El lunes, la Corte Suprema rechazó el intento de Louisiana de limitar aún más el acceso al aborto por segunda vez en cuatro años. 

En 2014, Louisiana aprobó una ley que determinaba que los médicos que realizaban procedimientos de aborto en clínicas deben tener privilegios de admisión en un hospital cercano.

Tras el cambio, el Centro de Derechos Reproductivos argumentó que la ley era innecesaria y la demandó. Explicaron que no sólo no era necesaria, sino que los privilegios de admisión eran difíciles, y que las complicaciones médicas de un aborto en el primer trimestre son extremadamente raras.

El Presidente del Tribunal Supremo John Roberts se puso del lado de los jueces liberales para rechazar la ley porque creía que era similar a la ley que también se negó en Texas en 2016. 

La decisión fue una reafirmación de que es inconstitucional aprobar leyes que crean un gran obstáculo para las mujeres que necesitan un aborto. Actualmente en Louisiana, hay tres clínicas de aborto aún abiertas, y con esta huelga, les permite seguir funcionando.

Aunque fue un alivio para los activistas pro-elección, las preocupaciones por los derechos reproductivos todavía existen. 

Nancy Northup, la presidenta del Centro de Derechos Reproductivos, publicó un comunicado diciendo que el fallo de la Corte Suprema podría hacer que los estados se aprovechen de las leyes de aborto borrosas y aprueben una legislación más estricta. 

"La decisión de la Corte podría envalentonar a los estados para que aprueben leyes aún más restrictivas cuando se necesita claridad para proteger los derechos de aborto", dijo. 

El motivo de preocupación es que más adelante este año habrá dos fallos más sobre los derechos reproductivos. Además, en mayo, la Corte Suprema escuchó dos argumentos de la administración Trump sobre permitir a los empleadores rechazar la cobertura de control de la natalidad por razones "morales". 

El caso Roe vs. Wade aún está en riesgo, y con jueces más conservadores posiblemente entrando, podría anular un derecho que ni siquiera debería ser una decisión hecha por hombres. 

Aunque es una victoria, sigue siendo chocante ver que, en el vasto progreso social que el mundo ha hecho en los últimos cincuenta años, la decisión de que las mujeres hagan lo que quieran con su cuerpo sigue siendo objeto de debate en el Tribunal Supremo.