus propios políticos. 
“La lucha entre los dos candidatos en la comunidad dejó un mal sabor en muchas personas”, me dice Díaz. “María fue criticada muy fuertemente… y el hecho de que (Morales) articuló sentimientos racistas y homofóbicos fue un verdadero problema. Pero como puede ver, a Dougherty no le importó. Lo único que le importaba era que salieran electos sus candidatos, sea como fuese. Consiguió el Tribunal supremo con (la elección de) su hermano. Consiguió el consejo municipal. Hizo un trato con el Noroeste, para Cherelle Parker y para (Derek) Green. Por lo que tiene dos personas más sobre las que tiene control y ahora tendrá la oficina del alcalde también”.
“Entonces la pregunta es ¿quién ganó?”, continúa Díaz
“Creo que quien realmente ganó es Dougherty, quien esencialmente es la figura que controla. Y es parte del partido, es el tesorero del partido, y entonces esa es la maquinaria”. 
Cuando le pregunto a Díaz si consideraría volverse a postular, dice que no.  Le digo que creo que la comunidad latina necesita un líder honorable y bien respetado como él, y luego lo presiono para que me diga quién cree que podría dar un paso al frente.
“María (Quiñones-Sánchez) es inteligente y creo que (Leslie) Acosta es inteligente. Creo que ellas dos —que por cierto son mujeres— tienden a ser quienes tienen una mejor visón, educación y capacidad”, dice. “No se caen bien entre ellas, por lo que es difícil. Pero ambas tienen lo que creo que es potencial —si no se convierten como los demás, quienes esencialmente venden sus almas­—”.
 

Nelson Diaz, 2015, photo by Samantha Madera/AL DÍA News Media

Darle un nuevo sentido al término ‘grupo de directivos’

Ahora, más de un mes después de las primarias, Díaz asumirá el cargo de presidente de la National Foundation for Credit Counseling, que enfoca su labor en la cultura económica. También funge como secretario de la Latino Corporate Directors Association, donde está decidido a ayudar a crear y promover la diversidad dentro de los grupos de directivos (C-Suites) en toda la nación. Díaz  continúa su trabajo con el programa White House Fellowship, y continuará allí mientras Obama ocupe la presidencia. Y también puede que escriba un libro sobre la migración puertorriqueña y ejercerá la abogacía en su tiempo libre…
También hay que acordarse de la cátedra de derechos civiles latinos en la Escuela de Derecho de Temple establecida por Díaz y que trabaja por dotar. Ha sido una labor de amor durante los últimos seis años, y cuando se reitró de la Junta directiva de Exelon, antes de postularse como candidato, su dinero de jubilación se convirtió en la semilla de la dotación. Actualmente tiene $800.000 y necesita alrededor de “un millón y medio”.
La cátedra es importante, me dice, porque “se trata de educar a las generaciones futuras. Los jóvenes se darán cuenta que los latinos han ayudado en el movimiento de los derechos civiles… y existen beneficios que han obtenido otras comunidades por nuestros esfuerzos”. Díaz espera que la catedra patrocinada traiga a eruditos eminentes del derecho a la escuela de derecho que es su alma mater, y donde él dio inicio a las primeras asociaciones de estudiantes de derecho latinos y afroamericanos.
Pero en lo que realmente quiere enfocar su atención ahora, dice, es en marcar una diferencia en la comunidad latina a escala nacional, donde él cree que puede tener un mejor impacto. El 60 por ciento de las contribuciones a su campaña electoral provenían de fuentes nacionales, solo el 40 por ciento fueron locales. “Creo que uno nunca es profeta en su propia tierra”, dice bromeando. 
Aún no ha dedicado si se involucrará en la campaña de Hillary Clinton, ni está seguro de si el comité democrático nacional le pedirá que se involucre. De haberse convertido en alcalde de Filadelfia, habría desempeñado un papel importante para los demócratas a escala nacional, especialmente en Florida donde la población puertorriqueña es mayor que en la isla misma, y donde los republicanos Jeb Bush y Marco Rubio tienen la ventaja de jugar en casa.
Desde el principio, Díaz tiene una sugerencia sencilla que podría aumentar la presentación de los electores latinos en las urnas en toda la nación; cambien el día de las elecciones. “¿Por qué son las elecciones el día martes?”, pregunta. ¿Por qué no el día sábado, o domingo como en Latinoamérica? Una elección el día martes hace que sea muy difícil votar para quienes tienen dos empleos”. Y un gran número de latinos de bajos ingresos tienen por lo menos dos trabajos. Para el 2020 —“si se resuelve el problema de la inmigración—”, Díaz cree que los latinos constituirán entre el 20 y 25 por ciento de la población electoral en el partido demócrata.
Y a pesar de lo que dice sobre la política nacional, al final de nuestra conversación vuelve a Filadelfia y a sus latinos.
Tiene la esperanza de que los politicos hayan escuchado cuando habló sobre trasladar los incentivos y las reducciones fiscales de Center City a los vecindarios, donde realmente son necesarios.
Quiere que la gente entienda que uno no puede hablar sobre escuelas chárter hasta que haya hecho que las escuelas públicas sean funcionales.
Quiere que los impactos ambientales que impactan desproporcionalmente los pobres en los vecindarios como West Philly y North Philly sean parte de la discusión municipal.
“No soy político”, me dice, “así que quiero ver que se hagan las cosas”. 
“Creo que es importante (para los latinos) tener una relación y coalición política con la comunidad afroamericana, porque tenemos más entendimiento compartido con esa comunidad que con la comunidad blanca. Y en estos momentos, entre los funcionarios electos latinos, la única que tiene una relación con la comunidad afroamericana es María”.
“Y creo que dentro de entre ocho a 16 años, la población mexicanoamericana será una población importante en esta ciudad”, dice Díaz. “Debido a que yo me postulé como candidato, no habrá entonces ninguna duda sobre si ‘¿alguno puede postularse como candidato y lograrlo?’”